jueves, 25 de junio de 2020

Testigos de la desintegración


“Veo al país desintegrándose y contemplar cómo eso ocurre es una de las grandes tragedias de mi vida. No puedo decir lo triste que me pone. Pero lo que sale a la superficie son los viejos problemas, no la economía sino las creencias sociales. Es un resabio religioso en contra del secularismo. Gente que quiere un país blanco y otros que quieren uno múltiple. Gente que cree que el aborto es un crimen, y otros que piensan que debe existir el derecho a elegir. Gente que cree que llevar armas está bien, que pueden matar a cualquiera porque son estadounidenses y libres, y otros que piden controlar la posesión de armas, y así. Es una guerra social y por eso intratable, no se soluciona regalando autos nuevos o muebles. Es una enfermedad profunda”. 

Paul Auster 
Fragmento de una entrevista publicada en el sitio del diario “La voz del interior”. Ir al texto completo.

La imagen pertenece a Loving (2016), excelente film de Jeff Nichols.

martes, 16 de junio de 2020

Entre el decir y el pensar


"El diálogo dice una cosa y la puesta en escena dice otra. Este es el punto fundamental de la puesta en escena. Me parece que las cosas ocurren a menudo así en la vida. Las personas no expresan sus pensamientos más profundos, tratan de leer en la mirada de sus interlocutores y, con frecuencia, intercambian palabras triviales mientras intentan adivinar algo profundo y sutil."

Alfred Hitchcock
, en diálogo con François Truffaut en El cine según Hitchcock.

En la imagen: el director en el rodaje de Los pájaros.

domingo, 7 de junio de 2020

Up in the air, de Jason Reitman


Texto publicado en 2010

“En Estados Unidos hay una cosa que se valora en los empleos: el lastre cero. Se llama a una persona de lastre cero a aquella que no tiene raíces, que tiene pareja pero no está enamorada, que no tiene hijos o los tiene distanciados, que tiene una formación pero no es una formación muy vocacional. Es un mundo ligero y volátil, propenso a desvanecerse”.

Vicente Verdú


[Aclaración: en este comentario se revelan detalles de la resolución de la historia. Si no vieron la película, se las recomiendo. Los espero luego.]

Con el cine de Jason Reitman flotamos. Tanto en Gracias por fumar como en Juno, y ahora explícitamente en su nuevo film, el director inyecta burbujas de amabilidad en los asuntos más delicados y nos hace observar los hechos desde cierta altura, montados en la sonrisa de esos protagonistas que parecen comprenderlo todo y actuar en consecuencia. Frescos y limpios, surfeamos el relato sin percibir que el humus que lo sostiene es mucho más negro y amargo de lo que nos gustaría admitir. Porque nos vendieron una comedia romántica (¡Amor sin escalas!) y resulta que Up in the air no sólo le hace pito catalán a la felicidad, sino que se acerca demasiado a la orilla existencial opuesta: la del vacío.

Ya saben de qué se trata: Ryan Bingham (George Clooney) se dedica a despedir trabajadores. En plena debacle económica de Estados Unidos, mientras muchas empresas quiebran y otras diseñan las inevitables "reestructuraciones", Ryan viaja por todo el país para consolar a cientos de personas diciéndoles que, a pesar de estar en la calle, “ahora empieza la verdadera libertad”. Algunos lloran, otros patalean. Una señora promete tirarse de un puente.

Ryan cumple todos los requisitos del lastre cero que exige la sociedad actual. Él pondera ese status y ofrece conferencias sobre cómo alcanzarlo (seamos honestos: los asistentes a esas charlas lucen aburridos e incrédulos, sabiendo que el discurso de Ryan es pura autoayuda marketinera). Tiene un pequeño departamento en Omaha que prácticamente no habita, ya que vive volando de ciudad en ciudad, acostumbrado a los hoteles, las relaciones casuales, los deseos en WI-FI. Ninguna atadura, salvo ese vínculo tramposo imposible de erradicar: la propia sombra. El inconsciente, lo que hace dudar.

Y dudar significa perder el avión. Irse de pista y lanzarse a lo imprevisible (o al amor, que es lo mismo). Ryan se juega, pero la realidad lo cachetea, confirmando sus peores sospechas.

No sabemos qué sentir cuando la película termina. Tanta soledad junta resulta difícil de digerir. Quienes se enojaron con el film le reclaman a Ryan que no haya reaccionado con mayor ferocidad ante la noticia de la mujer suicida, como para dejar sentado que su labor es miserable (¿es que acaso esto no había quedado clarísimo desde el inicio?). Pero también podríamos pensar que debido a ese hecho trágico se suspenderán los despidos vía Internet para volver al esquema cara a cara, triste victoria pírrica para un Ryan que ya está demasiado integrado al sistema, funcional y resignado. Es más coherente que la historia deposite cierta esperanza en la joven Natalie (Anna Kendrick), que decide regresar a sus pagos para empezar de nuevo.

