Michael Kelly y Kevin Spacey en House of Cards
sábado, 28 de febrero de 2015
martes, 24 de febrero de 2015
Había una vez... un puente
"Los puentes deberían ser lugares que te obliguen a detenerte
para experimentar el acto de cruzar."
Wim Wenders
En la imagen: Selma, film de Ava DuVernay
domingo, 22 de febrero de 2015
miércoles, 18 de febrero de 2015
Espanoramas: cine español de ayer y hoy

La actriz Maribel Verdú será una de las invitadas a la muestra, ya que se le dedicará una sección con algunas de sus mejores películas: Belle Époque, La buena estrella, Amantes y la reciente Blancanieves, entre otras. Por su parte, el actor y director Paco León vendrá al país para presentar sus largometrajes Carmina o revienta y Carmina y amén. Y también habrá espacio para el rescate de dos obras emblemáticas del cine español de los '80: Tasio, de Montxo Armendariz, y Amanece que no es poco, de José Luis Cuerda.
Por otro lado, del 9 al 13 de marzo en la Universidad del Cine (Pasaje Giuffra 330), con entrada gratuita, tendrá lugar el foco "Un impulso colectivo", un ciclo del D’A (Festival de Cinema D'Autor de Barcelona) con obras de nuevos directores y guionistas que en los últimos años han signado la renovación del cine ibérico, como Xurxo Chirro, Víctor Moreno y el colectivo HIJOS. En este foco también participará el gran crítico e historiador Carlos Losilla, quien brindará una conferencia sobre estas nuevas tendencias estéticas.

Desde aquí les recomiendo una rareza total: el film Gente en sitios, de Juan Cavestany, que se verá el martes 24 de febrero a las 21.30 en el cine Gaumont. Durante el Bafici del año pasado le hice una entrevista al director, que puede leerse aquí.
Para informarse en profundidad sobre Espanoramas, la grilla de programación y las actividades paralelas, pueden visitar la página web del Centro Cultural de la Embajada de España en Buenos Aires.
domingo, 15 de febrero de 2015
La lógica del superviviente
The Walking Dead y el sujeto posmoderno
Por Jorge Martínez Lucena*
- En la serie The Walking Dead se
introduce una novedad con respecto a la mayor parte del subgénero
zombi. Y esta novedad tiene que ver con la nueva condición de los
supervivientes: la de estar unánimemente infectados. Nadie va a
poder evitar su condición de zombi. Sea que se muera por mordedura,
sea que se muera por muerte accidental, por enfermedad o de viejo,
todo hombre acabará siendo un zombi como ésos de los que intenta
escapar día y noche.
- La idea de hombre que estos supervivientes infectados proyectan es la de alguien que pertenece a dos lógicas contrapuestas. Por un lado, tiene todas las aspiraciones clásicamente humanas hacia la felicidad. Sin embargo, por otro, no tiene una explicación o hipótesis razonable para argumentar cómo conseguirla. En ese último aspecto, su vida parece verse arrastrada hacia la infra-vida, hacia la mera supervivencia. Por tanto, el superviviente es alguien que espera lo imposible, porque desea algo que no es capaz de conseguir, de identificar, de explicar, de lograr.
- Creemos que ésta es una de las razones por las que tiene tanto éxito esta serie en la sociedad posmoderna, donde los individuos se encuentran sensiblemente lanzados hacia sus aspiraciones humanas, pero donde los metarrelatos, que tenían la pretensión de dar un método o respuesta a los anhelos humanos, han sido desacreditados. El posmoderno, en este sentido, es como el superviviente, porque no es sólo buscador de sentido en la narración de su vida, como lo ha sido siempre el hombre, sino que es buscador y productor de marcos referenciales en los que hacer ese sentido.
