jueves, 4 de enero de 2018

10 AÑOS DEL BLOG


En 2017 MORIR EN VENECIA cumplió 10 años de existencia en internet. Para ser precisos, el aniversario fue en septiembre, y cuando llegó ese mes tuve la intención de escribir un breve post al respecto para compartir el texto que van a encontrar aquí abajo, escrito por Alfred Hitchcock. Lo descubrí en el libro publicado por la editorial Cuenco del Plata, que reúne entrevistas y artículos escritos por el propio director a lo largo de su carrera. Pero los días fueron pasando, los meses también... hasta que terminó el año. Nunca me olvidé de las hermosas palabras de Hitchcock, pero me costaba cada día más sostener su bandera frente a la feroz realidad que vivimos en Argentina en los últimos meses. Nos quieren hacer creer que la expoliación de los derechos conseguidos es inevitable, y que desde ahora solo nos queda hundirnos día a día en una derrota moral que parece no tener fondo. Y sin embargo, aquí estamos. 

Y mi deseo es cuidar este espacio, aunque eso sólo me importe a mí. Aquí, básicamente, escribo sobre películas (cuando puedo), anuncio ciclos de cine, comparto poemas a los que vuelvo siempre (les necesito para respirar), y divulgo ideas de otros que me resultan esenciales. Es como un cuaderno de apuntes público. Aspiro a que sea un humilde rincón de resistencia cinéfila, como tantos otros miles que pueblan la red. Haré un receso hasta mediados de febrero, pero luego seguiremos. Y claro, coincido plenamente con la concepción filosófica del gran Alfred. Aunque aparezca teñido de religiosidad, este texto es un verdadero manifiesto político que nos vuelve a ubicar en ese lugar de lucha y asombro permanente que no debemos negociar: somos sujetos históricos. Y el entusiasmo depende de nosotros, incluso ahí... sí, especialmente ahí, cuando estamos en el fondo.

Muchísimas gracias a todos los que han acompañado a este espacio durante esta década.


¿Le gustaría conocer el futuro?

 Por Alfred Hitchcock

"¿Les gustaría ser capaces de predecir el futuro? Pues no sé si sabían, pero los directores de cine lo pueden hacer. Al realizar una película, toman las imitación de un trozo de vida en sus manos y lo organizan como quieren. Saben, desde la primera escena, exactamente qué va a pasar en la última.

Ahora bien, esta es una facultad casi divina. Le da al director un gran sentido de poder. Pero presenta un pequeñísimo problema. El director de cine no está trabajando con algo real. Es sintético. No es la vida misma. ES sólo una imitación de la vida.

En la vida real, podemos planificar y tomar precauciones, y esperar que las cosas sucedan de cierta forma. Pero nunca podemos estar seguros. Y a veces me pregunto por qué, cuando tratamos con demasiadas ganas de controlar el futuro, recibimos una conmoción desagradable.

(….)

… con el correr de los años, he llegado por fuerza a la conclusión de que el futuro incierto es una de las leyes más obligatorias de Dios, y que los esfuerzos científicos por predecir el futuro también están destinados al fracaso. Existen dos razones principales para esto.

La primera razón es simple. En la vida, si supiéramos el resultado de todo, no sentiríamos ningún placer de vivir. ¿Cuál sería la emoción de ir a un partido de béisbol si conociéramos de antemano qué equipo va a ganar? ¿Por qué ir a pescar si ya sabemos que vamos (o no) a atrapar algo? Lo desconocido resulta atractivo precisamente porque es un misterio. Por ejemplo, el concepto del cielo: ¿no perderíamos un poco el interés si supiéramos exactamente cómo es?

Así que, al mantener oculto el futuro, Dios está diciendo que las cosas serían muy aburridas sin suspenso.

Pero creo que tiene un motivo más profundo que ese al negarnos saber qué depara el futuro. Pienso que también está siendo misericordioso. Porque, si la vida vendría a ser aburrida si conociéramos el mañana, también sería terrible.

Y así, he llegado a creer que el futuro incierto es uno de los regalos más misericordiosos y emocionantes que nos ha dado Dios. Sin él, no habría nada que esperar; peor, no habría nada que desear. En todo caso, nos guste o no, tenemos que vivir con ese hecho.

Cómo vivimos con esto depende de nosotros. Podemos vivir en un estado de constante ansiedad por el futuro, siempre temerosos de que, a la larga, el malo va a ganar, la injusticia va a triunfar y la humanidad se autodestruirá.

O podemos usar el regalo de formas creativas; ayudar a que ganen los hombres de buena voluntad y a que triunfe la justicia, y creer en que el drama del hombre terminará en felicidad.

En otras palabras, podemos vivir en un estado de desesperación crónica o podemos vivir con fe en el futuro, a pesar de que se halle oculto.

Sí, lo mejor del futuro es que se revela un día a la vez. Y, todos los días, doy gracias al cielo porque el mañana no pertenece a ningún hombre. Le pertenece a Dios.


*Extraído de Hitchcock por Hitchcock. Alfred Hitchcock. Escritos y entrevistas I. El cuenco del plata (Buenos Aires, 2016)

Las imágenes pertenecen al film "Rich and Strange", de Alfred Hitchcock.