sábado, 20 de octubre de 2007

Invasores, de Oliver Hirschbiegel

Invasores (The Invasion) es la cuarta transposición a la pantalla grande de la novela “The Body Snatchers” (Los Usurpadores de Cuerpos) de Jack Finney. La anécdota es conocida: una rara epidemia se propaga por una ciudad norteamericana y hace que los humanos se transformen en seres sin sentimientos.

Bueno… “sin sentimientos” es una manera de decir, porque en verdad lo que ocurre es que las personas afectadas por el virus empiezan a moverse en bloque, con cara de póker y vómito a flor de piel, persiguiendo y atacando a todo aquel que no quiera convertirse. La psiquiatra Carol Benell (Nicole Kidman) es una de las primeras en percibir que algo extraño está modificando la conducta de pacientes, amigos y vecinos en pleno Washington D.C. Mientras las calles se van poblando de estos entes alienados, Carol y su colega Ben Driscoll (Daniel Craig) buscarán una explicación científica para el fenómeno.

En la ficción se trata de un virus de origen extraterrestre, aunque esto perfectamente puede leerse como alegoría de cualquier “mal” que ponga en riesgo a la sociedad: en los ’50 fue el comunismo (y por qué no su opuesto, el maccarthismo); en los ‘70 quizás haya sido el individualismo; en los ‘90 fue el militarismo. Pero más allá de las interpretaciones políticas que puedan hacerse de acuerdo a cada década, lo cierto es que las tres versiones anteriores de Usurpadores de Cuerpos son excelentes muestras de la ciencia-ficción terrorífica: la primera fue dirigida por Don Siegel, en 1956, la segunda por Philip Kaufman, en 1978, y la tercera por Abel Ferrara, en 1993. En Invasores no faltan alusiones al contexto histórico actual -la guerra en Irak, la paranoia post 11 de septiembre, Bush-, pero no hay lectura ideológica alguna que pueda rescatarla: el mal que la carcome es el más liso y llano oportunismo.


Esta vez el realizador contagiado por Hollywood fue el alemán Oliver Hirschbiegel, el mismo de La caída. Y como los productores no quedaron conformes con el trabajo del europeo, a posteriori contrataron a otros “expertos” para reelaborar algunas escenas y rodar otras nuevas. Así fue como los hermanos Wachowski y James McTeigue (es decir, el equipo responsable de Matrix y V de Vendetta), también se sumaron al proyecto, aunque sus aportes no son demasiado felices. En el film todo se acelera, todo se explica con urgencia y torpeza, sin permitir que los climas y los personajes se vayan construyendo de manera gradual.

Por el lado de los actores, la película tampoco regala grandes alicientes. Con su cara de muñequita rusa y su grácil figura, Nicole Kidman acapara mucho tiempo de pantalla pero jamás transmite una sola vibración que resulte verosímil, mientras un desangelado Daniel Craig deambula por el film en un papel para el olvido. Sus personajes están muy lejos de aquella rotunda pareja que formaron Brook Adams y Donald Sutherland en 1978, en la que probablemente sea la más inquietante y ambigua de todas las adaptaciones de Body Snatchers. Invasores, en cambio, es apenas una película desabrida, voluble y, por momentos, risible.

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