Otros cuestionan el film por el “castigo moralista” que le impone a Ryan al negarle un romance serio con Alex (Vera Farmiga). Pero para creer que el destino efectivamente lo está condenando, la película debería haber intentado certificar que la otra opción -el proyecto de pareja- ofrece algún tipo de curación como garantía. Este es el punto en donde Up in the air nos tira a la tierra sin paracaídas. La hermana mayor se está separando. La otra hermana se casa con un inseguro de temer (es genial la escena en la salita del jardín de infantes, con el protagonista vendiéndole espejitos de colores a su futuro cuñado). Natalie apostó a su novio y fracasó. Ni siquiera Alex convence cuando defiende su familia, su “vida real”, esa estructura de la que cada tanto necesita escapar. A los hijos de Alex no los vemos, mucho menos a su marido. Refugiada en su autoproclamada “madurez”, el personaje de Farmiga tal vez sea el más triste de todos.

No hay paraíso, es cierto, y cada día cuesta más romper el cristal líquido para comunicarnos de verdad. Sólo quedan los momentos: algún festejo, un buen recuerdo, un dulce adiós. Parece poco, pero son esos los momentos que Reitman enciende con colores, vibración y hermosa música. Mientras todo se derrumba, encontrarse con los otros todavía tiene sentido. Sin hipocresías. Desde ese piso deberíamos partir, y no al revés. Es por este motivo que, al final del relato, los testimonios de los desocupados rescatan la importancia de los afectos. Algunos dirán que se trata de palabras demasiado cursis para un film anclado en el cinismo. Sin embargo, ante la criminal teoría del lastre cero, Up in the air sugiere que el afecto es hoy la única trinchera desde la que podemos combatir.


Up in the air actualmente puede verse en Netflix.

miércoles, 27 de mayo de 2020

Estar en mis ojos


"Aprender a mirar los ojos, a mirar lentamente, profundamente, aprender a escuchar con los ojos. Nadie puede soportar la interrogación del silencio, se ha escrito. Nadie puede soportar la interrogación de los ojos. Los ojos nos descubren y nos encubren. Cuánto tiempo tarda un hombre en ser dueño de sus ojos, cuánto tiempo he tardado yo en habitar mis ojos, vivir en ellos, poblarlos. Porque generalmente huimos la región de los ojos, demasiado clara, y nos agazapamos en los sótanos del cuerpo. Hay que irse a vivir a los ojos como a lo alto de la claraboya, a las claras buhardillas de la casa, a los cielos del cuerpo. Estar en mis ojos para que se me vea y para ver."

Francisco Umbral
(Fragmento de su libro "Mortal y rosa")

En la imagen: Moonlight, de Barry Jenkins.

sábado, 23 de mayo de 2020

El después


"Tal vez la eternidad sea despertar de una siesta bien dormida con los ojos entregados al asombro...."

Leonardo Favio
(Revista Ñ - 07/04/08)


viernes, 22 de mayo de 2020

Los paranoicos, de Gabriel Medina


Bailar solo. Eso hace Luciano Gauna (Daniel Hendler) durante la noche en su departamento. Se fuma un porro, se queda casi a oscuras, pone a todo volumen una música furiosa… y baila con eléctrica belleza. Algo cercano a lo alucinante se condensa en esa escena: ese muchacho al que creíamos un pusilánime necesita encerrarse para liberarse y brillar.

Nadie lo ve bailar, claro. Porque Gauna está solo. Es un ser plomizo, dubitativo, limitado. No es falta de talento lo que vuelve tan retraído. Es lisa y llana inseguridad. Si le preguntan qué hace, él dice que está “escribiendo un guión”, pero es poco y nada lo que tiene resuelto. Se gana unos pesos como animador de fiestas infantiles, disfrazándose de un muñecote violeta con rasgos alienígenas al que los chicos conocen como “Cachito”. Vive de prestado en un departamento que en otro tiempo perteneció a la abuela de su histórico amigo Manuel. Y es justamente el inesperado arribo de Manuel lo que desatará el conflicto en Los paranoicos.

A diferencia del taciturno Gauna, Manuel (Walter Jakob) es un joven de paso firme que ya fue y vino muchas veces. Tiene una carrera exitosa en España como productor de cine y televisión. Tiene una novia llamada Sofía (Jazmín Stuart), una mujer hermosa que por una de esas vueltas del destino debe instalarse unos días en la casa de Gauna. Favores entre amigos. Cosas que pasan.

Debut en el largometraje de Gabriel Medina, Los paranoicos es una comedia de coloraciones amargas, con una factura cuidada y un relato disfrutable puntuado esporádicamente por cierta languidez (tono que resulta inevitable dado el perfil dramático del protagonista). La crítica local señalizó con acierto los rastros en esta película del cine de Martín Reijtman y Juan Villegas, además de las semejanzas que presenta Gauna con el maníaco-depresivo que interpretó Adam Sandler en Embriagado de Amor (Punch-Drunk Love), de Paul Thomas Anderson. Pero más allá de los guiños o las carencias (como el papel de Stuart, al que le falta espesor), Los paranoicos se destaca por una puesta en escena inteligente consagrada a la fina construcción del personaje central.