*Fragmentos del ensayo "Infectados: el imaginario de lo humano en The Walking Dead" (Revista Comunicación y Hombre, noviembre de 2013).
martes, 10 de febrero de 2015
Tracción a sangre
"Cansancio. Una tracción como para abajo me mantenía aferrado, y la sensación de hacer algo que superaba mis cualidades y mis fuerzas, algo para lo cual no estaba hecho, se hizo tan fuerte, que me alegré de estar sentado. Me quedé largo tiempo sentado así, porque de esa forma sentía que el peso se hacía menor. Luego una mujer joven y elegante quiso hablar conmigo de arte y yo le ladré, qué arte, y algo desconcertada por mi hostilidad ella dijo: el arte en sí."
Werner Herzog
(En su libro Conquista de lo Inútil)
En la imagen: Aguirre, la ira de Dios.
lunes, 9 de febrero de 2015
Horizontes
Después de varios años volví a ver Poltergeist
(Tobe Hooper, 1982)
No recordaba que tuviera paisajes tan increíbles.
(Tobe Hooper, 1982)
No recordaba que tuviera paisajes tan increíbles.
lunes, 2 de febrero de 2015
Lengua materna, de Liliana Paolinelli
Publicado en noviembre de 2012
Todavía no terminamos de acomodarnos en la butaca cuando comienza el temblor. Alguien nos deposita justo en el pico de un diálogo decisivo entre madre e hija. Las escuchamos pero no las vemos, pues la pantalla aún está en negro. "¿Qué pasa con Nora?", pregunta mamá Estela (Claudia Lapacó), y su hija Ruth (Virginia Innocenti) responde que Nora es su pareja desde hace catorce años. Así lo dice, sin más, con perfil bajo. Sin un cultivo previo del "gran momento", sin transiciones narrativas ni hipérboles interpretativas. Nuevamente, pisamos un suelo singular. Como ya lo había hecho en Por sus propios ojos, el timón de Liliana Paolinelli nos desconcierta con convicción. Y eso hay que agradecerlo.
Sucede que habíamos creído por puro automatismo en la estampa que el afiche pretendía vendernos: una comedia de enredos quizás grotesca con una madre conservadora en proceso de descubrir que tiene una hija lesbiana. Uno imaginaba que Lapacó recopilaría indicios y enfrentaría escenas incómodas hasta llegar finalmente al grito de ¡Oh! que el póster pondera con su costumbrismo a todo color. Uno suponía que iban a contarnos el camino hacia esa revelación. Y resulta que la confesión clave no es el clímax sino apenas el inicio de otro arco, una curva que en vez de revelar prefiere confirmar un principio conocido y comprobado por todos: nada es seguro en este mundo.

Habría que preguntarse hasta qué punto Estela no era realmente consciente del hecho que ahora su hija viene a explicitar. Pero llega un momento en la historia en donde el tema de la orientación sexual ya no es lo importante. Lo verdaderamente difícil es acompañar a un hijo en el amor, reto que la protagonista no había experimentado hasta entonces. Por allí pasa Lengua materna, por esa estación que no por visitada o incluso previsible resulta menos dolorosa. En definitiva, la película nos prepara para un golpe. Tan clásico como real y fulminante.
Esta película será exhibida durante este mes (febrero 2015) en INCAA TV en los siguientes días y horarios:
Miércoles 4, 00:00
Martes 10, 00:00
Viernes 20, 00:00
Jueves 26, 00:00
viernes, 30 de enero de 2015
Escondidos en Brujas, de Martin McDonagh
Publicado en octubre de 2008
Brujas es un sueño. Una bellísima ciudad medieval belga con castillos, canales, cisnes, tersas callejuelas, delicias arquitectónicas y algún que otro enano. Es el lugar en donde elegiríamos pasar nuestros últimos días, para morir con la fantasía de haber habitado un mundo de príncipes, aunque nunca nos hayamos cruzado con ellos.
Lamentablemente, el nuestro es un mundo de sapos miserables. No hay cuentos de hadas que sirvan de refugio frente a la culpa o la frustración. Ken (Brendan Gleeson) y Ray (Colin Farrell) lo saben bien.
