jueves, 29 de noviembre de 2018

Curso de Cine - Enero 2019


Taller de análisis cinematográfico
Cine - Historia - Locuras
A cargo de Carolina Giudici

Desde el jueves 10 de enero
Cuatro encuentros

“Para Benjamin, la relación con el pasado, con esos tiempos pretéritos que han quedado a nuestras espaldas, es siempre una relación de actualización. Implica una interpelación directa, compleja, crítica que el presente le hace al pasado. El pasado se escenifica, se actualiza, se vuelve a inventar como pasado en el interior de las demandas, de las interpelaciones, de las interrogaciones que el presente se hace a sí mismo.” 

Ricardo Foster en Benjamin, una introducción.

Cuatro películas, cuatro países, cuatro formas diferentes de narrar al hombre, sus vínculos afectivos y sociales, y los ecos psicológicos de la Historia. Cuando alrededor sólo hay muros y más muros, ¿cómo hace el sujeto para convivir con la tiranía, la ansiedad, el vacío? ¿Cómo narrar la locura desde la lucidez? ¿Es posible establecer una distancia justa? Estos son los disparadores de este taller. Con el apoyo de diversas herramientas teóricas, les propongo analizar y discutir cuatro grandes películas contemporáneas que nos permitirán pensar distintos aspectos fundamentales de la historia del último siglo: las relaciones familiares en un pueblo alemán antes de la llegada del nazismo; la vida de una mujer que amó a Benito Mussolini y fue silenciada; el drama existencial de un ex soldado de la Segunda Guerra Mundial; y la polarización social en una ciudad brasileña de hoy. Estas son las películas:

Clase 1: La cinta blanca, de Michael Haneke (Alemania, 2009) 

Clase 2: Vincere, de Marco Bellocchio (Italia, 2009) 

Clase 3: La isla siniestra, de Martin Scorsese (EE.UU., 2010) 

Clase 4: Sonidos vecinos, de Kleber Mendonça Filho (Brasil, 2012)

Inicio del taller:
Jueves 10 de enero de 2019 
(hasta el jueves 31)

Horario: 19 a 21 hs.
 
Las vacantes son limitadas y se reservan con inscripción previa.

*Es importante asistir a los encuentros con las películas vistas, por eso como parte del taller también ofrezco copias de las películas en dvd (consultar). 

Para más detalles por favor escribir a: datosparacaro@yahoo.com.ar

miércoles, 28 de noviembre de 2018

Sentires

All the lonely people,
where do they all come from?
All the lonely people,
where do they all belong?


Lennon / McCartney
("Eleanor Rigby")

lunes, 26 de noviembre de 2018

Bernardo Bertolucci (1941-2018)


me oculto en la rutina       sonrío    reparto tarjetas
hablo con corrección     invento
el maniquí
para un traje oscuro y elegante    sólo yo oigo
en la rotura        separarse el hueso

Viktor Gómez

En las imágenes: un extraordinario juego de montaje creado por Bertolucci en su película Il Conformista.

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Mar del Plata 2018 - La cama (Una entrevista)


La cama (Argentina, 2018) 
Dirección: Mónica Lairana 
Sección: Competencia Argentina

“La soledad... supongo”. 
Hable con ella – Pedro Almodóvar


La cama es una película que duele. Duele ser testigos del derrumbe. Todo se siente demasiado cercano. Aunque no tengamos la edad de los protagonistas, ni llevemos varias décadas en pareja, ni hayamos tenido nunca que vender una casa, todos sabemos perfectamente de qué se trata.

