martes, 6 de abril de 2010

Dos hermanos, de Daniel Burman

Dos hermanos levanta vuelo en el momento en que Susana (Graciela Borges) empieza a cansarse del disfraz que la hace odiosa. Mientras su hermano Marcos (Antonio Gasalla) aprende a tallarse un lugarcito en el mundo, Susana se ciñe aún más a las paredes de su atolladero existencial. Entonces la vemos recluirse en su casa, en bata y con el whisky en la mano, lejos de la siniestra careta kitsch. La vemos real. Alguna foto asoma por allí, en donde se la ve abrazada a un hombre del que nada sabremos (es la clase de discreción que se agradece). Quizás alguna vez Susana fue feliz. Cuando la película se vuelve realmente áspera, Daniel Burman gana contundencia y cercanía. Pero para llegar a ese punto tuvimos que atravesar más de una hora de cine hecho a reglamento, un film algo desvaído solo sostenido por dos presencias que son mucho más que la historia. (Hay que reconocer que Gasalla está muy bien, mientras que la Borges está sencillamente magnífica.)

Ella es opresora y finge una alcurnia que no tiene; él se resigna a acompañarla y quererla como puede. Detrás de ambos personajes se acumulan décadas de soledad, orgullos dañados y deseos cajoneados, un pasado que el guión apenas esboza y que sin embargo pesa mucho, al punto de borronear los pasos de comedia. Burman busca el gag pero sólo produce algunas sonrisas amargas, ya que aquí no bulle la espontaneidad que destilan otros trabajos suyos como Derecho de familia o El nido vacío. Es que en Dos hermanos se intuye una negrura larvaria que el director no se atreve a investigar por completo, tal vez porque la necesidad de liviandad es más fuerte. O rentable.

5 comentarios:

razondelgusto dijo...

En la impecable escena que sugiere el afiche publicitario atisbamos apenas el conflicto de esos dos hermanos, hijos de los mismos padres pero no del mismo amor. La película actualiza los mitos de Edipo y Electra aún vivos en el inconsciente colectivo.
Por eso me parece que no es casual la inclusión de la obra teatral "Edipo rey", en su versión vanguardista, en el anacrónico pueblo de Villa Laura.

Anónimo dijo...

En la impecable escena que sugiere el afiche publicitario atisbamos apenas el conflicto de esos dos hermanos, hijos de los mismos padres pero no del mismo amor. La película actualiza los mitos de Edipo y Electra aún vivos en el inconsciente colectivo.
Por eso me parece que no es casual la inclusión de la obra teatral "Edipo rey", en su versión vanguardista, en el anacrónico pueblo de Villa Laura.

ELEONORA EBERLE

Caro dijo...

Eleonora:

Gracias por volver a enviar tu comment. Algo debe estar fallando en este sistema de blogger (espero que lo solucionen).

Con respecto a la película, me parece interesante pensar que personalidades tan opuestas se forjaron a raíz de cariños dispares, y es cierto que la película plantea hasta qué punto esos mitos fundacionales nos siguen definiendo a todos (de allí que elijan reeditar a Edipo con el grupo de teatro). Sin duda la historia muestra situaciones que resultan reconocibles y vivenciadas por cualquier de nosotros; creo que hay momentos logrados, como la escena del funeral, o aquella en donde Borges conversa con una vieja amiga en el departamento vacío.

Pero tuve la impresión de que Burman estaba incómodo con el tono general del film. Hay varios momentos y diálogos que buscan el humor, pero no funcionan, sobre todo en la primera parte. Ahí sentí que la película era demasiado plana, poco fluida, hasta que empieza a remontar un poco (como digo en el post).

La resolución me pareció despareja: a la obra de teatro le faltó onda, si bien luego me gustó algo de esa cena final entre los hermanos: hay un plano de Gasalla, de perfil (justo cuando llama por teléfono la tía Lala) en donde su mirada delata cierta tristeza y resignación, como si supiera que esa "reconciliación" con su hermana es solo pasajera.

Quisiera pensar esta película como un posible giro para Burman: si en el futuro se anima a hacer una film menos "simpático", probablemente salga algo más sólido e interesante.

Saludos.

Martha dijo...

Es que sí: esa reconciliación con su hermana es pasajera.
Tampoco es perdurable la toma de conciencia de Susana: sabemos que reincidirá.
Tuve la misma sensación de estar ante una obra algo despareja, o despareja a secas.
Otra aprte interesante es el ejercicio de seducción entre los dos hombres. Ví toda la filmografía de Burman y me parece que aquí inicia un camino interesante.
Martha

Néstor Stelluto dijo...

Por estos días estuve de vacaciones en la costa y pude volver a ver DOS HERMANOS, te digo que me gusto mas ahora que cuando la vi en el cine. Coincido con tu comentario sobre Gasalla y Borges, ambos están formidables, pero es algo que históricamente a sucedido en el cine argentino; muchas veces nuestras películas fueron sostenidas mas por los actores que por los directores, te digo mas, también por estos días pude volver a ver por INCAA TV un clásico de los '40 como UNA MUJER SIN IMPORTANCIA (Luis Bayon Herrera,1945) en magnifica copia sobre la obra de Oscar Wilde. Muchos podrán decir que es un estilo antiguo, que es teatro filmado y todo lo que quieras, pero ver actores de la talla de Mecha Ortiz, Santiago Gomez Cou y Golde Flami poniendo el cuerpo y el alma en esos textos, Escuchando los matices de sus voces o viendo la expresividad de sus ojos en primerisimos planos, es el placer de los Dioses. Ahí te das cuenta que todo lo demás no importa nada. Cuando hay verdad en un hecho artístico trasciende las opiniones, las modas y los tiempos