lunes, 28 de diciembre de 2020

Este año, más que nunca, brindo por lo que propone el poeta...


Hay que inventar respiraciones nuevas.
Respiraciones que no sólo consuman el aire,
sino que además lo enriquezcan
y hasta lo liberen
de ciertas combinaciones taciturnas.

Respiraciones que inhalen además
las ondas y los ritmos,
la fragancia secreta del tiempo
y su disolución entre la bruma.

Respiraciones que acompañen
a aquel que las respire.

Respiraciones hacia adentro del sueño,
del amor y la muerte.

Y para eso hay que inventar un nuevo aire,
unos pulmones más fervientes
y un pensamiento que pueda respirarse.

Y si aún faltara algo,
habría que inventar también
otra forma más concreta del hombre.


Roberto Juarroz 

Por un 2021 con salud y trabajo para todos.

jueves, 24 de diciembre de 2020

La esencia

"La esencia de lo bello no estriba en su contraposición a la realidad, sino que la belleza, por muy inesperadamente que pueda salirnos al encuentro, es una suerte de garantía de que, en medio de todo el caos de lo real, en medio de todas sus perfecciones, sus maldades, sus finalidades y parcialidades, en medio de todos los fatales embrollos, la verdad no está en una lejanía inalcanzable, sino que nos sale al encuentro. La función ontológica de lo bello es cerrar el abismo abierto entre lo ideal y lo real". 

Hans-Georg Gadamer (en su ensayo “La actualidad de lo bello”).  

La imagen pertenece a la película Marie-Jo et ses deux amours, dirigida por Robert Guédiguian

miércoles, 23 de diciembre de 2020

La seguridad de lo familiar



"Un pintor original sabe, de más está decirlo, que cuando el público le exige ser fiel a la realidad (a un objeto), quiere por regla general exactamente lo contrario: una fidelidad a las concepciones pictóricas que le son familiares."

Northrop Frye 

La pintura es de Emilio Pettoruti

viernes, 11 de diciembre de 2020

Kim Ki-duk (1960-2020)

Creo que mi favorita personal del director surcoreano es El Tiempo (por motivos, justamente, personales). Hierro 3 es una hermosura a la que también le tengo mucho cariño. Pero intuyo -desde una mirada más "objetiva", digamos- que su mejor película es Domicilio desconocido, que en su momento comenté en esta reseña

jueves, 19 de noviembre de 2020

VILAS: Serás lo que debas ser o no serás nada


Me gustó mucho el documental de Netflix sobre Guillermo Vilas. Lo recomiendo.

El hilo que organiza el relato es la investigación que hizo el periodista Eduardo Puppo para probar que Vilas debió haber sido reconocido en el primer puesto del ranking ATP en los años ‘70. Todo esto está muy bien explicado pero no creo que la cuestión “estadística” sea lo más estimulante de la película. Tampoco suman demasiado -más allá de la presencia vistosa- ciertos testimonios de tenistas consagrados que suenan a compromiso improvisado. El director del documental, Matías Gueilburt, dice que hicieron todo lo posible por incluir una entrevista con Jimmy Connors pero no se logró (no estaba interesado, claramente). Yo jamás noté esa ausencia mirando la película, porque lo mejor está en otro lado y no en aquello que se pretende forzar. No sigan leyendo si aún no la vieron, y no es que debamos evitar spoilers porque acá no hay giros de la trama a preservar. Más bien se trata de un documental lleno de pequeños tesoros a descubrir, sobre todo para quienes no lo vimos jugar a Vilas e ignorábamos muchos detalles de la evolución de su carrera. 

Descubrir, por ejemplo, la hermosa relación que lo unió al tenista sueco Björn Borg, narrada con anécdotas e impecables fotografías. Quizás las fotos recopiladas sean el punto más alto del documental: hay muchas que son bellísimas y fluyen con la cadencia justa gracias a la elegancia del montaje. 

Otro momento de gran intensidad es aquel en el que Vilas cuenta lo mucho que sufría su padre al ver a su hijo atado a una vida de extremo sacrificio y competencia. Una vida que un padre no consigue comprender, aun cuando el hijo alza frente a sus ojos uno de sus tantos trofeos. 