La luz es escasa. Los objetos compartidos durante toda una vida se amontonan como escombros. La casa parece un búnker. Los personajes consumen sándwiches minúsculos, como si esos fueran los últimos suministros de pan disponibles. ¿Qué es lo que hacen Mabel y Jorge? ¿Aguantar? ¿Hay un afuera para ellos, un más allá? ¿Una película post-apocalíptica? Quizás. Pero la catástrofe no es tan fácil de registrar, porque sucede hacia adentro, se aloja en el pecho, así que sólo nos quedan los cuerpos. Entonces volvemos a mirar para confirmar que los espacios del hogar, que por momentos lucen arrasados, a la vez conservan los colores de un paisaje cotidiano y reconocible. Y el relato, muy áspero y seco al principio, va encontrando sigilosamente el respiro del cariño. Mabel y Jorge rondan los setenta años y se están separando. Pero hay una ternura irrevocable que los une, por eso nunca dejarán de estar íntimamente entrelazados, como sugiere el afiche de la película. 

A la directora del film, Mónica Lairana, la hemos visto actuar en películas como en El cielito, Agua y sal y El patrón (con una interpretación notable). En La cama, su primer largometraje, continúa una exploración estética ya iniciada en sus cortos Rosa y María, obras breves pero intensas con foco en el cuerpo, la sexualidad, la falta de afecto. La cama se estrena esta semana en la sala Leopoldo Lugones y viene de participar en la Competencia Argentina en la reciente edición del Festival de Cine de Mar del Plata, en donde Lairana y la actriz Sandra Sandrini fueron premiadas por sus trabajos. Antes de su presentación en el festival, Morir en Venecia conversó con ellas y con el actor Alejo Mango. 

La realizadora lo dice abiertamente: la película tuvo como origen una tristeza abismal, de esas que lo paralizan todo y descomponen la existencia en mil astillas. “El disparador de la historia -explica- fue una vivencia personal. Yo me separé después de ocho años, y en ese momento experimenté un dolor muy especial. Fue algo que me impactó mucho: ese proceso de tristeza profunda, esa sensación de que el mundo se detiene, de que uno sólo puede vivir en estado de duelo de la mañana a la noche. El cuerpo de uno está totalmente vacío de energía, afectado físicamente. Eso a mí me impactó tanto que luego sentí la necesidad de contar esta historia. Y una cosa que me había pasado a mí, en ese momento, es que había pensado cuánto más fuerte o complejo podía llegar a ser experimentar ese proceso de duelo en una pareja que estuvo junta toda la vida. Me pregunto qué sentido tiene romper un vínculo a esa edad, cuando quizás tenemos la cercanía de la muerte. ¿Tiene sentido? ¿No tiene sentido? ¿A qué le da uno importancia? ¿Qué tan importante es el sexo en una pareja? ¿Qué es el amor? Son preguntas que me hago profundamente.”

Así nació La cama y así fue cómo la realizadora empezó a buscar a los intérpretes con la edad y el perfil adecuados para encarnar a Mabel y Jorge. Sandra Sandrini y Alejo Mango fueron convocados al principio del proceso de casting, pero la elección no fue inmediata. Lairana siguió haciendo pruebas con otros actores, hasta que la intuición la hizo volver a ellos: “Los probé juntos y la magia ocurrió.” 


“Cuando hice la audición con Mónica -cuenta Sandrini- me sentí muy cómoda. Y eso para mí fue importante, porque fue un trabajo muy particular. Para mí. como persona, fue una experiencia maravillosa. Es una película muy expuesta, pero yo me sentí bien. Lo transité desde lo actoral. Tenés que estar desnudo como en tu casa. Tiene que haber una relajación del cuerpo, una sensación de naturalidad, con tu compañero, con tu sábana, con tu cama, con tus cosas. Y eso para mí fue muy rico. Nosotros hicimos una serie de ensayos en donde se transitó la realidad de los personajes. Hicimos también ejercicios de conexión entre nosotros, para que la relación fuera fluida. Hubo mucha naturalidad, mucha comunión. Mónica tiene una entrega tan profunda a eso que ella quiere transmitir, que uno empieza a sentir que su cuerpo, sus emociones, forman parte de ese instante, de esa semilla que hace posible el hecho artístico.” 