Ellos están en Bélgica por órdenes de su jefe (Ralph Fiennes), porque resulta que algo salió mal en Londres, lugar en donde trabajan como asesinos a sueldo, y es mejor que por unos días se protejan lejos del centro de operaciones. Ken es un señor sobrio, culto y ya cansado de estos trajines, mientras que Ray es un joven desaforado, inseguro y tremendamente bruto. Este panorama parece anticipar una sencilla buddy movie rociada con moderada acción y perlado humor inglés. Por suerte, Escondidos en Brujas (In Bruges) abre el juego y regala mucho más.

Los dos protagonistas no solo están en una especie de impasse laboral, sino que atraviesan sendas crisis existenciales. Si pudiera, Ken largaría todo ya mismo y se dedicaría a pasear tranquilo por los museos de Europa. Si pudiera, Ray borraría de su mente esas imágenes que lo persiguen y que muestran a un niño que él mató por error. Absorbido por la culpa, Ray se debate entre el reviente y el suicidio, mientras Ken hace un último intento por salvarlo y alejarlo del oficio. Quizás no todo esté perdido todavía.
Lástima que Harry -el jefe- llega muy pronto a Brujas. Él sí que es decidido y despiadado. Seguramente, cuando era chico nadie le contó historias de magos y duendes antes de ir a dormir.
Hay de todo un poco en la película y todo es entretenido: éxtasis ante un cuadro de El Bosco, humores híbridos, hermosos escenarios, personajes curiosos, golpes, algo de romance, incorrección política y pequeñas reflexiones sobre el ser, su acción y sus consecuencias. A la cálida presencia de Brendan Gleeson se suma un Colin Farrell particularmente inspirado para encarnar al ciclotímico Ray. Él es quien desliza los comentarios mordaces en el film, pero lo hace por simple ignorancia, no por malicia ni para relativizar el dolor.
Y aunque Ray sea un grandulón inmaduro, al menos sabe lo que es el remordimiento. Como a todos, a él le deben haber narrado muchas veces el sabio consejo: el bosque es peligroso y hay caminos que conviene no tomar. Pero, al igual que Caperucita, él no hizo caso. Nunca lo hacemos la primera vez.
lunes, 26 de enero de 2015
Ricky, de François Ozon
Publicado en abril de 2010
La historia que narra Ricky podría ser un sueño. Ese hueco que necesitamos cavar en la realidad para no morir aplastados. Un delirio, un desesperado mentís a lo rutinario de la vida. Katie (Alexandra Lamy) ya no soporta el día a día, por eso en la primera escena la vemos pedir auxilio con su rostro cansado, los ojos suplicantes. Katie llora como nunca, porque ya no puede pagar el alquiler ni seguir cuidando a sus hijos. Recién después comienza el relato lineal, concreto, sin remisiones a esa escena inicial. ¿Por qué arrancar con ese prólogo, entonces? Probablemente para que lo olvidemos a los pocos segundos. Para que nos desconcertemos aún más con lo que está por venir. Así es François Ozon. Juguetón. Astuto. Goza al vernos encerrados en la disyuntiva: o lo creemos un farsante, o nos convence para que indaguemos un poco más allá.
En varias de sus películas, las imágenes se construyen desde un punto de vista angustiado. Los protagonistas de Tiempo de vivir, La piscina y Bajo la arena, por ejemplo, son seres perturbados que necesitan habitar sus propios espacios mentales, ya sea acurrucándose en los recuerdos, en los deseos sexuales o en la llana fantasía. Nadie podría tolerar lo real sin emprender estas fugas, túneles alternativos que son imprescindibles aunque nos pierdan, aunque nos avergüence un poco ser sus gestores (como pasa con las pesadillas más íntimas y extrañas). Pero el director no da pistas. Mejor aún: da pistas falsas. En Ricky, Ozon jamás descuida el barniz realista. No impone marcaciones formales (lingüísticas, como podría ser un fundido entre planos) que anuncien el pasaje a lo puramente imaginado. Tampoco ofrece una almohada delatora de lo onírico, como la que inserta David Lynch al inicio de Mulholland Dr. La madre de Ricky no parece vacilar demasiado frente el hecho extraordinario: se preocupa pero sigue adelante, alienada y feliz con su hijo prodigio. Ahora tiene una distracción que la evade de la soledad, la fábrica, el descascarado monoblock.