Vilas conservó muchos cuadernos que escribió a modo de diarios íntimos y registros sobre tácticas deportivas. Alguna frase suya que leemos al pasar, al principio del relato, no parece dejar dudas sobre el narcisismo del tenista. Pero cuando la película avanza vamos perdiendo cualquier impulso a rotular una subjetividad tan compleja y extraordinaria con diagnósticos elementales. Lejos de sentirlo arrogante, comprobar que este hombre se hablaba a sí mismo en sus diarios me hizo pensar en Pizarnik, que se ahogaba y se rescataba en sus propias poesías, nombrándose. Tal vez Guillermo, al igual que Alejandra, no hacía otra cosa que combatir una soledad tamaño galaxia.  

miércoles, 18 de noviembre de 2020

Aleteos


"De nada sirve aletear si estamos pegadas 
al matamoscas de la vida".

Sweet Charity
(Dirigida por Bob Fosse)

martes, 17 de noviembre de 2020

lunes, 9 de noviembre de 2020

Mostrar que el mundo cambia


Por Jean-Louis Comolli *

Es difícil nombrar las cosas que están oscuras, que no podemos ver. Cuando me miro a un espejo no veo todo, hay cosas que están ocultas incluso para mí. Lo que me interesa mucho es el proceso de producción de las imágenes. Mostrar que las cosas se construyen, se modifican, que hay cambios y eso para mí es una obsesión, diría que teológica. Pienso que el cine está allí para mostrarnos que el mundo se crea todos los días, que no se creó de una vez y para siempre. La misión política del cine es mostrar que todo cambia y esto se opone al punto de vista religioso, donde el mundo ya está dado por Dios y el hombre no puede hacer nada. Ahora si el mundo se transformó en espectáculo, la pregunta central para el cine es ¿qué es lo que queda de lo real? Filosóficamente y cinematográficamente yo creo que lo real existe, pero que no lo conocemos. Lo real es lo que se nos escapa, lo que no puedo nombrar o calcular. La existencia de lo real es vital para nosotros, si no, nuestras vidas serían como el teatro de Shakespeare y viviríamos manejados como marionetas. Allí es donde interviene el cine al ser la confrontación del cuerpo humano y la máquina que filma. El cuerpo es una mezcla de lo conciente y lo inconsciente. La máquina producida por el hombre condensa toda la historia de la óptica, la mecánica y del sueño humano de fabricar imágenes. El encuentro entre el cuerpo y la máquina pone en contacto zonas de pensamiento y zonas de lo no pensado, y entre esas zonas se produce algo de lo real.

* En una entrevista publicada por la revista Ñ (18/10/10).
      
La imagen pertenece a la película Un tiro en la noche (The man who shot Liberty Valance), de John Ford.

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Rompecabezas, de Natalia Smirnoff

“En el arte, no se trata exactamente de saber lo que las cosas son sino, más bien, de sostenerse ante el hecho prodigioso de que sean…” 

Santiago Kovadloff

Mucho se habló de la primera secuencia de esta película, quizás porque tiene una elocuencia concisa que bien podría hacerla funcionar como un cortometraje autónomo. Vemos a una mujer que está cocinando, apresada por una cámara tan cercana que termina fusionándose con su rostro, sus manos, el delantal, los bollos recién amasados, el pollo esmerilado. Cuesta un poco calibrar los ojos frente a esos primerísimos primeros planos, porque la imagen se va de foco, o porque es la mujer la que se va de la imagen, muy concentrada ella en su labor, acostumbrada a que nadie se digne a observarla en esos momentos. Hasta que llega el cine para recordarnos que, tal vez, aún no hemos aprendido a mirar. (“Tengo un catalejo, con él la luna se ve, Marte se ve, hasta Plutón se ve, pero el meñique del pie no se me ve”, cantan los cubanos del grupo Buena Fe).

Porque nadie presta atención al mundanal hábito, aun cuando el hábito engendra continuas obras de arte efímero, que van del horno a la bandeja para extinguirse al instante en la boca de algún lobo. Y no, no es el esnobismo de la nouvelle cuisine y sus insípidas pocas nueces, porque la mujer sabe que los suyos todavía adoran lo clásico, o sea, los platos generosos y sabrosos. Y lo que en los segundos iniciales parece ser una cena de todos los días para la familia, enseguida se revela como un gran festejo con amigos y parientes, en donde ella renueva sin cesar el reparto de pizzas y empanadas, y su hijo le grita que se acabó el salame, y su suegra le dice que esta vez la carne mechada sí le salió rica.

Alguien por ahí la llama Carmen o María del Carmen, mientras ella sigue con los malabares, de la cocina al comedor y viceversa. La vemos sacar una pizza del horno mientras con la otra mano escribe un Feliz Cumple de dulce de leche sobre una torta. Jamás pierde el cronómetro en sus tareas, pero es la cámara la que muestra cómo ella se pierde entre los otros, confundida con los otros, como si los contornos de su ser no pudieran separarse de la mesada, la harina o la escoba que barre los trozos de un plato roto. Ella y los otros son un todo, una unidad a partir de un rol social. Hasta que un día, jugando, descubre lo que siempre supo: que un todo se forma a partir de pequeñísimas piezas.