Mango coincide con su colega y comparte su propia experiencia: “También me sentí bárbaro con Mónica en el vínculo personal, y no nos conocíamos. Ella me contactó mediante un mensaje de Facebook, donde me decía que había visto mis laburos en otras películas. Yo tengo algunos trabajos en cine (La niña santa, El perseguidor), aunque soy más bien un actor de teatro. Paradójicamente, me encanta hacer cine. Y creo que Mónica trabajó muy bien el tema de la exposición. Poder hacerlo para mí tiene que ver con un punto en mi vida al que he llegado en mi trabajo como actor. Quizás si me hubieran ofrecido este papel hace veinte años, no lo aceptaba, por pudor, por vergüenza, porque me inhibiría. Pero en esta película, y creo que a Sandra también le pasó, nosotros nos mostramos naturalmente.”

La película comienza con un contundente plano-secuencia en donde el espectador se ve obligado a observar las maniobras cansadas de una pareja que no logra concretar una relación sexual. Los cuerpos lucen vencidos aunque todavía inquietos... o perdidos. La fijeza del encuadre se encarga de densificar los tiempos internos de cada emoción: las esperas, la frustración, las ganas de rendirse, el apremio por llorar. Esta primera escena de la película fue la primera en rodarse. “Eso fue increíble. Fue tirarse a la pileta en el primer día de filmación”, asegura Mango, y reflexiona: “Parece inevitable que el tema de la desnudez sea lo que primero surge, tanto en el rodaje como ahora que la película ya se conoce. La presencia del desnudo aparece como un ingrediente muy fuerte, y a veces temo que eso opaque otra posible discusión o investigación que se haga sobre la película. Los personajes no están desnudos en todas las escenas. Pero evidentemente, cuando Mónica decide arrancar con esa escena en la cama, le está poniendo un marco a la propuesta.” 

“Siempre me imaginé la película así”, asegura la directora. “El guión ya está planteado con esos cuerpos desnudos, despojados de artificio. La decisión de filmar todo adentro de la casa se debió a que a mí no me interesaba la información adicional. Yo quería despojarlos de toda esa información y tener solo a los seres humanos: un hombre y una mujer que está atravesando esta situación y tienen este vínculo. Todo lo demás sobraba, ni siquiera era importante para mí definir por qué se separaban. Porque para mí lo importante era que uno pudiera focalizar en el vínculo y no en las justificaciones o pensar quién es culpable. Por otro lado, el hecho de filmar todo adentro de la casa tenía que ver con invitar al espectador a ser testigo de la privacidad de la pareja. Creo que la casa es el tercer personaje de la película”.


En efecto, como decíamos al inicio de esta nota, somos testigos. Aun cuando muchos planos incorporan el marco de las puertas, quizás sugiriendo cierto límite, cierta “justa distancia” con los personajes, igual estamos ahí y somos mirones. Lairana nos hace mirar y nos hace escuchar, porque sabe que ahí, en el rincón más íntimo y reservado, es donde aparecen muchas claves para pensar la subjetividad e incluso la política: “La intimidad es una temática que me interesa muchísimo, porque yo siento que en el mundo privado de las personas es donde se pueden revelar un montón de cosas respecto de lo humano, desde la cuestión más noble hasta cuestiones que revelan la miseria o la fragilidad del ser humano. Y luego está también la otra intimidad, la más cruda, que es la intimidad de uno con uno mismo. En los trabajos que hago este tema es muy troncal, como también lo es la cuestión de los cuerpos y la desnudez. Me interesa reivindicar la belleza del cuerpo adulto: el cuerpo con signos del paso del tiempo tiene para mí una belleza infinita, y me enoja mucho que en la sociedad en donde vivimos haya un desprecio hacia eso. Hay una locura tan grande que te dice que tenés que despreciar tu propio cuerpo, en vez de valorarlo y amarlo. Y eso me parece terrible. Por eso yo adhiero a estos nuevos movimientos que proponen los cuerpos disidentes. En la película no se busca el embellecimiento de los cuerpos ni con la iluminación, ni con la puesta de cámara, ni con la actuación. Buscamos que esos cuerpos se vean reales, reconocibles, naturales.”