Me permito especular: Katie un día cae desmayada de cansancio, consciente de que Paco (Sergi López) acaba de dejarla, como su primer marido. El eterno retorno. Otra vez sola con su hija, más un bebé inesperado. Katie empieza a soñar para escapar (¡si hasta se gana la lotería!). Suele decirse que los hijos se van de casa cuando ya pueden "volar solos". Ozon toma esta idea en su literalidad y la precipita desde el absurdo, inspirándose libremente en el cuento "Moth", de Rose Tremain. Algunos se engancharán con las simbologías religiosas de la anécdota, pero creo que esa es sólo otra posibilidad que el director aprovecha para desviarnos.

sábado, 24 de enero de 2015
Arranca el 2015 en Cine Club Núcleo
Este martes 27 de enero el Cine Club
Núcleo inicia su temporada número 62 en el Cine Gaumont (Espacio
INCAA - KM 0).
En los horarios de las 18.15 y las
20.30 se proyectará el film St. Vincent, dirigido por Theodore
Melfie y protagonizado por el gran Bill Murray junto a Melissa McCarthy y
Naomi Watts.
Fundado por Salvador Sammaritano en
1952, Núcleo ha realizado más de 7900 funciones a lo largo de su
historia. Actualmente ofrece diversas actividades. Los martes en el
Cine Gaumont (Av. Rivadavia 1635), a las 18.15 y 20.30, se hacen las
funciones de pre-estrenos (es decir, títulos que luego se verán en
la cartelera comercial). El segundo y cuarto domingo de cada mes, en
el horario de las 11 en el Gaumont, también se exhiben pre-estrenos
o películas de estreno reciente -y quizás no muy difundidas- que
vale la pena rescatar. Por otro lado, a partir de marzo, los jueves a
las 19 funcionará el tradicional “Ciclo de Revisión” en la sala
del Malba (Figueroa Alcorta 3415), una sección dedicada a joyas del
cine de todos los tiempos.
El Cine Club Núcleo representa una excelente oportunidad para acceder a una numerosa oferta de proyecciones
abonando un arancel muy accesible. Otras películas programadas para
las próximas semanas son Birdman (de Alejandro González Iñárritu),
La teoría del todo (de James Marsh), Alma salvaje (de Jean-Marc
Vallée) y Big eyes (de Tim Burton).
Para informes, inscripciones de nuevos
socios (cupos limitados) y renovaciones anticipadas se estará
atendiendo al público los días viernes 24, sábado 25 y lunes 27 de
enero, entre las 18 y las 20, en el Cine Gaumont (Congreso). Para más información, visite la página web.
miércoles, 21 de enero de 2015
Curso: WERNER HERZOG - Febrero 2015
Universo Herzog
Taller de análisis cinematográfico
A cargo de Carolina Giudici
Desde el miércoles 4 de febrero
Cuatro encuentros, en el barrio de Almagro
“Las películas no cambian el pensamiento de la gente, no originan revoluciones, aunque pueden cambiar nuestra perspectiva de las cosas, y en última instancia pueden ser valiosas. Pero también tienen mucho de absurdo. Me convierten en un clown, y eso le pasa a todo el mundo. Mira a Orson Welles o incluso a Truffaut: se han convertido en clowns. Debe ser que lo que hacemos como cineastas es inmaterial, es sólo preservar la luz, y hacer eso toda tu vida te convierte en un clown, y es casi un proceso inevitable.” Cuando Werner Herzog dijo esto, a fines de los '70, ya sabía que su obra no iba a poder despegarse nunca de su excentricidad como artista, y eso que ni siquiera se había embarcado aún en el intricadísimo y hoy célebre rodaje de Fitzcarraldo. Y es así nomás: Herzog es un poeta y a la vez un soldado del cine, y no debe existir otro realizador en la historia que ponga el cuerpo como lo pone él. El suyo es un cine atlético, expansivo, imprevisible, frondoso, complejo, hermoso.