De cómo perderse con los años y volver a encontrarse sin dejar de ser esencialmente el mismo todo, el mismo ser. Eso es lo que la directora Natalia Smirnoff quería contar en Rompecabezas. Que no es, y esto hay que remarcarlo, la historia de una victimización. Porque a María del Carmen (una esquiva y a la vez terrenal María Onetto) no le interesa dejar de ser madre y esposa. Ahora es, simplemente, un poco menos anónima para el mundo (su mundo, el que ella sola se armó, y eso es lo que importa). Ahora ella es una parte fundamental de su propio paisaje. Y el próximo año volverá a dedicarle un día entero a la cocina para invitar a todos y celebrar el mejor de los cumpleaños. Que no será el de su hijo o el de su marido, como el montaje pícaro de la primera escena nos quiso hacer creer. Será ella quien sople las 51 velitas. Y los cumplirá feliz.

 
Esta película se encuentra disponible en "Odeón", plataforma argentina de contenidos audiovisuales online, de acceso gratuito.

martes, 3 de noviembre de 2020

Trabajo orgánico


Cada tanto, aunque sea una vez cada tanto,
es inevitable volver a los puentes…

Una idea de David Lynch: “Cuando ves un edificio avejentado o un puente oxidado, estás presenciando el trabajo conjunto del hombre y la naturaleza. Si pintas el edificio, pierde toda magia. Pero si le permitimos envejecer, la naturaleza se suma al trabajo de construcción del hombre: el resultado es orgánico. Sin embargo, con frecuencia la gente ni siquiera se plantea permitir algo así, sólo se les ocurre a los escenógrafos.” (1)

Leyendo la biografía de Clint Eastwood escrita por Patrick McGilligan, descubrí que fue Bruce Beresford el realizador contratado en primer lugar para dirigir Los puentes de Madison (The Bridges of Madison County). Eastwood ya estaba elegido como actor protagonista, pero no logró congeniar con el director de Conduciendo a Miss Daisy. Beresford al poco tiempo se alejó del proyecto, a pesar de que ya había avanzado en la selección de locaciones. Eastwood tomó la posta. Por suerte.




Así lo cuenta McGilligan: “Clint desechó la idea de construir un nuevo puente de Roseman (el principal puente cubierto del relato), con lo que se ahorraría un millón y medio de dólares del presupuesto previsto. Los departamentos artísticos del estudio se encargarían de que el verdadero puente de Roseman, que, debido a una reciente restauración, a Beresford le pareció demasiado bonito, tuviera un aspecto envejecido, y después de la filmación lo devolverían a su estado original.” (2)


1 - David Lynch, Atrapa el pez dorado. (Ed. Mondadori)
2 - Patrick McGilligan, Clint Eastwood. (Ed. Lumen)

lunes, 2 de noviembre de 2020

Perfecta síntesis


"Te miro y sólo pienso en cómo puedo ayudarte a ser lo que deseas 
desde hoy y hasta el día en que mueras".

David Fisher (Michael C. Hall) en Six Feet Under

viernes, 23 de octubre de 2020

American Gangster, de Ridley Scott

Texto publicado en 2008

Las películas de Ridley Scott son más grandes que su firma. Los duelistas, Alien, Blade Runner y Thelma y Louise son verdaderos emblemas de ciertos géneros y ciertas épocas, cuyos sus títulos llegan a la memoria antes que el nombre del autor. ¿Alguien recuerda cuáles fueron los últimos films de Scott? Una ayudita: Los tramposos, Cruzada, Un buen año... productos insulsos, lánguidos. Ridley Scott no tiene un estilo distinguido, aunque a veces pueda ser solvente. Scott no es garantía de buen cine, pero ante un guión inteligente puede ser garantía de buen Hollywood. American Gangster es el caso.