La cama se proyectará en la sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Av. Corrientes 1530), del 22 al 29 de noviembre, a las 19 y 21.30 hs. Más información, aquí

martes, 20 de noviembre de 2018

Mar del Plata 2018 - Un cierre con censura


El último sábado se llevó a cabo, en el Teatro Auditorium, la ceremonia de clausura del 33° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Hubo censura. A los jurados no se les permitió leer los fundamentos de sus elecciones, así como tampoco pudieron hablar los artistas galardonados a la hora de recibir sus premios. La noticia ya es conocida. Desde este espacio simplemente queremos sumarnos al repudio, y replicar el texto publicado por la actriz María Alché, que fue miembro del jurado de la competencia principal. Adherimos a sus palabras.

Por Andrei Ujica, Valerie Massadian, Luis Miñarro, María Alché y María Bonsanti* 
 
Como parte del Jurado de la Competencia Internacional del Festival de Cine de Mar del Plata en su 33 edición, queremos dar las gracias a Cecilia Barrionuevo, Marcelo Alderete, Pablo Conde, Paola Buontempo, Francisco Pérez Laguna y todo su gran equipo de colaboradores, por su calidez y enorme trabajo puesto en que este festival sea tan hermoso como ha sido. 

Asimismo, queremos repudiar la frialdad de la ceremonia de entrega de premios, donde los premiados no tuvieron voz, es decir no pudieron expresarse ni decir nada al recibir sus galardones, al mismo tiempo que no se leyeron nuestras justificaciones de los premios. 

Habíamos pensado unas palabras, pero aparentemente tampoco había lugar; decían lo siguiente: 

Alrededor del mundo cada vez hay menos y menos dinero para la cultura. Considerar a la cultura como algo secundario, es considerar que lo que humanos crean para entender, cuestionar, representar y pensar del mundo en el que vivimos es secundario, cuando en realidad es la esencia de nuestra misión como seres humanos. 

Como jurado se nos convoca para pensar, cuestionar y poner en perspectiva la relación que el cineasta tiene con el mundo, a través de sus personajes, de su puesta en escena, de su lenguaje cinematográfico. No permitirnos intercambiar estos pensamientos y justificaciones para los premios, es negar la comunicación, los lazos en una comunidad. Y no lo entendemos, ya que la cultura es el medio, el vínculo y el propósito de tal evento cultural.


*Integrantes del jurado de la Competencia Internacional del último Festival de Mar del Plata.

viernes, 16 de noviembre de 2018

Otro de los grandes estrenos del año: El libro de la imagen, de Jean-Luc Godard

El potencial político 
de lo que (todavía) no se ve

Por Jean-Louis Comolli* 

"Si “todo” estuviera en campo, si “todo” fuera visible, ¿cómo se mantendría el resorte de la sucesión? Nuestras culturas, antes nuestras sociedades, fueron forjadas por el secreto, el misterio, lo desconocido, la intriga. Habitamos dentro de ese círculo de relatos, estamos hechos de agujeros en el tejido del lenguaje tanto como dentro de las representaciones de lo visible. El fuera de campo se hace cargo de nuestra necesidad de relato en la articulación de lo visible/no visible. Ningún relato dice que después de él será el fin del mundo, el fin de los relatos. Es exactamente el rol del fuera de campo, hacernos sentir que todavía hay reserva."

