Texto publicado en marzo de 2009.
Cada tanto, muy esporádicamente, ocurre un pequeño milagro. Hacemos un paneo sin fe por las bateas del videoclub y de repente avistamos ese preciado título del que escuchamos hablar mil veces pero que resultaba inhallable. Pues sí, es cierto: se editó en DVD Domicilio desconocido, uno de los trabajos más notables de Kim Ki-duk, el director surcoreano que comenzó a resonar en el público local a partir de 2004 con el estreno de Primavera, verano, otoño, invierno… y otra vez primavera. Muchos lo asociarán también con Hierro-3 o El arco, que son muy buenas pero no dejan de ser productos preciosistas que el realizador concibió cuando ya era una figura solicitada por los festivales internacionales. El ímpetu genuino de su mejor cine -bucólico, brutal, imprevisible- hay que rastrearlo en la primera década de su carrera, en obras como La isla (2000), Bad guy (2002) y la que nos ocupa, que fue rodada en 2001 y es hasta hoy su película más contundente desde el plano político.
Ambientado en los años ’70, el film cruza los caminos de tres jóvenes que sobreviven en medio de la miseria y la alienación en un pueblo rural de Corea del Sur. Cercados por una base militar norteamericana en plena Guerra Fría, los protagonistas deben luchar contra sus instintos básicos en una comunidad desquiciada que perdió todo sentido de la identidad cultural. Ya en la secuencia de apertura, en la que un chico fabrica una pistola de madera con los restos de una caja de municiones del ejército, la película establece su categórica tesis: no hay noción de humanidad capaz de arraigarse en una sociedad organizada para la violencia.
Domicilio desconocido es un drama seco, desolador, de una crueldad por momentos insoportable. Si bien el relato se ubica en un espacio y un tiempo concretos, los personajes parecen deambular por un paisaje posthistórico, como si el apocalipsis ya hubiera tenido lugar, borrando del mapa hasta la más ínfima posibilidad de alegría. Fugarse hacia la demencia se convierte entonces en una opción natural, casi inevitable. Sin el humor negro al que suele apelar para templar sus ficciones, en este film el realizador decidió explorar por primera vez las raíces profundas de la locura social. Los hechos transcurren en una atmósfera enrarecida, con una puesta en escena que parte del realismo sucio para coquetear continuamente con los límites de la abstracción poética.
El cine de Kim siempre es incómodo. Para dar un breve panorama, digamos que en esta historia hay un muchacho que golpea sin piedad a su madre, varios perros carneados y asados para el almuerzo, y diversos elementos punzantes que atraviesan los ojos de los personajes. Aunque así planteado el cuadro es poco tentador, resulta tan arrolladora la potencia plástica con la que el director construye su estilo, tan original y consistente es su mirada, que uno termina seducido por las criaturas pasionales y temibles que habitan ese mundo infernal. Un manojo de dulzura y horror atrapado en un callejón sin salida: eso es el hombre para Kim Ki-duk.
Domicilio desconocido
(Suchwiin bulmyeong - Corea del Sur, 2001)
Dirección: Kim Ki-duk
Estreno en DVD, editado por Transeuropa
*Artículo publicado previamente en el diario Crítica (13-03-09).
1 comentario:
Realmente una pelicula maravillosa. Cruel, dura, poetica, viva... excelente la critica dle articulo.
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