Herzog realizó más de 60 películas en diferentes formatos, inmensidad ante la cual solo podemos responder con humildad. Este taller aspira a recorrer algunas zonas temáticas de su filmografía a través del análisis de seis películas que nos permitan aproximarnos a su mundo de la forma más completa posible. Éstas son algunas de las cuestiones a comentar: El Nuevo Cine Alemán - Imperialismo, colonización y encuentro con el otro - Los extraños tentáculos de la naturaleza - Subjetividad, mito y lenguaje - La influencia del romanticismo - Los cruces entre ficción, documental y ensayo fílmico. La necesidad de alcanzar una "verdad extática".*
Además de recorrer su obra y comentar sus títulos emblemáticos, nos concentraremos en los siguientes ejes y películas:
Clase 1 - Herzog y la búsqueda de las "imágenes puras". Análisis de El enigma de Kaspar Hauser (1974)
Clase 2 - Herzog se lanza a realizar su gran "obra de arte total". Análisis de Fitzcarraldo (1982)
Clase 3 - Herzog piensa la guerra y sus efectos. Análisis de Lecciones de oscuridad (1992) y El pequeño Dieter necesita volar (1997)
Clase 4 - Herzog y su peculiar construcción de lo "irónico-sublime". Análisis de La Soufrière (1977) y Grizzly Man (2005)
Inicio del taller:
Miércoles 4 de febrero de 2015 (hasta el miércoles 25)
Horario: 19 a 21 hs.
Lugar: Barrio de Almagro
Las vacantes son limitadas y se reservan con inscripción previa.
*Es importante asistir a los encuentros con las películas vistas, por eso como parte del taller
también ofrezco copias de las películas (que pueden retirar en el momento de la inscripción).
Para más detalles llamar al teléfono 4865 - 3317 (dejar nombre y número de contacto), o escribir a: datosparacaro@yahoo.com.ar
Taller de análisis cinematográfico
A cargo de Carolina Giudici
Desde el miércoles 4 de febrero
Cuatro encuentros, en el barrio de Almagro
“Las películas no cambian el pensamiento de la gente, no originan revoluciones, aunque pueden cambiar nuestra perspectiva de las cosas, y en última instancia pueden ser valiosas. Pero también tienen mucho de absurdo. Me convierten en un clown, y eso le pasa a todo el mundo. Mira a Orson Welles o incluso a Truffaut: se han convertido en clowns. Debe ser que lo que hacemos como cineastas es inmaterial, es sólo preservar la luz, y hacer eso toda tu vida te convierte en un clown, y es casi un proceso inevitable.” Cuando Werner Herzog dijo esto, a fines de los '70, ya sabía que su obra no iba a poder despegarse nunca de su excentricidad como artista, y eso que ni siquiera se había embarcado aún en el intricadísimo y hoy célebre rodaje de Fitzcarraldo. Y es así nomás: Herzog es un poeta y a la vez un soldado del cine, y no debe existir otro realizador en la historia que ponga el cuerpo como lo pone él. El suyo es un cine atlético, expansivo, imprevisible, frondoso, complejo, hermoso.