*Fragmento del libro Cine, modo de empleo. (Editorial Manantial)


Le livre d'image es la película de Godard más estimulante desde Notre musique (2004). Y aunque las imágenes estén colmadas de dolor y violencia, aunque la voz suene muy ajada, al mismo tiempo uno puede sentir que al autor lo devoran las ganas de pensar, de entender, de guerrear, de empujarnos a hacer. Claro que Godard es difícil. Sus estrategias discursivas atentan continuamente contra la posibilidad de una comunicación mínima. La fragmentación lo gobierna todo. Las oraciones quedan partidas por la mitad. Los sonidos se enrarecen. Las imágenes se apiñan, se derraman y se fugan. Cada tanto se pronuncian frases que golpean por su enérgica lucidez (como la cita de Canetti: "Créanme: nunca estamos lo suficientemente tristes como para mejorar el mundo"). Hay muchos apuntes sueltos, evanescentes, inasibles, pero también hay verdades que irrumpen como relámpagos y conmueven. Godard es así: te seduce y te agota. Te provoca y te frustra. Y uno debería recordar siempre, como dice Comolli, que la frustración es una condición esencial en todo espectador de cine (de cualquier tipo de cine): "El espectador frustrado es un espectador sobreactivo. La frustración, en cine, da a gozar la ausencia de lo que no da." Godard lleva este desafío al extremo. Sólo hay que estar predispuesto.

jueves, 15 de noviembre de 2018

Una película magnífica


Es una de las películas argentinas del año. Aunque debería decir: del siglo. Sinceramente lo creo. La dirigió Agustina Comedi y se llama El silencio es un cuerpo que cae.

Se proyecta en la sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Av. Corrientes 1530) del 15 al 21 de noviembre, a las 21.30 hs. Y el jueves 22 de noviembre a las 16.30 hs.

Vayan. Si pueden, traten de conservar el misterio. No lean nada sobre la historia antes de ver la película. 

¡Vayan! 

viernes, 9 de noviembre de 2018

33° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata - 10 elegidas


Una selección muy personal de diez películas que integran la programación de la edición 33 del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, que comienza el próximo sábado.

Los 400 golpes, de François Truffaut (Retrospectiva Jean-Pierre Léaud) 
Jean-Pierre Léaud es uno de los invitados en esta edición del festival. Hay que darse el gusto de volver a ver esta preciosura truffautiana en el teatro Auditorium. Imagino que Léaud estará en la sala para introducir la película. Por eso voy. 
 
Boy meets girl, de Leos Carax (Retrospectiva del director) 
La motivación es bastante parecida a la anterior: quiero conocer a Leos Carax y espero que esté presente en la función. Además nunca vi esta película, su opera prima. 
 
Burning, de Lee Chang-dong (Autores) 
Lo nuevo del cineasta coreano Lee Chang-dong, creador de películas extraordinarias como Peppermint Candy, Oasis y Poetry. Luego de 8 años sin estrenar, Lee Chang-dong vuelve con Burning, un film que “va mucho más allá de su trama -escribe Marcelo Alderete- para hablarnos de los problemas de una sociedad, de las divisiones históricas y de un pasado que afecta al presente y no parece encontrar una solución a la violencia.” 


The wild pear tree, de Nuri Bilge Ceylan (Autores) 
Cine existencialista en su mejor forma. Las películas de Ceylan son tan tristes como hermosas, y hay que ir preparado para salir de la sala en un estado de profunda melancolía que puede prolongarse horas... días incluso. El protagonista de su nuevo film es un joven aspirante a escritor que viaja de la ciudad al pueblo en donde creció, situado en la parte más rural de Turquía. Allí deberá enfrentarse con su padre, y con sus propias limitaciones como artista.
 
Monrovia, Indiana, de Frederick Wiseman (Autores)
Alguna vez lo dije: no creo que haya otro documentalista en la historia del cine tan genial como Wiseman. Su mirada es paciente, discreta, lúcida, crítica, certera. Sus películas pueden durar tres o cuatro horas pero el tiempo ni se siente porque uno queda fascinado ante la riqueza perceptiva que desprende cada plano. Ya es una fija del festival marplatense, que año a año nos agasaja con la más reciente producción del director. En su nuevo film, el realizador se dedica a observar a los habitantes de una pequeña comunidad rural del Medio Oeste de Estados Unidos, una región que debe pensarse como centro formativo de la política y los valores que han consagrado al actual presidente de ese país. 
 
