viernes, 31 de julio de 2020

Algo así como la Historia...


"Y le ocurría que este distanciamiento, este no participar para nada en los hechos, de alguna manera muy confusa, muy subterránea, lo disgustaba y, hasta cierto punto, lo avergonzaba. Sin siquiera confesárselo se sentía culpable. ¿Culpable de qué? Era difícil explicarlo. Tal vez de insensibilidad, de indiferencia, de sentir ese anquilosamiento paulatino de una parte de sí. De una parte que en otro tiempo (seamos honestos: durante el brevísimo tiempo de la militancia universitaria y la revistita) había vibrado, o había querido vibrar con... con algo que tampoco podía definir con exactitud pero que significaba algo así como la Historia, o el país, o la gente, o tal vez algo simplemente más abierto, más limpio, más generoso que su miserable mundo de todos los días".

Humberto Constantini
Fragmento de su novela "La larga noche de Francisco Sanctis" (Ed. Tren en Movimiento, Buenos  Aires, 2017).

En la imagen: Diego Velázquez en la excelente transposición de la novela al cine que hicieron Andrea Testa y Francisco Márquez. La película puede verse online aquí

miércoles, 29 de julio de 2020

Un hueco



"¿Qué nos enseña el cine sino el descubrimiento sin cesar ampliado de sus límites, de lo que falta a la mirada y a la escucha en el momento mismo de su exaltación? Es solamente para ser desmentido que se le da a los dos sentidos privilegiados en la sesión cinematográfica esta suerte de poder total. El desmentido, la decepción, la sensación de tope, de un límite, de un hueco en nuestro propio sistema perceptivo y cognitivo son exactamente lo que nos deja el aprendizaje privilegiado."

Jean-Louis Comolli

(Fragmento de su ensayo “Cine contra espectáculo”, publicado en el libro Filmar para ver. Escritos de teoría y crítica de cine. Ed. Simurg-FADU)

En la imagen: Million Dollar Baby, de Clint Eastwood

lunes, 27 de julio de 2020

El arte y el reloj


"La duración de una obra es lo que la cultura que la ve nacer pueda permitirse como tiempo robado (tiempo ocioso) al funcionamiento del capital que se mueve en sus estructuras más profundas."

Rafael Spregelburd
(Revista "Otra parte" - Primavera 2008)


En la imagen: Mariano Llinás en el rodaje de La Flor.

sábado, 25 de julio de 2020

Nobody knows I'm here, de Gaspar Antillo


Me pareció hermosa esta película chilena. Tiene una trama sencilla pero aun así se las ingenia para preservar algunas sorpresas hasta el último minuto. Les sugiero verla sin conocer detalles de la historia. Está en Netflix.


Marta: Parece que va a haber tormenta.
Tío Braulio:  ¿Lo dices por el viento?
Marta: No. Por la aplicación.
 
Marta y Braulio habitan el mismo lugar pero no leen los signos del entorno de la misma forma. De a poco, la tecnología fue invadiendo los rincones más remotos de la tierra y ya nadie es capaz de aislarse por completo. Tampoco Memo. Él se instaló en la isla para esconderse, para huir de algo... o de todos. Huir de la mirada del otro. 

Hoy nos abruman infinitos libros, tesis y conferencias que abordan la cuestión filosófica del cuerpo, desde todo ángulo posible. Pero nadie que esté afuera de un cuerpo condenado puede ni siquiera imaginar lo que se sufre realmente. Hay demasiada teoría y muy poco roce con el verdadero dolor. Esta película humilde logra acercase a esa tristeza con una sensibilidad fuera de lo común. 


Memo sabe que no es invisible. Desaparecer totalmente podría ser una opción, aunque algo del orden del deseo parece pelearse con ese último recurso. El relato se interna precisamente ahí, en esos pliegues íntimos de la subjetividad en donde un ser todavía lucha por ser quien es y no aquello que desde siempre le dictaron los ojos de los demás. Pero claro… es una lucha que cansa. Memo está agotado y el cuerpo impone sus propios límites. Aquí es cuando el personaje de Marta se torna esencial.