En el inicio del film, Bumpy Johnson (Clarence Williams III) -el mafioso más respetado en los ’60 dentro de la comunidad negra de Nueva York- y su mano derecha, Frank Lucas (Denzel Washington), caminan por las calles de Harlem. “Lo que antes era una verdulería, hoy es un supermercado. Donde antes había una tienda de dulces, hoy hay un McDonald’s”, dice con nostalgia Bumpy antes de entrar en un enorme local de electrodomésticos. Mientras de fondo suena un televisor con noticias desde Vietman, Bumpy se queja porque las grandes corporaciones desplazaron al hombre común, al intermediario, al que hacía de puente entre la fábrica y el público. Es que la era del consumo se ha instalado de forma irreversible, y hoy todo es más impersonal, más frío. Mientras en otras partes del mundo se escuchan gritos de libertad, en los grandes centros de poder los mecanismos del Capital de tornan más sofisticados, porque finalmente consiguen volverse invisibles. Lo mismo debe hacer el crimen organizado para estar a la altura. “Ese es el problema. Así es cómo funcionan las cosas ahora: ya no sabés en el corazón de quién clavar un cuchillo”, dice Bumpy antes de morir. Es 1968. Frank Lucas se hace cargo del negocio. Y lo hace con el porte y el cálculo de un prestigioso empresario.

La historia de Lucas es fascinante y eso solo ya justifica la visión de American Gangster. El guionista Steven Zaillian (La lista de Schindler, Pandillas de Nueva York) tomó como base un célebre artículo publicado en 2000 por el periodista Mark Jakobson, en donde cuenta cómo este muchacho pobre, oriundo de Carolina del Norte, se mudó a Harlem y se convirtió en un narcotraficante multimillonario. Hay un aire épico en su figura, aunque el film no pretende pintarlo como un héroe. Lucas era egoísta y muy violento. Por supuesto, manejaba los códigos de la mafia. Podía interrumpir un amable almuerzo con hermanos y primos para salir a la calle y disparar en la frente de alguien que lo había traicionado, para luego regresar a la mesa y continuar la charla, sereno y elegante (como solo Washington puede hacerlo). Pero lo que más le importaba era cuidar su marca, su producto: “Blue Magic”. Era un tipo de heroína que Lucas compraba en Extremo Oriente, gracias a una complejísima red tendida entre los productores de esos países y los traficantes que llegaban en busca de drogas puras, todo esto en el marco de la guerra de Vietman, en donde los militares norteamericanos hacían los contactos para estas transacciones. Un cuadro siniestro que la película narra con vigor, mientras en simultáneo explica lo que sucedía en la vereda de enfrente con las “fuerzas del orden”.

Porque la vida de la mafia no sería tan plena sin una policía corrupta que la ampare. Y si un policía decide no ser corrupto, le toca ser un marginal, como le ocurrió a Richie Roberts (Russell Crowe), el responsable de investigar y capturar a Frank Lucas. Roberts un día encontró un millón de dólares en el baúl de un auto y decidió entregarlo porque, claro, era dinero de origen delictivo. Este gesto le valió la burla y la sospecha de todos sus colegas, pero él siguió siendo un buen policía. Roberts parecía ser un personaje de perfil bajo (Crowe lo interpreta en esa clave), pero como sujeto cinematográfico es ambiguo y está lleno de matices. No fue un padre atento, era muy mujeriego y tenía muchos amigos de dudoso prontuario. Estudió abogacía porque creía en la ley. Nunca se vendió. Y fue el mismo Lucas quien terminó colaborando en la denuncia de los policías comprometidos con el crimen. Según informa el artículo de Jakobson, hacia 1977, 52 de 70 oficiales que habían trabajado en la Unidad de Investigaciones Especiales de la policía de Nueva York, estaban en la cárcel o bajo proceso judicial.

“Jueces, abogados, polis, políticos... si deja de entrar droga en el país, unas cien mil personas se quedarán en la calle”.
 
Richie Roberts

Hermoso país Estados Unidos. Mientras enviaba a miles de jóvenes a una guerra perdida, aniquilaba a tantos otros con el mercado de las adicciones. American Gangster jamás pierde de vista el contexto histórico y social en donde transcurre la anécdota, y esta es la principal virtud de la película. Scott y Zaillian se plantearon un relato robusto y detallista, estructurado en secuencias breves y veloces que agilizan la narración sin por ello caer en la confusión o el vértigo gratuito. Scott no se regodea en la violencia, aunque sí incluye inquietantes imágenes de jeringas penetrando venas, o de cuerpos que yacen intoxicados en las precarias casas de Harlem, o flashes de la guerra, o de un Nixon alarmado por el flagelo de la droga. Imágenes que dicen mucho sobre los intrincados años setenta.

Los problemas del film vienen por el lado de los personajes, que son demasiados, algunos de ellos importantes pero con poca presencia en pantalla, aun cuando están encarnados por actores de talla, como es el caso de Chiwetel Ejiofor (Dirty Pretty Things), que interpreta al hermano menor de Lucas. Con otros personajes la película desliza una leve caricaturización: el mejor ejemplo es la banda de policías malos que encabeza el detective Trupo (Josh Brolin, de espeso bigote), todos con camperas de cuero y mueca jactanciosa.

