viernes, 30 de octubre de 2009
De cero
Pedro Almodóvar *
Esto lo dijo el director español en 1995, comentando su película La flor de mi secreto, en donde el personaje central (Marisa Paredes) es una escritora de novelas rosas que firma con seudónimo. Catorce años después, en Los abrazos rotos, Almodóvar utiliza el nombre de Harry Cane para bautizar una de las dos caras de su protagonista (Lluís Homar).
* El texto citado es un fragmento del libro Pedro Almodóvar. Un cine visceral. Conversaciones con Frédéric Strauss (editado por El País/Aguilar, Madrid, 1995).
jueves, 29 de octubre de 2009
Desayuno
en la taza.
Echó leche
en la taza de café.
Echó azúcar
en el café con leche.
Con la cucharilla
lo revolvió.
Bebió el café con leche.
Dejó la taza
sin hablarme.
Encendió un cigarrillo.
Hizo anillos
de humo.
Volcó la ceniza
en el cenicero
sin hablarme.
Sin mirarme
se puso de pie.
Se puso
el sombrero.
Se puso
el impermeable
porque llovía.
se marchó
bajo la lluvia.
Sin decir palabra.
Sin mirarme.
Y me cubrí
la cara con las manos.
Y lloré.
Jacques Prévert
La imagen pertenece a la película El Sur (1984), de Víctor Erice, una de las obras más perfectas de todos los tiempos. El film integra un interesante ciclo que comenzó ayer en la sala Leopoldo Lugones, dedicado al productor español Elías Querejeta. Las proyecciones de El Sur están programadas para el viernes 6 y el sábado 7 de noviembre, en diversos horarios. Ir al detalle del ciclo.
martes, 27 de octubre de 2009
Esperando
“El tiempo no fue, y no es, para él, una noción astronómica ni una vociferación de calendario: era y es la angustia de estar desperdiciando sus más nobles prendas, de estar malgastando el único capital que no se reconquista ni se adquiere. No tuvo a su lado una caricia que lo distrajera y la obsesión de lo que se va, pronto hizo añicos sus fuentes de acción. Uno no dicho ¿para qué? le impidió desenvolverse. Se quedó inmóvil, hundido en apatía inerte, esperando.
El Hombre de Corrientes y Esmeralda es un niño que no ha madurado, que pasó de la infancia a la vejez. Le falta reposo, serenidad interior. A veces tiene empaques, pero no gravedad; mal humor, pero no severidad. Es casi un irresponsable ante la prudencia europea. La vida resbaló sobre él. Él no la vio pasar. Estaba encerrado en sí mismo, como en una cueva. Mide el tiempo con sus emociones, y cuando se contrasta con los sucesos exteriores se sorprende del número de años transcurridos.”
* Fragmento del libro "El hombre que está solo y espera". (Editorial Plus Ultra)
domingo, 25 de octubre de 2009
A lo mejor resulta bien...
La vida en una moneda
quien la rebusca la tiene
ojo que hablo de monedas
y no de grueso billetes
mi vida en una hoja en blanco
un piano desafinado
diez dedos largos y flacos
y un manojo de palabras.
Sólo se trata de vivir
esa es la historia
con la sonrisa en el ojal
con la idiotez y la locura
de todos los días
a lo mejor resulta bien.
La gente sueña que sueña
la calle sigue que sigue
el taxi gira que gira
el cielo y la ancha avenida.
Los días cantan la historia
del hombre al borde del hombre
los días cantan mañana
los días no tienen miedo
Si nos inunda el asfalto
de sensaciones profundas
gocemos bien nuestro ahogo
que es nuestra imagen fecunda.
Juan Carlos Baglietto
(Letra: Fito Páez)
sábado, 24 de octubre de 2009
Revelaciones
miércoles, 21 de octubre de 2009
lunes, 19 de octubre de 2009
"Me tengo que ir. Se me hace tarde."
(Cuento de Manuel) *
¿Cómo se le escribe una carta a una ilusión? ¿Cuál es su dirección, qué piso, ciudad o continente? ¿Hay que mandarla por avión o alcanza el cesto de los papeles? ¿Debe tener estampillas? ¿De cuántos pesos?
Me tengo que ir. Se me hace tarde.
