sábado, 25 de julio de 2020

Nobody knows I'm here, de Gaspar Antillo


Me pareció hermosa esta película chilena. Tiene una trama sencilla pero aun así se las ingenia para preservar algunas sorpresas hasta el último minuto. Les sugiero verla sin conocer detalles de la historia. Está en Netflix.


Marta: Parece que va a haber tormenta.
Tío Braulio:  ¿Lo dices por el viento?
Marta: No. Por la aplicación.
 
Marta y Braulio habitan el mismo lugar pero no leen los signos del entorno de la misma forma. De a poco, la tecnología fue invadiendo los rincones más remotos de la tierra y ya nadie es capaz de aislarse por completo. Tampoco Memo. Él se instaló en la isla para esconderse, para huir de algo... o de todos. Huir de la mirada del otro. 

Hoy nos abruman infinitos libros, tesis y conferencias que abordan la cuestión filosófica del cuerpo, desde todo ángulo posible. Pero nadie que esté afuera de un cuerpo condenado puede ni siquiera imaginar lo que se sufre realmente. Hay demasiada teoría y muy poco roce con el verdadero dolor. Esta película humilde logra acercase a esa tristeza con una sensibilidad fuera de lo común. 


Memo sabe que no es invisible. Desaparecer totalmente podría ser una opción, aunque algo del orden del deseo parece pelearse con ese último recurso. El relato se interna precisamente ahí, en esos pliegues íntimos de la subjetividad en donde un ser todavía lucha por ser quien es y no aquello que desde siempre le dictaron los ojos de los demás. Pero claro… es una lucha que cansa. Memo está agotado y el cuerpo impone sus propios límites. Aquí es cuando el personaje de Marta se torna esencial.


Una serie de peripecias llevan a Memo a enfrentar el trauma. Quizás -realmente no lo sé- contar su verdad en público le permita empezar a vincularse de otra forma con su propia identidad y su pasado. Pero la posibilidad concreta de apertura surge cuando Memo constata que alguien es capaz de mirarlo con sincera ternura: mirarlo como persona y no como una rareza. Por eso en la última escena no tenemos la certeza de un triunfo de la voluntad o de una transformación superadora. El final es tan solo un cuerpo abrazando a otro cuerpo de forma genuina.

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