Pero son falencias menores. La potencia del relato palpita en los dos personajes principales, ambiciosos y pujantes ambos, con objetivos definidos, aunque todo el tiempo se vean jaqueados desde distintos frentes. El film explota todos los recursos dramáticos que permite la narración de dos historias en paralelo, empezando por un sabio trabajo de montaje a cargo de Pietro Scalia. Es cierto que algunos ecos de El Padrino o Sérpico por momentos parecen resonar durante la proyección, pero esas inevitables referencias no restan personalidad a American Gangster, que es efectiva por ser tan rigurosamente clásica en su registro de la acción. Gran película.

lunes, 19 de octubre de 2020

El Peter Pan que no fue

Michelangelo Antonioni, luego del éxito internacional de su film Blow up, empezó a recibir ofertas de todo tipo, como esta que narra el propio director, en diálogo con Aldo Tassone:

"Un productor norteamericano me propuso realizar una fábula, Peter Pan. ¿Me ve haciendo Peter Pan? Me convocó a su despacho. A un lado estaba Mia Farrow, intérprete de la película, y al otro el compositor y el guionista (la música y el guión ya estaban listos), y ante mí, el productor con el talón: un millón trescientos mil dólares. En cierto momento pregunté: 'Visto que está todo listo, ¿yo qué tengo que hacer?' Esos señores nunca han entendido las razones de mi rechazo. ¡Cuántos de mis colegas habrían aceptado! He de decir que las renuncias de orden material nunca me han costado mucho. Las renuncias que cuentan tienen que ver con nuestra concepción de la vida, y son de orden moral. Es cuando te mientes a tí mismo, cuando haces componendas con tu propia conciencia, cuando pagas de veras."


sábado, 17 de octubre de 2020

Y entonces...


Y entonces,
allí donde ni siquiera la idea de la luz
podría abrir la partitura tapiada del tiempo,
ese menos que menos,
ese menos que sin embargo suena,
nos reanima en el límite.

Necesitamos a veces
descender a la nada,
al casi nada de la nada,
allí donde la nada
es una música infinitesimal,
lo único que se oye
cuando todo lo demás enmudece,
cuando el oído queda
completamente solo.


Roberto Juarroz
(Fragmento del Poema 37)

La imagen pertenece a la excelente Dallas Buyers Club, película de Jean-Marc Vallée, que hoy puede verse en Netflix.

lunes, 5 de octubre de 2020

¿Y si el asombro llegara a su fin?

 Por Umberto Eco *  

 “¿Iremos hacia un gusto generalizado, a punto tal que ya no podremos distinguir el pop chino del pop norteamericano? ¿O bien veremos perfilarse formas de localización, de tal modo que las diferentes culturas producirán interpretaciones distintas del mismo estilo o programa artístico? 

 En todo caso, nuestro gusto quedará marcado por el hecho de que ya no parece posible experimentar asombro (o incomprensión) ante lo desconocido. En el mundo de mañana, lo desconocido, si todavía queda algo, estará solamente más allá de las estrellas. ¿Esa falta de asombro (o de rechazo) contribuirá a una mayor comprensión entre las culturas o a una pérdida de identidad? Ante este desafío, es inútil huir: es preferible intensificar los intercambios, las hibridaciones, los mestizajes. En el fondo, en botánica, los injertos favorecen los cultivos. ¿Por qué no en el mundo del arte?”

* Fragmento de un artículo publicado en la Revista Ñ (12-12-09). 

 

La imagen pertenece a la película Bakushū (El comienzo del verano), del inmenso Yasujiro Ozu.

domingo, 27 de septiembre de 2020

Fuerza máxima


Por Alfred Hitchcock*

“No filmo nunca un trozo de vida porque esto la gente puede encontrarlo muy bien en su casa o en la calle o incluso delante de la puerta del cine. No tiene necesidad de pagar para ver un trozo de vida. Por otra parte, rechazo también los productos de pura fantasía, porque es importante que el público pueda reconocerse en los personajes. Rodar películas, para mí, quiere decir en primer lugar y ante todo contar una historia. Esta historia puede ser inverosímil, pero no debe ser jamás banal. Es preferible que sea dramática y humana. El drama es una vida de la que se han eliminado los momentos aburridos. Luego, entra en juego la técnica y aquí soy enemigo del virtuosismo. Hay que sumar la técnica a la acción. No se trata de colocar la cámara en un ángulo que provoque el entusiasmo del operador. La única cuestión que me planteo es la de saber si el emplazamiento de la cámara en tal o cual sitio dará su fuerza máxima a la escena. La belleza de las imágenes, la belleza de los movimientos, el ritmo, los efectos, todo debe someterse y sacrificarse a la acción."


