miércoles, 11 de noviembre de 2015

Mar del Plata 2015 - El potencial de un festival de cine


Doy vueltas y vueltas y no encuentro otra forma de empezar a hablar del último Mar del Plata que no sea celebrando el trabajo fantástico –incluso en el sentido sobrenatural del término- de Fernando Martín Peña. Durante el festival él es el Hombre Ubicuo. Puede estar en diez salas a la vez. Mientras en una presenta un clásico del cine argentino, en la otra nos llena de ansiedad ante la inminencia de un film mudo ruso, luego se suma a una mesa sobre un libro que incluye un artículo suyo y al minuto siguiente su cuerpo irrumpe en otra mesa, en otro lugar, ahora para hablar sobre la preservación del patrimonio fílmico que promueve el INCAA. Bueno, claro, Peña es el director artístico del festival y es lógico que cumpla todas estas tareas, tal como lo hacen el propio José Martínez Suárez (infatigable) y los otros programadores, que todo el tiempo están de aquí para allá. Pero en Peña parece jugarse algo más (y ahora sí, hablo en serio). Su alegría sin fin es absolutamente constatable, más si se trata de anunciar una película nacional en 35mm que se creía extraviada para siempre. Porque su tesón le ganó al olvido y entonces nosotros ya no estamos allí simplemente para disfrutar o consumir un film de ayer en una sala de hoy. En cada una de sus presentaciones previas a una proyección, en pocas palabras Peña logra hacernos sentir partícipes de algo más grande, un acontecimiento esencial, una experiencia a defender, una conquista cultural innegociable, además de inspirar un profundo respeto por muchas obras inmensas del cine argentino que todavía esperan el reconocimiento que merecen.

“Hubo mucha repercusión por el famoso hallazgo del metraje de Metrópolis, pero en lo personal debo decir que nada me enorgullece más que el haber podido recuperar la obra completa como director de Hugo del Carril”, señaló Peña al presentar las dos películas de este cineasta programadas este año: La calesita y Esta tierra mía (tema de un próximo post). El proceso por el cual se llegó a reunir toda la filmografía de Del Carril aparece desarrollado en uno de los artículos que componen el volumen La imagen recobrada, la memoria del cine argentino en el festival de Mar del Plata, compilado por Daniela Kozak, uno de los mejores libros publicados por el festival en los últimos años. El libro aborda, por un lado, los problemas de la preservación audiovisual, el avance de la digitalización y los trabajos de búsqueda y restauración de material fílmico realizados en el país. Por otro lado, un ensayo del crítico Roger Koza destaca el potencial que tienen los festivales de cine, ya que hoy más que nunca representan un espacio privilegiado para que el espectador pueda descubrir y conectarse con la propia historia del medio. Volveré a citar más adelante este excelente artículo, pero por ahora quisiera compartir un fragmento que considero clave, un conjunto de ideas precisas que bien podría leerse como una declaración de principios para el espectador de hoy.

Por Roger Koza ("La materia y los ojos")

“La historia del cine es para el cinéfilo una necesidad, una urgencia, una deuda. La necesidad de mirar lo que otros han visto y anunciado después como la existencia de un tesoro constituye un camino por recorrer. Los cinéfilos emiten signos para que otros sepan que algo espera en un territorio olvidado, en un film perdido. Los rescates curatoriales saldan esa deuda y ponen a disposición una experiencia deseada que había sido negada. Pero aquí hay que distinguir un matiz: no se trata de un culto al pasado que haga de éste una fuente de legitimación, un depósito de la verdad de un arte. Frente a la farragosa proliferación de imágenes que no pertenecen ya solamente al cine, esa salida y encuentro con los muertos parece venerable. De ningún modo. El interés por el pasado del cine estriba siempre en ver si hay ahí una posibilidad para el presente, un camino a explorar. Cuando se quiere proteger una ontología de la imagen asociada a la proyección analógico, esto responde solamente a que no se desvanezca una forma de la experiencia, la cual, eventualmente, servirá para aprender a ver mejor las nuevas imágenes que pertenecen al cine del presente digitalizado”.

Todos los libros publicados por el festival están disponibles aquí para la lectura online. 

La imagen pertenece al film Arsenal (1929), de Alexander Dovzhenko. 

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