Chubut, tierra y libertad, de Carlos Echeverría 
(Invitada especial – Competencia Latinoamericana)  
Y hablando de notables documentalistas, Echeverría es uno de los mejores nacidos en Argentina (autor de la imprescindible Juan: Como si nada hubiera sucedido). El director esta vez vuelve sobre un paisaje ya visitado en otros trabajos, la Patagonia, para explorar la situación de las comunidades originarias y campesinas a partir de las injusticias cometidas -hoy y ayer- por los gobiernos y los capitales extranjeros. 
 
Yara, de Abbas Fahdel (Competencia Internacional)
Quiero saber. Quiero saber cómo se sigue después de esa experiencia demoledora llamada Homeland (Iraq Year Zero). Su director, el iraquí Abbas Fahdel, da el salto a la ficción para narrar una historia de amor, el primer amor, con su inocencia, ilusiones y decepciones. Ansío verla porque quiero saber cómo se hace, cómo se recupera la fe… si eso es posible.
  
  
The Most Beautiful Country in the World, de Želimir Žilnik (Autores)
La obra del serbio Želimir Žilnik era prácticamente desconocida para el público argentino, hasta que el festival de Mar del Plata le dedicó una retrospectiva en su última edición. Así descubrimos a un cineasta político dueño de una poética ecléctica y vital. La programación de este año incluye su nuevo film, que aborda el presente de los inmigrantes en Europa, en forma de docuficción. Como señala Boris Neleppo, sólo Žilnik “es capaz de hacer un cine incisivo que no les huye a los temas actuales y ofrece un análisis inteligente, sin olvidarse del aspecto humano, la vida cotidiana y la comedia."
 
Los asesinos están entre nosotros, de Wolfgang Staudte 
(Retrospectiva del director)
Y si el año pasado fue Žilnik, esta vez el cineasta a descubrir será Staudte, considerado un maestro del cine alemán de posguerra. Según Olaf Möller, curador de la retrospectiva, esta película integra una trío de obras maestras junto a The Fair y Destination Death. 
 
Prisioneros de la tierra, de Mario Soffici (Clásicos restaurados)
Verdadero emblema del cine social argentino en su período clásico. Nunca pude verla en una copia en condiciones dignas, así que espero hacerlo en el festival, en donde se proyectará una versión restaurada del film que el Museo del Cine de Buenos Aires consiguió realizar gracias al apoyo de The Film Foundation de Martin Scorsese y al laboratorio L’Immagine Ritrovata de Bologna.

Las entradas ya pueden comprarse a través de internet. En el sitio del festival pueden descargar el catálogo y la grilla de programación: http://www.mardelplatafilmfest.com/es

sábado, 3 de noviembre de 2018

Respirar


"No hay forma artística que tenga tanto en común con el cine como la música. Ambos afectan directamente nuestras emociones, no por la vía intelectual. Y el cine es principalmente ritmo; es inhalación y exhalación en secuencia continua."

Ingmar Bergman

La imagen pertenece al film El latido de mi corazón (De battre mon coeur s'est arrêté), dirigido por Jacques Audiard.

viernes, 2 de noviembre de 2018

Experimentaciones


"Uno comete errores, se equivoca de rumbo, divaga. Si uno pudiera ver su tortuosa evolución como una especie de experimento, sin ansiar una imposible seguridad -no sucede nada interesante sin asumir riesgos-, se podría conseguir cierto sosiego.

Por supuesto que puedes experimentar con tu propia vida. Pero tal vez no deberías hacerlo con la de otras personas". 

Hanif Kureishi 
Fragmento de su novela "Intimidad".