Te estuve esperando en todas las esquinas un montón de tiempo. Pero me doy cuenta. Las ilusiones no van a ningún lado. Ayer empecé a darme cuenta de la hora. Llovía, hacía frío y creo que yo mismo tenía los ojos húmedos. No por vos. Por el tiempo. Tenía un lugar guardado, allí vivías vos, ilusión. Pero hoy te echo de mi casa. Estoy empezando a necesitar espacio. A darme cuenta de que a vos no te hace falta.
Cada mañana fría me doy cuenta de que no soy millonario. Y que la muerte me va cobrando su pasaje en cómodas cuotas. Y al final, cuando lo tenga pago, me voy a ir pobre, sin un solo peso del lugar. Sin un centavo de esperanza.
Para ese momento quiero haber hecho una buena inversión. Un gasto que multiplique mi capital en sonrisas, en aire y en cosas. Todo el mundo sabe que las ilusiones no dan buenos dividendos.
El viejo Marx sabe entenderme. Y muchos otros colegas también. Ya no vuelvas a mirarme con tus ojos de ilusión. Mi casa ya no es tu casa. La magia ya no existe. La maté.
Y pobre de ella si resucita.
.............................................
* Este texto integra el libro Partes de Manuel (La verdadera historia de Manuel Mandeb), de Evita Evequoz. El personaje de Mandeb fue protagonista de muchos relatos de Alejandro Dolina, quien se inspiró en un amigo desaparecido en la dictadura, Manuel Evequoz. En este libro, Evita reconstruye la figura de su hermano a partir de testimonios de personas que lo conocieron.
El fragmento reproducido arriba fue publicado en forma de anticipo por el diario Crítica (18-10-09). Ir al artículo completo.
domingo, 18 de octubre de 2009
El argumento
leemos anestesiados
las noticias
de la guerra (cualquier guerra),
un titular
bien merece algunos combates;
cada bando
desea demostrar que Dios
está de su parte
con el argumento definitivo;
nuestros ojos recorren
las páginas
buscamos más confirmaciones
de nuestra derrota
y el periódico trae lo que esperamos encontrar.
Rafael Cadenas
viernes, 16 de octubre de 2009
La sociedad de la nieve, de Gonzalo Arijón
Por primera vez dan su testimonio los dieciséis sobrevivientes del accidente aéreo ocurrido en los Andes, en 1972. Dirigido por Gonzalo Arijón, La sociedad de la nieve es un documental clásico que tiene como eje el relato de los protagonistas: los recuerdos van rearmando la cronología del drama mientras se intercalan algunas escenas reconstruidas como apoyo visual para la narración. No hay voz en off: sólo las palabras sentidas de los sobrevivientes. Y los rostros de hoy. Y los cuerpos de ayer -hechos añicos- que asoman en las imágenes de archivo, tanto en las fotos como en los noticieros de televisión (un material estupendo).
Algunos de ustedes me dirán -ya los conozco- que no tienen ganas de ir al cine para sufrir con una anécdota tan tremenda. Claro que lo es: veintinueve personas murieron en la montaña. Por otro lado, la opinión pública -siempre ávida de morbo- se encargó de hacer trascender y banalizar el aspecto más delicado del caso (me da mucha pena y vergüenza cuando ante el recuerdo de la historia, en cualquier charla casual, nunca falta el "gracioso" con un comentario de humor negro).
Pero lo cierto es que, más allá de la angustia, hay pocos episodios en la historia de la humanidad que transmitan con tanta potencia lo que representa la fe. La creencia en algo abstracto, intangible, simbólico. Algo que nosotros y sólo nosotros podemos fabricar. Ellos creían en Dios, pero eso es lo de menos. El motor también podría haber sido la confianza en la amistad, en el destino, en el hombre mismo. La fe en una idea.
La fe sólo puede registrarse cuando se traduce en actos. Los escépticos argumentarán que la épica no es tal, que fue el simple instinto de supervivencia lo que motivó la resistencia de estos muchachos. Pero todos sabemos que con eso no alcanza. Y si hay algo que la tragedia de los Andes confirma es que la resistencia resulta inconcebible sin las ganas. La voluntad.
Insisto: vayan al cine a ver esta película. Y no se preocupen si, cuando abandonan la sala, una sensación no identificada les golpea el pecho y pide permiso para pasar. Déjenla entrar. Tiene sólo dos letras y no ocupa lugar.