Herzog realizó más de 60 películas en diferentes formatos, inmensidad ante la cual solo podemos responder con humildad. Este taller aspira a recorrer algunas zonas temáticas de su filmografía a través del análisis de seis películas que nos permitan aproximarnos a su mundo de la forma más completa posible. Éstas son algunas de las cuestiones a comentar: El Nuevo Cine Alemán - Imperialismo, colonización y encuentro con el otro - Los extraños tentáculos de la naturaleza - Subjetividad, mito y lenguaje - La influencia del romanticismo - Los cruces entre ficción, documental y ensayo fílmico. La necesidad de alcanzar una "verdad extática".*
Además de recorrer su obra y comentar sus títulos emblemáticos, nos concentraremos en los siguientes ejes y películas:
Clase 1 - Herzog y la búsqueda de las "imágenes puras". Análisis de El enigma de Kaspar Hauser (1974)
Clase 2 - Herzog se lanza a realizar su gran "obra de arte total". Análisis de Fitzcarraldo (1982)
Clase 3 - Herzog piensa la guerra y sus efectos. Análisis de Lecciones de oscuridad (1992) y El pequeño Dieter necesita volar (1997)
Clase 4 - Herzog y su peculiar construcción de lo "irónico-sublime". Análisis de La Soufrière (1977) y Grizzly Man (2005)

Inicio del taller:
Miércoles 4 de febrero de 2015 (hasta el miércoles 25)
Horario: 19 a 21 hs.
Lugar: Barrio de Almagro
Las vacantes son limitadas y se reservan con inscripción previa.
*Es importante asistir a los encuentros con las películas vistas, por eso como parte del taller
también ofrezco copias de las películas (que pueden retirar en el momento de la inscripción).
Para más detalles llamar al teléfono 4865 - 3317 (dejar nombre y número de contacto), o escribir a: datosparacaro@yahoo.com.ar
viernes, 16 de enero de 2015
La vida nueva, de Santiago Palavecino
Publicado en octubre de 2011

La narración es dispersa, elíptica, tejida con ramalazos de géneros canónicos (melodrama, policial, western) y abierta a un devenir incierto que despierta un genuino interés para dejarnos finalmente desazonados, hundidos en un paisaje reconocible del cual nos gustaría huir. Porque más allá de todas las sutilezas estilísticas que juegan con el desvío hacia la abstracción, Palavecino logra enraizar su fábula en un mundo concreto, brutal y corrupto en donde ya nadie se inmuta cuando los crímenes se ocultan, los inocentes son condenados y las felicitaciones se compran. La película, sin embargo, no impone un tono de denuncia ni pretende juzgar a sus personajes. Al contrario, una lectura apresurada indicaría que el film apaña la conducta de Juan en el conflicto judicial (es decir, la hace comprensible al mostrarlo presionado por el contexto). Pero el asunto es mucho más complejo. La mentira es una rueda natural de la dinámica social. Fingir es un modo de ser. ¿La clave será salir del pueblo, entonces? ¿Para qué? ¿Para acabar como Benetti, soberbio y desesperado? En esta historia nadie está demasiado convencido de las palabras enunciadas, por eso es mejor atender el mensaje de los cuerpos, los gestos inevitables, los reflejos intempestivos, como la inquietante escena de los animales liberados en la estancia, en la cual el hábil montaje permite que lo simbólico se deslice tenue, lúcidamente, sin caer en la evidencia.

miércoles, 14 de enero de 2015
Joshua, de George Ratliff
Publicado en julio de 2008
Tanto el título del film como el afiche de promoción parecen anticipar que Joshua es otra película de terror sobre un niño extraordinario, ya sea porque está poseído por el demonio, o porque es psíquico y dialoga con criaturas del más allá, o porque es un nuevo fantasma vengativo que quiere hacer justicia. Pues no: Joshua no es nada de eso. Es una historia de terror, sí, pero la película se mantiene siempre dentro de márgenes realistas, sin necesidad de apelar a gastadas explicaciones sobrenaturales para establecer su verdad: este niño es lisa y llanamente malo.
Los padres notan que su hijo de nueve años es raro, pero no le prestan demasiada atención, menos ahora que acaban de tener una beba. Todo es algarabía hasta que la recién nacida se convierte en una insoportable máquina de llorar, y mientras mamá Abby (Vera Farmiga, excelente) despista progresivamente hacia la histeria, papá Brad (Sam Rockwell) comienza a dispersarse en su trabajo en la financiera. El infierno se instala de a poco en su aséptico departamento de Manhattan. “No tenés que quererme. No es una regla”, le dice Joshua (Jacob Kogan) a su padre. Es que uno no elige a la familia.