*Fragmento del libro “El cine según Hitchcock”, de François Truffaut. 

La imagen pertenece al film North by Northwest.

sábado, 26 de septiembre de 2020

Cuarto oscuro


"Hay imágenes que nunca hemos visto hasta que las recordamos. Aquellas imágenes reveladas en el cuarto oscuro de la experiencia vivida son las más importantes que llegaremos a ver. Uno podría decir que los acontecimientos más profundos han sido equipados con una pequeña imagen, una fotografía de nosotros mismos."

Walter Benjamin




Las imágenes pertenecen a I'm thinking of ending thingsdirigida por Charlie Kaufman, una película que angustia mucho y a la vez se aboca a desafíarnos con sus permanentes juegos narrativos y visuales. El de las fotos mutantes es sólo uno de ellos. Pueden verla en Netflix. 

miércoles, 23 de septiembre de 2020

Eso que no se contiene

Sarah Paulson y Mark Duplass en Blue Jay
dirigida por Alexandre Lehmann,
una muy linda película disponible en Netflix
 

martes, 22 de septiembre de 2020

Un grito para un pueblo que aún no existe


Por Gilles Deleuze
*

¿Qué es tener una buena idea en cine? O, ¿qué es tener una idea cinematográfica? Resistencia. Acto de resistencia. Desde Moisés, hasta el último Kafka, hasta Bach. Recuerden que la música de Bach, es su acto de resistencia. ¿Contra qué? No es el acto de resistencia abstracto, es acto de resistencia y de lucha activa contra la repartición de lo sagrado y lo profano. Y este acto de resistencia en la música culmina con un grito. Como también hay un grito en Woyzeck, hay un grito en Bach: "Afuera, afuera, no quiero verlos". Eso es el acto de resistencia. A partir de esto me parece que el acto de resistencia tiene dos caras: es humano y es también acto de arte.

Solo el acto de resistencia resiste a la muerte, sea bajo la forma de obra de arte, sea bajo la forma de una lucha de los hombres.

Y... ¿qué relación hay entre la lucha de los hombres y la obra de arte?

La relación más estrecha y para mí la más misteriosa.

Exactamente eso que quería decir Paul Klee cuando decía: "ustedes saben, falta el pueblo". El pueblo falta y al mismo tiempo no falta. El pueblo falta, esto quiere decir que (no es claro y no lo será nunca) esta afinidad fundamental entre la obra de arte y un pueblo que todavía no existe, no es ni será clara jamás. No hay obra de arte que no haga un llamado a un pueblo que no existe todavía.


* Fragmento de la conferencia titulada "¿Qué es el acto de creación?" (Cátedra de la fundación FEMIS / 1987)


En la imagen: Sorry We Missed You, conmovedora película de Ken Loach. 
Pueden verla online en este sitio.

lunes, 21 de septiembre de 2020

Imaginar el futuro

“Hay que recuperar el derecho de imaginar el futuro en lugar de aceptarlo”.

 

Esto dice EDUARDO GALEANO en un diálogo con Cristina Mucci en una emisión de Los siete locos. Es hermosa esta charla… bueno, siempre es hermoso leer y escuchar a este pensador uruguayo, promotor del lenguaje "sentipensante": el lenguaje que aspira a fusionar la razón con el corazón. Anoto aquí sólo algunas de sus ideas volcadas en este programa: 

“No hay ninguna respuesta de veras válida para ninguna pregunta si esa respuesta no es a su vez una nueva pregunta. Yo no creo que la realidad pueda ser reducida a esquemas simplistas. Cada respuesta, cuando es verdadera, es de algún modo una nueva pregunta”. 

“Las únicas certezas que de veras valen la pena son las que desayunan dudas cada mañana”.

“Por lo menos queda la certeza –que como dije, se alimenta de duda– de que el mundo se divide entre indignos e indignados. La certeza de que todavía hay gente linda capaz de sobrevivir dignamente, desobedeciendo las órdenes de un poder que nos está dejando sin mundo”.  

“Creo que por ahí va la cosa: el sagrado derecho a la desobediencia ante un poder que te manda a combatir al prójimo porque el prójimo es tu competidor o tu enemigo, y te hace verlo como una amenaza en lugar de reconocerlo como una promesa”.

Aquí está el link a la entrevista en YouTube.


miércoles, 16 de septiembre de 2020

Hijos de la época



Somos hijos de nuestra época,
y nuestra época es política.


