miércoles, 30 de noviembre de 2016

Mar del Plata 2016 - Captain Fantastic


Captain Fantastic
(Estados Unidos, 2016)
Dirección: Matt Ross

Sección: Panorama / Autores

La película comienza con un ejercicio de destreza: con un cuchillo como única ayuda, un joven se lanza sobre un ciervo y lo degüella en el acto, ante la seria mirada de su padre y de sus hermanos. Es un bautismo de sangre: “Hoy el niño ha muerto. Ahora hay un hombre”. Todos están camuflados para mimetizarse con la vegetación, con sus cuerpos y rostros embadurnados de barro. Y claro, allí uno piensa en las máscaras feroces de Apocalipsis Now (justo una película vecina en la programación del festival), así como también recuerda los peligrosos verdores de Deliverance y la musculatura de El señor de las moscas. La diferencia es que en Captain Fantastic ese estado “salvaje” -aunque sería mejor decir “precapitalista”- representa una condición elegida y no un callejón al que se llega por desesperación o locura. En esta ficción Viggo Mortensen interpreta a Ben, un hombre que decidió criar a sus seis hijos en medio de un bosque, bien lejos de la modernidad, del consumo, de las tecnologías (tema que a la vez nos lleva a otro film estrenado este año: Le meraviglie). Los chicos son cazadores, agricultores, artesanos, briosos atletas e intensos lectores, cualidades moldeadas bajo una estricta disciplina. Para ellos, celebrar el cumpleaños de Noam Chomsky resulta ser el acontecimiento más importante del año, aunque a uno de los varones también le encantaría poder festejar la Navidad, “como lo hacen todos los demás”. Todo forma parte de un proyecto político que Ben encaró junto a su esposa y madre de los chicos. Sucede que un día la madre muere. Y la familia debe salir a la ruta para enfrentarse con el mundo, o aquello que el protagonista define como “el sistema”. Allí el padre deberá hacerse cargo de muchas contradicciones y asumir que, quizás, su acerada arrogancia podría estar cercenando la individualidad de sus hijos.

La trama aborda una cuestión que no sólo tiene alcance universal, sino que además debería ser siempre prioritaria: si realmente creemos que la emancipación sólo llegará a través de la educación, ¿qué tipo de crianza debemos darle a nuestros hijos? No tengo dudas de que Matt Ross realizó el film con las mejores intenciones, y encima cuenta con Mortensen, que aquí vuelve a lucirse con esa sencillez tan magistral que lo caracteriza (yo intuyo que a Viggo le compramos lo que sea porque es un actor que nunca parece estar actuando). Captain Fantastic es una película amable, visualmente hermosa por momentos, pero débil en su construcción dramática, afectada por el carácter excesivamente programático del guión, rasgo que en varias escenas se torna muy evidente y anula cualquier atisbo de frescura. Pienso en el dibujo que hace el film de Bo (George MacKay), el hijo mayor del clan, quien debido al aislamiento no ha tenido roce con las mujeres y no sabe bien cómo vincularse con ellas. Cuando conoce a una chica que le gusta, para declararle su amor el joven no encuentra mejor opción que arrodillarse cual precario Romeo mientras recita un inverosímil parlamento científico-literario. La escena no logra ser ni ridícula ni tierna: es directamente artificial. Fría. Está colocada para probar uno de los veredictos del film (también subrayado por los diálogos): la experiencia vivida en el mundo concreto aporta una clase de sabiduría que los libros no contienen



Captain Fantastic no es una película ingenua, a pesar de su tibieza. Al mostrar la mansión perteneciente a los suegros de Mortensen, por ejemplo, el realizador postula que el sueño hippie sigue siendo, en gran medida, patrimonio de jóvenes burgueses que se lanzan a practicarlo como si fuera un ensayo existencial, sabiendo que pueden volver al confort familiar si la aventura fracasa (que el dato sea un lugar común no lo hace menos cierto). Pero creo que lo más interesante del relato reside en un puñado de indicios que señalan aquellas situaciones o perspectivas que escapan al control del protagonista. Una de las hijas pequeñas de Ben, Zaja (interpretada por la maravillosa Shree Crooks), pronto se revelará como una enciclopedia andante, con muchos contenidos sobre historia y actualidad acumulados en su memoria. A la niña también le fascina cazar nutrias y desollarlas con un cuchillo hurtado a sus hermanas mayores. Al comienzo del film vemos cómo el padre sube a buscar a Zaja a una casita montada sobre un árbol, en donde descubre que la niña tiene un retrato del bestial Pol-Pot situado en un altar, rodeado de pieles, plumas y pequeñas calaveras de animales (y algo más). Y allí uno se pregunta en qué extraña manera estará procesando esta nena toda la información inculcada por su padre. El padre, azorado, no sabe qué decir. La escena es breve pero inquietante, porque insinúa algo siniestro a través de su discreta ambigüedad. Allí podría haberse incubado, decididamente, otra película, claro que en ese caso estaríamos sacudiendo el cerco de la feel-good movie, convención que Captain Fantastic jamás pretendió traspasar. 

2 comentarios:

leo torres dijo...

Buenísima la critica Caro. Me gustó mucho Captain Fantastic pero mientras la veía me decía a mí mismo "esto lo voy a pasar por alto". Leyendo tu reseña me dí cuenta que en realidad decidí que me guste, pasando por alto algunas cosas que nombrás y otras que acabo de descubrir. Es como una licencia que me tomo sin darme cuenta con algunas películas, creo que cuando la premisa de la que parte me entusiasma.

Caro dijo...

Hola, Leo.

Al igual que vos, yo siempre intento "entregarme" tanto como puedo a lo que una película me propone. Alguna vez dije que no me considero una fundamentalista de lo verosímil en el cine. Pero creo que en varias situaciones las acciones pierden naturalidad, porque adivinamos rápidamente cuál es el efecto que quieren causar. Así y todo, hay momentos realmente emotivos, como cuando los chicos van al funeral y se abrazan con la abuela: con ese llanto queda claro que los chicos necesitan ese vínculo, más allá de los deseos "separatistas" del padre. Y me parece que el conflicto central se resuelve bien al encontrar un punto intermedio para los personajes que no implique volver al aislamiento ni someterse a la vida urbana-capitalista. Pero debo decir que dos elementos que aparecen al final podrían haberse evitado (me pincharon mucho la película). Por un lado, la escena en donde todos juntos le cantan "Sweet Child of Mine" a la madre bordea la impostación publicitaria; y por otro lado, ese cierre con el hijo mayor que se va de mochilero a viajar por el mundo, cuando lo que él quería -supuestamente- era seguir una carrera universitaria. "Simplemente puse mi dedo en el mapa y me tocó Namibia", le dice el chico a una de las hermanas. Perdón, pero eso no es marxista. Es snob.

Muchas gracias por tu comentario.

Saludos,
Carolina