sábado, 10 de marzo de 2012

Islas


Por Ricardo Piglia *

Bajo el río y salgo a nadar y me dejo llevar por la corriente hasta un remanso sobre el Rama Negra. Al rato, en el agua, siento una extraña vibración y cuando me zambullo encuentro en el lecho barroso, a dos metros de profundidad, un celular que suena. Alguien lo tiró o lo perdió pero lo más insólito -o lo más inquietante- es que el teléfono sigue respondiendo a las llamadas con su voz mecánica.

Habría que hacer una enciclopedia de las cosas que persisten en la fugacidad del presente. Todos tienen wifi o Internet acá y escriben emails y tweets pero desde siempre a la mañana temprano y al caer la tarde pasa la lancha de correo. De ida dejan la correspondencia en los muelles, atada a la madera, y a la vuelta recogen las cartas que los residentes de las islas dejan sobre el río en el extremo de una caña.

* Fragmento del artículo Notas para un diario: La isla, publicado en la revista Ñ del diario Clarín. (18/02/12)

La pintura es de Van Gogh.

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