Todos tus, mis, nuestros, vuestros
problemas diurnos, y los nocturnos,
son problemas políticos.
Quieras o no,
tus genes tienen un pasado político,
tu piel un matiz político
y tus ojos una visión política.


Cuanto dices produce una resonancia,
cuanto callas implica una elocuencia
inevitablemente política.


Incluso al caminar por bosques y praderas
das pasos políticos en terreno político.


Los poemas apolíticos son también políticos,
y en lo alto resplandece la luna,
un cuerpo ya no lunar.
Ser o no ser, ésta es la cuestión.
¿Qué cuestión?, adivina corazón:
una cuestión política.


Adquirir significado político
ni siquiera requiere ser humano.
Basta ser petróleo,
pienso compuesto o materia reciclada.


O la mesa de debates de diseño durante meses discutido:
¿redonda?, ¿cuadrada?, ¿qué mesa es mejor
para deliberar acerca de la vida y de la muerte?


Mientras, perecía gente,
morían animales,
ardían casas,
y los campos se quedaban yermos
como en épocas remotas
y menos políticas.


Wislawa Szymborska


La imagen pertenece a la película Las hermanas alemanas (Marianne & Julianne), dirigida por Margarethe von Trotta. Puede verse online en el sitio Cinefiliamalversa.

martes, 15 de septiembre de 2020

Estreno online - El premio, de Paula Markovitch

A casi diez años de su lanzamiento mundial, se estrena esta interesante película de Paula Markovitch que no pasó por las salas argentinas. Puede verse en la plataforma Puentes de Cine (abajo va el detalle). 

 

"¿Qué quiere decir “pesimista”?", le pregunta Cecilia a su mamá. La niña intuye el significado, puede inferirlo a través de su propio viaje, pero verbalizar la pregunta implica también un desafío, una forma de protesta. Poner en palabras. De eso se trata el concurso literario que un joven sargento anuncia en el colegio: será premiado aquel alumno que redacte el mejor texto en honor a la bandera. Y entonces Cecilia aprenderá que, para sobrevivir, a veces las palabras verdaderas deben someterse a las que nos son impuestas.

El citado concurso escolar y sus consecuencias se desarrollan en la segunda mitad de la película, que busca combinar la alegoría con la lección de vida (coyuntural) para delatar la siniestra hipocresía imperante en los años de la dictadura. Las acciones de Cecilia generan una situación de suspenso genuino que incluso suma matices al personaje de la maestra, rol que al principio parecía sólo tangencial. Sin embargo, en su último tramo el relato pierde cierta fuerza porque se hace notar la pauta del guión, con un subrayado en los diálogos que luce innecesario para un film que hasta entonces había respirado con notable espontaneidad. De hecho, en su primera parte El premio es una película casi perfecta.
Estamos en algún rincón de la costa bonaerense. Una playa en invierno. Un sol perezoso y un viento tenaz. Cecilia trata de deslizar sus patines de rueditas sobre la arena húmeda, y no puede y se queja y dice que quiere irse, pero a la vez descubre que en esa playa puede escaparse, jugar, tener intimidad, soñar, lanzarse a rodar por los médanos con la más pura felicidad. Y ahí nomás, pegadito a la euforia, también está el mar, que aquí no es precisamente sinónimo de lo sublime infinito. Al mar se lo mira de soslayo. Es el límite, el monstruo que no siente culpa a la hora de devorar las pocas cosas que las protagonistas atesoraban. Y lo sabemos: el mar también es cementerio. En esa escena frente al mar la realizadora Paula Markovitch exhibe una finísima concepción simbólica del encuadre, virtud responsable de algunos de los momentos más bellos del film.

Otra escena estupenda es aquella en la que una tormenta en plena noche comienza a inundar la cabaña que habitan Cecilia y su mamá. Subió la marea y resulta imposible detener el agua que se filtra por debajo de la puerta. La madre lo intenta, aunque sea una batalla perdida. En el mismo plano vemos a la mujer moverse con bronca mientras a su lado la pequeña no deja de saltar y chillar frente a la ventana, como si estuviera celebrando el acontecimiento, alienada en su propio mundo. Pero Cecilia es demasiado inteligente como para no ser consciente de lo que ocurre. Su papá ya no está y su mamá se ahoga en el pánico. Hay que usar un nombre falso y escribir con eufemismos. Los mejores amigos también pueden traicionar. En medio de la tempestad, la alegría inoportuna de Cecilia es sólo un gesto de rebeldía, una manera de proteger el pedacito de infancia que aún merece, los últimos restos de libertad real. Es su forma de decir que ella no tiene miedo, o que al menos tiene derecho a no sentirlo todavía, porque antes debería respetarse su derecho a ser niña. Debería.     