En la imagen: el gran Mark Rylance en Intimacy, dirigida por Patrice Chéreau.

jueves, 1 de noviembre de 2018

Albert Nobbs, de Rodrigo García


Texto publicado en 2012

La opresión es física, literal: hay un corset que aplasta los senos y los lastima, no importa cuántos años lleve Albert escondiendo sus curvas. Un simple escozor, un hormigueo azaroso alcanzan para desear incendiar esa jaula que impide dominar la propia piel. No es digno, no es posible acostumbrarse, y esto el film lo corrobora cuando apenas han transcurrido unos pocos minutos del relato. La ansiedad del cuerpo se adelanta a la razón, y es el instinto -con su oportuna lucidez- el encargado de exponer la verdad. Albert (Glenn Close) descubre que no es la única mujer en este mundo que se disfraza de hombre, y a partir de ahí el espectador se arma una idea tentativa de lo que podría ser el film: un sobrio retrato de época centrado en la amistad entre dos mujeres obligadas a travestirse para sobrevivir en la Irlanda del siglo XIX. No es que esperemos necesariamente el camino hacia la liberación, pero al menos sospechamos que la protagonista se hará cargo del desafío que implica cruzarse con el señor Page (una adorable Janet McTeer) y nos preparamos para seguir a Albert en un proceso de autoconocimiento, quizás una evolución (por más dolorosa que sea). Pero la película pronto demuestra ser otra cosa. Un marasmo helado, desconcertante, por momentos impenetrable, como si la masilla brumosa que congela el rostro de Close se expandiera por toda la pantalla para obstruir cualquier filtración emotiva. (A continuación se cuentan detalles de la trama.)

La primera sorpresa es ver que McTeer no padece su condición sino que se adaptó a ella y eligió casarse con una mujer. En el caso de Albert la lectura es más críptica: ella dice que decidió convertirse tras ser abusada por una patota, y porque se le presentó la oportunidad de trabajar de mozo, pero cuesta entender qué es lo que siente íntimamente. Lo único claro es que anhela independizarse y abrir una tabaquería, de allí que su entusiasmo se reduzca a ahorrar propinas y contar monedas con fruición. Todo lo demás es soledad, porque el personaje se revela absolutamente anulado para el deseo sexual. Algunas reseñas señalaron que Albert corteja a la doncella (Mia Wasikowska) porque se enamora, pero es evidente que no, que sólo la visualiza como pieza de su proyecto comercial, detrás del mostrador. A lo sumo, con cierto esfuerzo podría pensarse que Nobbs quiere proteger a la muchacha por puro reflejo maternal. Como sea, estamos ante un ser radicalmente alienado, ajeno a todo erotismo. En el intercambio de miradas y gestos con los otros personajes, el montaje se preocupa por coartarle a la protagonista toda reacción que sugiera un indicio de pasión. Ella observa con cuidado a los demás para aprender los ademanes básicos, las pautas de “normalidad”. Su mirada, sin embargo, es un baldío hace tiempo abandonado.

Si lo que Rodrigo García buscaba era transmitir desde el estilo una sensación de entumecimiento afectivo, hay que reconocer que en parte logra su cometido. El problema de la narración es que no siempre consigue conservar ese tono delicado y concentrado que el drama reclama, y esto se debe esencialmente a ciertos personajes secundarios no del todo pulidos que aportan poco y tienden a anegar el paisaje (como el novio de la criada, demasiado maquiavélico). El aliento del relato parece extinguirse anticipadamente, como si el clímax y la resolución en realidad no importaran. Finalmente, recién cuando palpamos el efecto residual del film, empezamos a comprender: Albert hace mucho que dejó de respirar como ser humano. Es un fantasma. Su historia excede la cuestión de la identidad de género. Lo que estruja su pecho es un desierto existencial inconmensurable. Una película tristísima.


Albert Nobbs (Reino Unido / Irlanda, 2011)
Dirección: Rodrigo García
Guión: Glenn Close, John Banville, Gabriella Prekop, a partir de una novela corta de George Moore.
Intérpretes: Glenn Close, Mia Wasikowska, Janet McTeer,  Aaron Johnson, Jonathan Rhys Meyers, Brendan Gleeson, Brenda Fricker.