Lo más interesante del film es el retrato de esta familia gratuita. Un matrimonio alelado que tiene hijos sin saber muy bien por qué. Él es un joven inmaduro que vive atorado en su mp3 y ella es una tilinga que nunca asumió su maternidad, pero aun así ellos siguen adelante, respetuosos del mecánico mandato reproductivo. El que paga el pato por la estulticia pequeñoburguesa es el robótico hijo, que deberá cargar para siempre con el recuerdo de una madre que lo aborreció durante la depresión post-parto.
El director George Ratliff puebla su puesta en escena con íconos reconocibles del terror psicológico (Joshua se asemeja al Damien de La profecía, Farmiga tiene el look de Mia Farrow en El bebé de Rosemary) porque lo que busca es desenfundar desde adentro el género mismo, sugiriendo que ya no hace falta recurrir a giros satánicos o surrealistas para narrar la angustia primordial de un niño inteligente: ¿alguien le pidió permiso para traerlo a este mundo siniestro?
Joshua (Estados Unidos, 2007)
Dirección: John Rattcliff
Estreno directo a DVD
Editado por Gativideo.
viernes, 9 de enero de 2015
Cinco minutos de gloria, de Oliver Hirschbiegel
Publicado en agosto de 2010
Dos hombres se columpian entre el hoy y los 70, van y vienen en su cabeza mientras viajan en sendas limusinas hacia el mismo lugar. Ambos fueron contratados por un programa de televisión para ser protagonistas de una “reconciliación”. Antes del show, lo que la cámara encuadra una y otra vez es el espejo retrovisor: quiénes fueron y quiénes son.
Estamos en Irlanda. Uno de los hombres (Liam Neeson) parece un empresario en camino a algún negocio. Sereno, piel tirante, piernas cruzadas. En su adolescencia adoraba calzarse una chaquetita negra que apenas ocultaba su arma, revólver que guardaba junto a viejos juguetes. Apenas un muchachito preocupado por su acné. Pero para ser aceptado en el grupo, tuvo que matar.
El otro hombre (James Nesbitt) es un manojo de nervios. Mira para todos lados con el semblante molido. Increpa a Dios y todavía tiene fuerzas para preguntarle por qué. A su hermano lo masacraron hace 30 años. Él estaba a pocos metros en el momento fatal, jugando a la pelota en la calle, muy concentrado en batir su propio récord. Pateaba contra la pared y la devolvía, una, dos, tres, cuatro… cien. Jamás imaginó que seguiría contando hasta hoy, aguantando la furia, noventa y ocho, noventa y nueve… y vuelta a empezar. Una condena de por vida para no explotar.
Los espejos, otra vez. O su imposibilidad de reflejar. Cinco minutos de gloria (Five minutes in heaven) es una película sobre esas imágenes que nunca se podrán capturar. Si le damos poco crédito al alemán Oliver Hirschbiegel (director de despareja trayectoria), es probable que el film nos resulte por lo menos estrambótico. Pero, justamente, ésa es la idea: sacudir las formas y las formalidades, sabiendo que la culpa no se puede curar. Por eso el relato descoloca, pega volantazos, lleva y trae histrionismos típicos para luego lanzarlos por la ventana. (En lo que sigue, voy a revelar detalles).
A ver: ya pasó casi una hora de película y todo indica que asistiremos a un reality show con suspenso, una performance vistosa entre un hombre que pide perdón y otro que quiere venganza. Pero no, ese lugar común queda abortado por un arrebato, un portazo que desnuda la grotesca simplificación mediática de la memoria política.

Y hay más reversos de la trama: el ex guerrillero a quien creíamos un ejecutivo aburguesado, hoy no es más que un pobre tipo sumido en el vacío, mientras que el otro personaje, con todo los tics de un border salido del hospicio, en realidad tiene una linda familia que se convertirá en su última y necesaria palanca.