Una serie de peripecias llevan a Memo a enfrentar el trauma. Quizás -realmente no lo sé- contar su verdad en público le permita empezar a vincularse de otra forma con su propia identidad y su pasado. Pero la posibilidad concreta de apertura surge cuando Memo constata que alguien es capaz de mirarlo con sincera ternura: mirarlo como persona y no como una rareza. Por eso en la última escena no tenemos la certeza de un triunfo de la voluntad o de una transformación superadora. El final es tan solo un cuerpo abrazando a otro cuerpo de forma genuina.

viernes, 24 de julio de 2020

jueves, 23 de julio de 2020

Comprender en vez de juzgar


Por Albert Camus*

“Personalmente, no puedo vivir sin mi arte. Pero jamás he puesto ese arte por encima de cualquier cosa. Por el contrario, si me es necesario es porque no me separa de nadie, y me permite vivir, tal como soy, a la par de todos. A mi ver, el arte no es una diversión solitaria. Es un medio de emocionar al mayor número de hombres, ofreciéndoles una imagen privilegiada de dolores y alegrías comunes. Obliga, pues, al artista a no aislarse; le somete a la verdad, a la más humilde y más universal. Y aquellos que muchas veces han elegido su destino de artistas porque se sentían distintos, aprenden pronto que no podrán nutrir su arte ni su diferencia más que confesando su semejanza con todos.

El artista se forja en ese perpetuo ir y venir de sí mismo hacia los demás, equidistante entre la belleza, sin la cual no puede vivir, y la comunidad, de la cual no puede desprenderse. Por eso, los verdaderos artistas no desdeñan nada; se obligan a comprender en vez de juzgar. Y si han de tomar partido en este mundo, sólo puede ser por una sociedad en la que, según la gran frase de Nietzsche, no ha de reinar el juez sino el creador, sea trabajador o intelectual.

Por lo mismo el papel de escritor es inseparable de difíciles deberes. Por definición no puede ponerse al servicio de quienes hacen la historia, sino al servicio de quienes la sufren. Si no lo hiciera, quedaría solo, privado hasta de su arte. Todos los ejércitos de la tiranía, con sus millones de hombres, no le arrancarán de la soledad, aunque consienta en acomodarse a su paso y, sobre todo, si en ello consiente. Pero el silencio de un prisionero desconocido, abandonado a las humillaciones, en el otro extremo del mundo, basta para sacar al escritor de su soledad, por lo menos, cada vez que logre, entre los privilegios de su libertad, no olvidar ese silencio, y trate de recogerlo y reemplazarlo, para hacerlo valer mediante todos los recursos del arte.”


*Fragmento de su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura (1957).

La imagen pertenece a la extraordinaria La promesa (La promesse), película dirigida de Pierre y Jean-Luc Dardenne. 

Pueden ver la película online en este sitio.

jueves, 16 de julio de 2020

Expansiones


"Diez o quince años después de Apocalypse Now! estaba en un hotel en Inglaterra y agarré el principio de la película. Terminé viéndola completa. Y no era tan rara como pensaba. Había, en cierto modo, expandido lo que la gente estaba dispuesta a tolerar en una película".

Francis Ford Coppola
(En un artículo publicado en el suplemento Radar del diario "Página/12". Ir al texto completo).

miércoles, 15 de julio de 2020

The Children's Hour


Texto publicado en 2010, cuando acababa de 
sancionarse la Ley de Matrimonio Igualitario.

Debe ser el déjà vu cinematográfico más curioso que me tocó experimentar. Allá por los años 90, en el cable, me topé con La mentira infame (The children’s hour), dirigida por William Wyler. Un par de años después, también en televisión (es increíble comprobar cuántos buenos clásicos programaban antes en el cable), me dispuse a ver Infamia (These three), que tenía un argumento llamativamente similar a la película anterior y estaba firmada por… William Wyler.

¿Las dos pertenecían efectivamente al mismo Wyler? ¿El mismo de Cumbres Borrascosas y Rosa de Abolengo? ¿Y cómo sería entonces la obra de teatro original? Ahora uno confirma esos datos finos con solo entrar a IMDB, pero hace quince años esto no era automático, salvo que uno tuviera una enciclopedia completísima. Lo único evidente era la diferencia fundamental entre ambas versiones: The children’s hour, estrenada en 1961, exponía un amor homosexual que These three, en 1936, no podía ni siquiera sugerir. Por eso no se trata de un remake más: nació de una necesidad de Wyler de hacer justicia, y se vengó del código Hays readaptando la misma obra pero esta vez con un personaje que sufre de verdad y confiesa sentirse “anormal” (nadie pronuncia la palabra lesbianismo).

La autora de la pieza original es Lilliam Hellman, quien colaboró como guionista en varias películas de Wyler. La historia transcurre en un colegio para niñas dirigido por dos jóvenes profesoras (Audrey Hepburn y Shirley McClaine en la versión de 1961). Una de las alumnas -particularmente dañina y manipuladora- le cuenta un día a su abuela que vio a las maestras en una actitud “sospechosa”, narración al oído que queda fuera de nuestro alcance, justamente porque ya no importará su veracidad. El eje del film es la fuerza devastadora del prejuicio, pero más allá de la infamia que deben afrontar las protagonistas, lo que el realizador no quiso eludir es el profundo dolor de una persona que no puede aceptarse a sí misma porque la sociedad se lo prohíbe.