Chilenos, argentinos y uruguayos buscaron el avión durante ocho días. Entre los pasajeros no sólo se encontraban los quince componentes del equipo de rugby, sino además veinticinco amigos y parientes de los jugadores, todos ellos pertenecientes a influyentes familias uruguayas. La búsqueda no obtuvo resultados. Era evidente que el piloto había calculado erróneamente la posición y había virado hacia el norte, hacia Santiago, cuando aún se encontraba en medio de las montañas. Era el comienzo de la primavera en el hemisferio sur, y en los Andes había nevado en gran abundancia. El techo del avión era blanco. Así pues, había muy pocas posibilidades de encontrarlo, y todavía menos de que alguno de los cuarenta y cinco pasajeros y tripulantes hubieran sobrevivido a la catástrofe.
Diez semanas después un campesino chileno que apacentaba el ganado en un valle perdido en las profundidades de los Andes vio, al otro lado de un torrente, las figuras de dos hombres. Los hombres empezaron a gesticular y se clavaron de rodillas en actitud suplicante, pero el pastor, creyéndolos terroristas o turistas, desapareció. Cuando al día siguiente volvió al mismo lugar, las dos figuras seguían allí y volvieron a hacerle gestos indicándole que se acercara. Se acercó a la orilla del río y lanzó al otro lado un papel y un bolígrafo envueltos en un pañuelo. El barbudo de aspecto harapiento lo recogió, escribió algo en el papel y se lo devolvió al campesino con el mismo método. Decía así:
Vengo de un avión que cayó en las montañas. Soy uruguayo…
Había dieciséis supervivientes. Ésta es la historia de lo que sufrieron y de cómo consiguieron sobrevivir.”
miércoles, 14 de octubre de 2009
Buscar y saber
"El infierno de los vivos no es algo que será: hay uno, es aquel que existe ya aquí y es el que habitamos todos los días, el que formamos estando juntos. Dos formas hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y convertirse en parte de él hasta el punto de dejar de verlo ya. La segunda es arriesgada y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar y darle espacio."
Italo Calvino
(“Las ciudades invisibles”)
martes, 13 de octubre de 2009
Esta ternura
y estas manos libres,
¿a quién darlas bajo el viento ?
Tanto arroz para la zorra,
y en medio del llamado
la ansiedad de esa puerta
abierta para nadie.
Hicimos pan tan blanco
para bocas ya muertas que aceptaban
solamente una luna de colmillo,
el té frío de la vela al alba.
Tocamos instrumentos para la ciega cólera
de sombras y sombreros olvidados. Nos quedamos
con los presentes ordenados en una mesa inútil,
y fue preciso beber la sidra caliente
en la vergüenza de la medianoche.
Entonces, ¿nadie quiere esto,
nadie?
Julio Cortázar
En la imagen: Javier Cámara y Leonor Watling en la extraordinaria Hable con ella, de Pedro Almodóvar.
jueves, 8 de octubre de 2009
Jergas
Luis Buñuel
(En el libro Mi último suspiro).
Marta Minujín
martes, 6 de octubre de 2009
Todo lo que se da llega a destiempo.
No existe otra manera.
Entre el ojo y la mano hay un abismo.
Entre el quiero y el puedo hay un ahogado.
Un país que asoma su cabeza deforme
en una carta,
y va a darse a destiempo, nada es
lo que esperabas.
Y lo que llega envuelto en papel de regalo se irá
sucio de odio.
Bailamos entre los escombros de una cita.
Dibujamos una taza de café en el desierto.
Vivimos de sumar y de restar:
lo que te da el amor, lo que te quita el miedo.
Al final nos entregan los huesos de un perfume.
Aún así persistimos.
En alguna montaña vive un pez resbaloso.
Entre números rotos se desliza una estrella.
Jorge Boccanera
En la imagen: Celia Johnson y Trevor Howard en Breve encuentro (Brief encounter), de David Lean.
lunes, 5 de octubre de 2009
Las mil y una noches
Ilya Prigogine
Esta semana Historias Extraordinarias, de Mariano Llinás, será emitida por televisión.
