martes, 11 de octubre de 2011

Alucinaciones cósmicas


Por Federico Fellini *
“Cuando los otros días tuve la sensación de morirme, los objetos ya no eran antropomórficos. El teléfono, que siempre parece una inmensa araña gorda y rara, o un guante de boxeo, era sólo un teléfono.  Pero no, ni siquiera es así, no era nada; es difícil decirlo: no sabía qué era porque incluso los conceptos de volumen, color y perspectiva son un modo de entenderse con la realidad, una serie de símbolos para definirla, un mapa, un abecedario oficial utilizable por todos, y era precisamente esta relación intelectual con las cosas lo que de golpe me faltaba.


Como aquella vez en que para complacer a unos médicos amigos que estaban estudiando los efectos del LSD acepté hacer de cobayo y me tomé medio vaso de agua donde habían echado una parte infinitesimal de un miligramo de ácido lisérgico. Aquella vez tampoco la realidad de los objetos, de los colores y de la luz tenía algún sentido conocido. Las cosas eran ellas mismas, sumidas en una gran paz luminosa y aterrorizadora.


En momentos como esos las cosas no te pesan; no empapas todo con tu persona como si fueras una ameba. Las cosas se vuelven inocentes  porque te quitas del medio de ti mismo; una experiencia virginal, como la que pudo haber tenido el primer hombre, los valles, los campos, el mar. 


Un mundo inmaculado palpitante de luz y de colores vivos en todas las cosas; ya no estás separado de ellas, eres como esa nube vertiginosamente alta en medio del cielo, y también el azul del cielo eres tú,  y el rojo de los geranios en el alféizar de la ventana, y las hojas, y la trémula trama del tejido de una cortina. Y esa banqueta que está delante de ti, ¿qué es? Ya no sabes darle nombre a esas líneas, a esa sustancia, a ese dibujo que vibra ondulante en el aire, pero no te importa, eres feliz así.”
* Fragmento de su libro Hacer una película (Ed. Perfil).


Las imágenes pertenecen a la película El árbol de la vida (The tree of life), de Terrence Malick, un film-experiencia que merece sentirse en una sala de cine.

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