Y pensar que hace unas semanas en el debate por la ley de matrimonio igualitario todavía se hablaba de “aquello que es natural y aquello que no lo es”. Ayyy… si pudiera le sacaría un pasaje a Wyler de regreso a la vida para que hiciera una tercera versión aquí en Argentina. Apuesto a que nos regalaría una encantadora comedia de enredos (aunque no fuera su género habitual), contento de que una partecita del mundo haya dado un paso hacia una mejor humanidad.



The Children’s Hour (EE.UU, 1961)
Título local: La mentira infame
Dirección: William Wyler
Con Audrey Hepburn, Shirley McClaine, James Garner, Miriam Hopkins, Karen Balkin.

Las dos películas de Wyler pueden verse online:
These Three
The Children's Hour

martes, 14 de julio de 2020

En guardia


Alguien te sigue a veces en silencio.
Las cosas nunca dichas
Se transforman en actos.
Atraviesas la noche en las manos del sueño,
Pero el otro, implacable,
No te abandona: lucha
Contra la irrealidad, la falsa vida
Donde todo es ocaso.
Frágil perseguidor que eres tú mismo,
Lo has obligado a ser, en guardia siempre,
El minucioso espejo que no olvida.

José Emilio Pacheco
("La falsa vida")


La pintura pertenece a George Tooker ("Subway", 1950)

lunes, 13 de julio de 2020

Libro recomendado


En unas semanas van a cumplirse 20 años del estreno de Nueve reinas, y es una buena oportunidad para recordar este libro que publicó el BAFICI en 2016 dedicado a Fabián Bielinsky.

Pueden descargar el libro completo, de forma gratuita, desde este sitio.

sábado, 11 de julio de 2020

Pero igual... hay algo primordial


Por Ana Katz*

“¿Qué es una buena familia? ¿Ésa en la que comen todos juntos, o ésa en la que cada uno come en su cuarto? ¿Qué es una buena madre? ¿La que sabe siempre qué están haciendo los hijos? Yo intentaba describir el mundo de la familia desde lo extraño, no desde lo familiar. Lo familiar es lo que todos sabemos; los Benvenuto, la comida, ‘hijo, ¿volvés tarde?’. Es lo que uno sabe de oído. Y a mí lo que me interesaba era que a un tipo, de golpe, todas las escenas supuestamente familiares se le volvieran desconocidas. Es algo que me parece terrorífico.”

*En una entrevista sobre su excelente film debut, El juego de la silla (Publicada en el suplemento Radar de Página/12 - Julio de 2003)

La película puede verse en YouTube.

miércoles, 8 de julio de 2020

martes, 7 de julio de 2020

Necesidad del otro


Por James Baldwin*


No puedo ser pesimista porque estoy vivo. Ser pesimista significa que hemos aceptado que la vida humana es una cuestión académica, así que estoy obligado a ser optimista. Estoy obligado a creer que podemos sobrevivir a lo que sea.

Pero…


Los negros en este país… el futuro de los negros en este país es precisamente tan luminoso o tan oscuro como el propio futuro del país. Depende completamente del pueblo estadounidense y no de los representantes. Depende del pueblo estadounidense decidir si van a enfrentar al desconocido que difamaron por tanto tiempo, a lidiar con él y a aceptarlo.


Lo que los blancos tienen que hacer es encontrar en sus corazones el porqué es necesario tener a un "negro", para empezar. Porque no soy un negro, soy un hombre. Pero si crees que soy negro, es porque lo necesitas.


Ésa es la pregunta que se deben hacer los blancos de este país, al norte y al sur, porque es un sólo país, y para el negro no hay diferencia entre norte y sur, es sólo una diferencia en la manera de castrarte, pero el hecho de castrar es la realidad estadounidense...


Si no soy el negro aquí y ustedes lo inventaron, ustedes los blancos lo inventaron, pregúntense por qué. Nuestro futuro depende de ello, de si se puede o no hacer esa pregunta.