Hace ya casi un año de mi encuentro con la película. Siempre quise volver a verla, pero por esas cosas que pasan, no lo hice. Quizás porque intuía que sería imposible igualar las cosquillas del primer impacto, o pensaba que una segunda visión merecía un estudio detenido de cada capítulo, cada micro-relato, cada palabra. Tal vez no volví a la película porque, en algún punto muy íntimo -e inconsciente, ahora lo sé-, acaté su propuesta y preferí salir a inventar mis propias aventuras. (En el trayecto confirmé, por ejemplo, que no están del todo extinguidos los caballeros de noble armadura).
Es cierto que Mariano Llinás es un artista ambicioso. Pero también es muy generoso: cualquiera podrá beber de la catarata de ideas que su film ha volcado sobre el mundo. Mientras el relato transcurre, uno siente que en el cine queda todo por hacer. Que para recuperar la fe solo basta la curiosidad, el entusiasmo, la libertad. Que se pueden barajar todos los recursos de este lenguaje glorioso, y dar de nuevo para sorprendernos como si fuéramos vírgenes. Detrás de las imágenes y los sonidos, me parece escuchar al director que nos grita: ¡Despabílense! Salgamos a la calle y festejemos. Observemos. Indaguemos. Actuemos. Esto recién empieza.
Historias Extraordinarias es una película feliz por un motivo muy sencillo: nos hace querer un poco más la vida.
En un antiguo post le dediqué unas líneas al film, tomando apenas una de las muchísimas sensaciones que esta obra me provocó como espectadora. Por otro lado, recomiendo visitar el blog Cinematófilos, donde encontrarán una muy útil recopilación de textos críticos, además del trailer.
Historias Extraordinarias tiene una duración total de cuatro horas. El canal de cable I-Sat la emitirá en tres bloques de ochenta minutos que se podrán ver los días martes 6, miércoles 7 y jueves 8 a la medianoche. Y habrá una emisión completa del film, el sábado 24 de octubre, también a la medianoche. Según indican algunas informaciones, el programa trae de yapa una serie de diálogos entre Llinás y Pauls en locaciones de la película.
Canal: I-Sat / Ciclo: Primer Plano
Parte 1: Martes 6 a la medianoche
Parte 2: Miércoles 7 a la medianoche
Parte 3: Jueves 8 a la medianoche
Repite completa: Sábado 24 a la medianoche
En serio: si no la vieron, no se la pierdan.
domingo, 4 de octubre de 2009
Y seguí cantando...
(1935-2009)
Tantas veces me mataron,
tantas veces me morí,
sin embargo estoy aquí
resucitando.
Gracias doy a la desgracia
y a la mano con puñal
porque me mató tan mal,
y seguí cantando.
Cantando al sol como la cigarra
después de un año bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.
Tantas veces me borraron,
tantas desaparecí,
a mi propio entierro fui
sola y llorando.
Hice un nudo en el pañuelo
pero me olvidé después
que no era la única vez,
y volví cantando.
Tantas veces te mataron,
tantas resucitarás,
tantas noches pasarás
desesperando.
A la hora del naufragio
y la de la oscuridad
alguien te rescatará
para ir cantando.
María Elena Walsh
viernes, 2 de octubre de 2009
Historias mínimas
Aki Kaurismäki
(En una entrevista publicada en la revista digital PulpMovies).
jueves, 1 de octubre de 2009
Hay hombres que nunca partirán
y se les ve en los ojos,
pues uno recuerda sus ojos muchos años después de que han
partido.
Pueden estar lejanos,
pueden aparecer a medianoche
(si están muertos)
y jugar a que viven.
Pero siempre, con la desolación de su ausencia,
uno comprende que no han vivido en vano,
y que su esperanza
es la única esperanza digna de ser vivida.
Y los hombres que nunca partirán
suelen no aparecer en los periódicos,
no se habla de ellos en las radios,
su imagen no gesticula en la televisión:
no son gente importante,
no circulan entre las altas esferas.
Son aquellos
que aceptaron el sufrimiento
y lo hicieron suyo para la salvación de otros hombres
sin decir una sola palabra:
pero dejaron abiertos, bien abiertos sus ojos
para que nunca los olvidemos cuando ellos hayan partido.
Miguel Arteche Salinas
La imagen pertenece a Liverpool, inquietante film dirigido por Lisandro Alonso.