domingo, 7 de junio de 2009

De la felicidad y otras quimeras

Silvia Schwarzböck es una de las más grandes intelectuales de la Argentina, además de ser una notable pensadora de la estética del cine: no solo es crítica de cine, sino una de las pocas personas que se han animado a construir teoría (hoy resultan imprescindibles sus ensayos sobre cine contemporáneo publicados en la revista "Kilómetro 111"; por otra parte, fue una de las plumas fundamentales en la historia de la revista "El Amante").

Hoy confirmamos nuevamente la lucidez de Silvia en una entrevista aparecida en el suplemento "Zona" del diario Clarín (agradezco mucho a Guillermo por enviarme la nota). Les dejo aquí solo unos fragmentos de la charla, pero les aseguro que vale la pena leerla completa.

Por Claudio Martyniuk *

- ¿Hay zonas oscuras en la dimensión de los sentimientos?

- Sí. Hay una escena en El deseo de Veronika Voss, de Fassbinder, en la que una pareja agradece a su proveedor de drogas que les cobre por eso que les da. El problema -según la película- es lo que uno tiene que pagar cuando no le cobran por lo que le dan. Uno se expone a mucho en las relaciones donde no se dice lo que cuesta lo que a uno le dan. Lo que ve Fassbinder es que todo tiene un precio y que ese precio es más bajo cuando se dice cuál es y se pone en dinero que cuando no se dice y se cobra de manera simbólica.

- ¿Las relaciones amorosas pueden escapar a la lógica del dominio? ¿Hay justicia en el amor?

- El amor es el terreno donde todos podrían ser felices y donde la felicidad, por eso mismo, se les niega a todos. Aquí no importan las cualidades personales (belleza, dinero, inteligencia, talento). El derecho a ser amado es el único derecho por el que no se puede reclamar en nombre de la justicia. Ningún individuo puede ser obligado a corresponder la demanda de amor de otro. Pero aun en la situación ideal, la de una relación amorosa correspondida, la reciprocidad engendra una paradoja: si esa reciprocidad existiera realmente, el amor se destruiría, porque sería una transacción de afecto perfecta y respondería a la lógica del intercambio que reina en la sociedad. En las relaciones correspondidas cada persona cree que ama más que la otra, aunque sepa que la otra la ama. En Minima moralia, Adorno dice que la prueba del amor verdadero no está en recibir la misma cantidad de amor que se da, sino en no ser manipulado cuando uno se encuentra frente al otro en la posición ideal para ser víctima de su manipulación. Esta fórmula valdría para cualquier forma de amor, desde la amistad hasta las relaciones entre padres e hijos. La manipulación es más normal y frecuente que el desamor.


* Fragmentos de una entrevista publicada en Clarín (07-06-09). Ir al artículo completo.

3 comentarios:

soyo dijo...

Hola Caro! Te invito a leer mis reseñas de El asaltante y La sangre brota de Pablo Fendrik.
Esta es la dirección:
http://soyola.multiply.com/reviews
Un beso.

MARTHA dijo...

Caro: Me perece excelente que alguien como vos destaque a Silvia S.. sIEMPRE LE TUVE ADMIRACIÓN Y FUÉ UNA DE LAS PERSONALIDADES QUE PASÓ POR el amante...y no se quedó. Martha ,BESO.

Caro dijo...

¡Hola, Martha! ¿Cómo va?
Sí, Silvia es una ídola.
Beso,
Caro