*Fragmentos del excelente documental I Am Not Your Negro (2016), dirigido por Raoul Peck.

sábado, 4 de julio de 2020

Más allá de la vida, de Clint Eastwood


 Texto publicado en 2011

Más allá de la vida (Hereafter) es un blanco fácil para las lecturas arrojadas desde la soberbia y la precipitación. Mary Ann-Johansson, por ejemplo, dice en su reseña que lo único que explica la existencia de esta película es que Clint Eastwood se está volviendo senil. Muchos críticos se confiesan asombrados frente al nivel de “ridiculez” de Hereafter, pero en vez de detenerse a desmenuzar los matices, se quedan en el rechazo irónico, ese acto reflejo tan cómodo y tan extendido en este oficio. Algún mandato periodístico internalizado -aunque no demasiado discutido- nos apura a establecer juicios conclusivos que demuestren la “seguridad” del ojo entrenado, y en este automatismo mucha veces se eluden los grises, esas zonas que quizás contengan lo más complejo de la obra, la puerta que invita a transitar las formas. Y eso es justamente lo que intento hacer en este espacio: interrogar al cine. Hurgar en las dudas antes de alojarme en los diagnósticos cerrados.

En Hereafter Matt Damon es un médium que se comunica con personas recientemente fallecidas. Tiene ese don desde su adolescencia, cuando una enfermedad lo dejó al borde de la muerte. Le alcanza con tomar un instante las manos de un allegado al muerto para conectarse con la voz que le habla desde el otro lado. También puede ver el rostro del muerto en una especie de flash fugaz y muy artificial (y sí, el cine depende de la figuración). La comunicación dura un par de minutos, pero aporta suficiente información como para que el familiar en pena se quede conforme.

Nada de esto es demasiado nuevo para el cine. Es más, resulta llamativamente elemental la manera en que Eastwood expone estas “intervenciones paranormales”, con una discreción que nos deja un poco helados, quizás porque al tópico lo tenemos muy asociado a otros géneros y otros contextos. Y aquí reside el desafío del film, porque justamente la primera barrera a romper es nuestro escepticismo, la jactancia de creer sólo en aquello que puede probarse. Hereafter demuestra un enorme respeto por lo que no conocemos. Es una película sobre la fe, un intento por recuperar el espacio de lo metafísico en la vida cotidiana. Este anhelo debe ser lo que a muchos críticos les resultó absurdo. Otra vez, lo que más cuesta es vencer el prejuicio.

Al final, no te explican bien qué pasa después de la muerte”, dijo una señora ansiosa cuando terminó la proyección. Y el punto es que la película no tiene como objetivo hacer una gran revelación al respecto. Nadie sabe qué pasa después, salvo a través de los numerosos “testigos” que confirman el cliché: quien se acerca a la muerte ve una luz y se siente invadido por la paz. Luz brillante, siluetas espigadas, imágenes repetidas que se han convertido en lugar común, el único lugar que tenemos. Por eso el relato insiste con esos túneles blancos. Lo demás es silencio. No pretendamos inventar el reverso. Aceptemos que la razón no puede penetrar lo más esencial. Asumamos los límites, partamos de lo que conocemos -la tierra firme del clasicismo- a ver si al menos algunas emociones genuinas logran compensar el vacío radical.

Aunque es clara la atmósfera de solemnidad que baña la película, por momentos parece no tomarse demasiado en serio a sí misma, como en la secuencia de la feria del libro, en donde se evidencia cómo la producción editorial lucra con las experiencias en catástrofes, ya sea con un ensayo espiritual como el que publica el personaje de Cécile de France, o con un relato de supervivencia en apariencia morboso como el que presenta el autor que la sucede en el mismo stand. Existe toda una industria cultural dispuesta a explotar el temor a la muerte, y Hereafter no esconde que es parte del juego.

Lo más intenso es la historia de los hermanos gemelos ambientada en un barrio humilde de Londres. La escena que reúne a uno de ellos y a Damon en el hotel probablemente sea la más significativa de la película. Porque allí se impone una diferencia: el mensaje que llega desde el más allá no resulta suficiente. Es el ser viviente, y no el fantasma, el único capaz de encontrar las palabras justas para el consuelo.

jueves, 2 de julio de 2020

Simplemente... CONTINUAR



Dijo CLINT EASTWOOD, en una entrevista publicada en enero de este año:

“Nunca imaginé que iba a llegar hasta aquí. Cuando empecé a actuar 60 años atrás, no pensaba que algún día mi trabajo se iba a terminar, entonces uno simplemente espera que lo que hace le lleve a algún sitio. En cuanto a mi edad, debo confesar que de vez en cuando levanto la cabeza y me pregunto cómo es que todavía sigo trabajando y me cuestiono si no tendría que buscarme un buen asilo para ir a vivir. De todos modos, creo que he tenido suerte y he heredado los genes de mi abuelo, que me permiten seguir adelante. Pero tampoco tengo la seguridad. En cualquier caso, sé que no tengo que cuestionarme mucho nada y simplemente continuar.”


La nota completa puede leerse aquí.