"I wish I knew how to quit you".Brokeback Mountain
Heath Ledger
(1979-2008)
"Cada uno aprende a sufrir, se va perfeccionando, sueña maneras de desembarazarse de sí mismo, aunque sabe que solo es posible correr hacia adelante, como posesos, hasta que no haya más camino. De eso hay, caminos. A su vera, los desesperados, los felices y los hambrientos manoteando a quienes
Chopper es un película feroz, contundente, cínica, de esas que impactan por sus impredecibles golpes a la cabeza -y al estómago- del espectador. El director, el neocelandés Andrew Dominik, toma elementos de géneros y subgéneros como el policial, el formato “carcelario”, el documental, el gore y la comedia negra para bosquejar el urticante retrato de este legendario personaje.
A primera vista
Quizás sea la mejor obra del autor, mejor incluso que "Cien años de soledad", porque es más compacta, más sabia y más tangible que la novela ambientada en Macondo. "Cien años..." es un prodigio de la literatura, de eso no caben dudas, pero son sus giros mágicos los que hacen que el recuerdo de la historia se torne flotante, afable, como si la irrupción de lo fabuloso en ese universo acabara por atemperar la deriva trágica de sus criaturas. "El amor en los tiempos del cólera", en cambio, jamás elude lo terrenal. Es una épica en donde ocurren muchos hechos increíbles, pero se las ingenia para sostenerse siempre dentro de los márgenes de lo posible. Por eso es más penetrante, más certera. Es la novela definitiva de la madurez.
Decíamos antes que se trata de la historia de una obsesión, una pasión tan abrumadora, insoportable y unívoca como la que Werther sentía por Carlota. Se sabe, el personaje de Goethe elige morir porque no puede tolerar la angustia de un amor no correspondido. Florentino, por el contrario, elige vivir y consagrarse denodadamente a la melancolía. Amar así, de un modo tan enfermo, es una decisión, una elección quizás no del todo consciente, pero elección al fin, y esta es la idea que propone García Márquez a través de su texto. Con inteligencia, el narrador implanta en el relato a otras mujeres que podrían haber hecho feliz al protagonista, dejando intuir que es el personaje, en su cómoda terquedad, quien no está dispuesto a entregarse completamente, porque prefiere mantener el ideal en un altar inalcanzable antes de enlodarse en las miserias del amor mundano, el que se cuece a base de deslumbramientos primarios, errores y oscuridades. “Como una compensación del destino, también fue en el tranvía de mulas donde Florentino Ariza conoció a Leona Cassiani, que fue la verdadera mujer de su vida, aunque ni él ni ella lo supieran nunca, ni nunca hicieran el amor”. Leona es sólo una de las infinitas damas que pueblan el camino de Florentino para probar que él no tenía razones para aferrarse a un destino absurdamente altruista.
* De nuevo el porvenir era hoy. Y todas las promesas deberían cumplirse sin demora. Había que servir: ¿para qué?, ¿para quién? Yo había leído mucho, reflexionado, aprendido; estaba dispuesta, me había enriquecido, me decía a mí misma... y nadie reclamaba nada de mí. La vida me había parecido tan llena que para responder a sus llamadas infinitas había intentado, fanáticamente, utilizar toda mi persona: pero estaba vacía. Ninguna voz me solicitaba. Me sentía con fuerzas para levantar el mundo: no encontraba el menor guijarro. Mi desilusión fue brutal: "¡Soy mucho más de lo que puedo hacer!". No bastaba haber renunciado a la gloria, a la dicha; ya ni siquiera pedía que mi existencia fuera fecunda, ya no pedía más; aprendí con dolor la "esterilidad del ser".