¿A dónde llegamos con todos estos giros? Quizás a la poco espectacular conclusión de que en tragedias como ésta la redención no existe, como tampoco la catarsis definitiva, aunque la televisión y el cine insistan en narrarlas. El dolor es pesado, pedestre, demasiado inabarcable como para dejarse estrujar por la ficción. Aunque tal vez, algún día, se pueda empezar a poner en palabras, de allí que John (Nesbitt) se anime por fin a probar la terapia de grupo. “Compré unas sandalias para venir, porque lo vi en una película. Vi que todos se sentaban en círculo y usaban sandalias”, bromea John con sus compañeros, otro guiño autoconsciente sobre el propósito del film: hay que descreer de las imágenes prefabricadas y salir a pisar lo real.
No se trata de conciliar, porque queda claro que la sutura es imposible. La Historia deberá seguir supurando su malestar.
martes, 6 de enero de 2015
Moon, de Duncan Jones
Publicado en enero de 2010
Sam parece un náufrago, con su barba espesa, el pelo desprolijo, los ojos ajados. Un Robinson Crusoe melancólico en el lado oscuro de la luna. Lo único que quiere es volver a casa, donde lo esperan su esposa y su hija. Él cree que aún lo esperan. Pasaron casi tres años en esa estación espacial dedicada a producir energía para enviar a la Tierra. Astronauta y minero a la vez, Sam está a punto de cumplir su ciclo de trabajo para Lunar Industries, pero perdió la comunicación con el exterior por culpa de un satélite averiado. El aislamiento es absoluto. Estamos en el futuro. Lejano o no, no importa mucho. O sí.
Aplausos entonces para Duncan Jones, gestor de esta ópera prima de notable austeridad narrativa y madurez filosófica, que además ofrece una extraordinaria actuación de Sam Rockwell. Moon (aquí rebautizada con el título En la luna) apunta a la sorpresa y por eso no conviene revelar mucho más sobre ella: les sugiero que se suban a la nave para dejarse interpelar por lo ambiguo de la historia, incluso cuando la película parezca atascarse en un callejón sin salida. Ese es precisamente el punto de no retorno en donde deberá imponerse la pregunta por lo humano. ¿Qué nos hace seres únicos e irrepetibles? ¿Nuestros deseos? ¿Los recuerdos? ¿O será la capacidad de decir que no? Moon ensaya algunas respuestas con este cuento futurista de dolorosa belleza.
En la luna
Moon (Reino Unido, 2009)
Dirección: Duncan Jones
Estreno directo a DVD
Editado por Sony Pictures
domingo, 4 de enero de 2015
Amorosa soledad, de Victoria Galardi y Martín Carranza
“Y volverás a esperanzarte
y luego a desesperar
y cuando menos lo esperes
tu corazón va a sanar”.
Jorge Drexler
Publicado en agosto de 2009
El estreno de Amorosa soledad, allá por marzo de este año, quedó opacado por la mucho más publicitada y taquillera Música de espera, de Hernán Goldfrid. El film con Diego Peretti y Natalia Oreiro es efectivo, por momentos muy gracioso y placentero, pero en el recuerdo su factura de fórmula no desprende el mismo encanto que sí tiene esta película dirigida por Victoria Galardi y Martín Carranza. Amorosa soledad es una pequeña comedia de situaciones, con diálogos inteligentes y una delicadísima ambientación basada en tonos blancos, grises y celestes, como si todos los decorados estuvieran contagiados por la mirada turquesa y expansiva de la protagonista.

Nadie en este planeta está libre de convivir con rollos, taras y torpezas de toda especie. La diferencia reside en que algunos logran disimularlo mejor que otros. Sole (Efrón) es una hipocondríaca desatada. Colecciona termómetros como si fueran perfumes y la clínica de su barrio parece ser su segundo hogar. Es una obsesión que encubre otras cosas, claro, como por ejemplo, el miedo a la soledad (¿les suena?). De eso va un poco esta película: de aprender a aceptar que -en lo más profundo, en los cruciales puntos de giro, al llegar y al partir- estamos solos. Comprenderlo es crecer. Todo lo demás es una cuestión de fe.
Amorosa Soledad puede verse en YouTube.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)