 
El Premio 
(México/Francia/Polonia/Alemania, 2011)
Dirección: Paula Markovitch
Disponible en la sección "Cine Virtual" de la plataforma Puentes de Cine (entrada: 160 pesos)
https://play.puentesdecine.com.ar/

 


jueves, 27 de agosto de 2020

Recomendación en Netflix: 99 Homes


En la plataforma Netflix hoy puede verse esta película dirigida por Ramin Bahrani, con Andrew Garfield, Michael Shannon y Laura Dern: 99 Homes

Ambientada en 2010 en el estado de Florida, la historia tiene como protagonista a un joven padre, obrero de la construcción, que hace lo imposible por sobrevivir en medio de la crisis provocada por el estallido de la burbuja inmobiliaria. Desgarradora. Y contundente.

martes, 25 de agosto de 2020

"Rashomon" cumple 70 años


Por Akira Kurosawa* 
 
"Los seres humanos no pueden ser honestos consigo mismos. No pueden hablar de sí mismos sin adornar las cosas. Este guión retrata a esos seres humanos, que no pueden sobrevivir sin mentiras para sentir que son mejores personas de las que realmente son. Muestra incluso esa necesidad pecaminosa de halagar la falsedad más allá de la tumba; ni siquiera el personaje que muere logra renunciar a sus mentiras cuando habla con los vivos a través de una médium. El egoísmo es un pecado que el ser humano posee desde su nacimiento; es el más difícil de redimir. Esta película es como una extraña pintura enrollada que se desenrolla merced al ego."

*Fragmento de su libro "Autobiografía (o algo parecido)", publicado en el artículo sobre "Rashomon" que salió hoy en el diario Página/12. Ir al texto completo.

sábado, 15 de agosto de 2020

Crecer


"Digamos la verdad: ¿qué significa ese moralismo 
de convertirse en adultos? 
Y, aun admitiendo que sea posible convertirse en un adulto, 
¿qué se hace cuando se consigue?"

Federico Fellini


En las imágenes: Los inútiles (I vitelloni).

martes, 11 de agosto de 2020

Y al otro día...


Es de noche
casi siempre
en el cuarto de mi vida
que comienza
con que soy incapaz
y abuso todo el tiempo
de mi defecto
igual hago todo
lo que hay que hacer y lo que quiero
me destroza la edad
y lo que creo que es
no es
y me desespera como si la siesta continuase
a la mañana siguiente
y al otro día,
otro día.

Rosario Bléfari
(“Poemas de los 20 en los 80”)

La pintura pertenece a George Tooker

viernes, 7 de agosto de 2020

Recomendación: MOOLAADÉ, de Ousmane Sembene


Considero que la película Moolaadé (2004), del cineasta senegalés Ousmane Sembene, es una de las obras más importantes estrenadas en lo que va de este siglo. Cuenta cómo un grupo de mujeres en un pueblo de Burkina Faso se unen para luchar contra la mutilación genital de las niñas.

Moolaadé (palabra que significa "protección") puede verse subtitulada en YouTube y también en el sitio Zoowoman.

La película integra un ciclo sobre cine africano organizado por la Sección “Estudios Interdisciplinarios de Asia y África, de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), que propone subir comentarios sobre las películas a su página de Facebook todos los viernes a las 18:00, a cargo de docentes especializados en cultura africana. Hoy van a comentar Moolaadé.

miércoles, 5 de agosto de 2020

Gente a contramano

"Se sentó en el Foro de Corrientes y Uruguay. Sólo había dos clientes, mujer y hombre, uno en cada extremo del local. Pablo se preguntó quiénes serían esos madrugadores. Tal vez gente que no había dormido. Gente a contramano, como él. Tomó una taza grande de café. Después salió, anduvo en el aire frío que olía a limpio y comenzó a sentirse optimista. En esto reconocía una forma especialmente suya de relacionarse con la ciudad. El enfrentamiento con el cielo de las mañanas siempre lo sosegaba y lo reconciliaba con el mundo. No importaba la carga que arrastrara ni lo que hubiera sucedido el día anterior ni las pesadillas nocturnas. Andar en la luz nueva era una forma de recomenzar, de darse otra oportunidad."

Antonio Dal Masetto
Fragmento de la novela "Hay unos tipos abajo".

La imagen pertenece a la película homónima basada en la novela, dirigida por Rafael Filipelli. Está disponible en YouTube.