En una entrevista publicada en la revista El Amante, el director del film dice que “hay mucho en el lenguaje físico como expresión de la psicología, en el hecho de que Gauna no pueda mirar a los ojos, en esa energía contenida bajo un disfraz de tipo introspectivo”. Es precisamente la forma en que la cámara registra el rostro de Hendler, su mirada siempre huidiza, su hablar entrecortado, su pavor, lo que permite al espectador entablar una irreprimible complicidad con la percepción ansiosa del personaje. Portentosos primeros planos, estupenda utilización de la música y una fotografía lúgubre que convierte al departamento común y corriente del protagonista en una cueva personalísima y enigmática, un espacio que nos cuesta abandonar una vez terminada la proyección.

Hay algo en Gauna que lo hace inolvidable. Él sabe que es un cobarde. Hasta que le llega la hora de actuar. La película narra ese instante con toda la euforia que un cuerpo es capaz de aplacar durante años. De fondo, una Buenas Aires húmeda y desierta. Esa ciudad que es única y es nuestra.



Los paranoicos se puede ver en YouTube

miércoles, 20 de mayo de 2020

Intuición

 
"Los que cambian el mundo no son los que tienen mucho amor propio, sino los hombres y mujeres que están preparados para hacer el ridículo."

P. D. James, en su novela "Hijos de los Hombres".

En la imagen: el gran Jasper (Michael Caine) en el film Children of Men, de Alfonso Cuarón.

lunes, 18 de mayo de 2020

Refugio


"...ahora pienso que la sala de un cinematógrafo es el lugar que yo elegiría para esperar el fin del mundo."

Adolfo Bioy Casares (en su relato "Amores imposibles")

La imagen pertenece a Take Shelter, notable film de Jeff Nichols.

sábado, 16 de mayo de 2020

Un movimiento de afectividad



Por Franco Berardi*

“La conexión es una relación con el otro que puede ser funcional pero no tiene la sutileza que pertenece a la conjunción, al contacto ambiguo e insinuante, a la palabra que siempre está abierta a nuevas interpretaciones y nuevas evoluciones. Claro que la epidemia instala un problema muy profundo de deserotización de la relación social y de desrealización de la experiencia. Hemos aprendido a hacer casi todo online pero no todo se puede y creo que a nivel antropológico, psíquico, y también político mucho se jugará a nivel de lo que no puede ser reducido a la conexión. (...)

“Deberíamos discutir este problema desde un punto de vista psicoanalítico y poético. Pero pienso que se puede producir también un efecto contrario. Es decir, que el encanto de la virtualización podría romperse y un movimiento poderoso de acercamiento y de afectividad podría manifestarse, porque la dimensión online se volverá el recuerdo de una época angustiosa, como un síntoma de la enfermedad. Veo el espacio de un verdadero movimiento cultural, estético y social.”

*Fragmentos de una entrevista publicada en el diario “Clarín” (16/05/20)

En la imagen: In the mood for love, de Wong Kar-wai

viernes, 15 de mayo de 2020

Sin ningún amo


"Eres libre para ir adonde quieras. Vete, entonces. Alcanza esa libertad sin tierra y... buena suerte. Pues si descubres una forma de vivir sin servir a ningún amo, sea cual fuere, cuéntanos a los demás cómo lo lograste. Pues serías el primero en la historia del mundo".

Lancaster Dodd (Philip Seymour Hoffman), en el film The Master, de Paul Thomas Anderson

jueves, 14 de mayo de 2020

Jaulas


“No se puede sobornar a la infelicidad con pastillas”.

Es Marion Crane (Janet Leigh) quien pronuncia esta brillante línea de diálogo, durante la segunda secuencia de Psicosis (Psycho, 1960). Desde que la muchacha llega a la oficina, esa mañana, dice sentir un persistente dolor de cabeza, por lo cual su compañera le propone tomar unas pastillas. Ojo que no son aspirinas sino “tranquilizantes” recomendados por un especialista. Pero Marion sabe que su angustia no se aplacará con unos comprimidos y un vaso de agua. Su angustia, la de su amante, la de tantos millones, surge por no tener el dinero suficiente para vivir un poquito mejor. Pero entonces… ¿qué significaría "vivir mejor"?

Hay mucha melancolía en Alfred Hitchcock. Mucha soledad. No fue un genio solamente por la forma en que exploró, expandió y enriqueció el lenguaje del cine. Hitchcock fue inmenso porque jamás olvidó que el miedo más atroz proviene del mero hecho de existir. Estamos en peligro desde que empezamos a respirar.

A veces imagino un mundo futuro en donde el cine será un arte perimido. En ese futuro ya nadie tendrá palpitaciones. Los nervios estarán regulados por ansiolíticos que se aplicarán a los bebés como si fueran vacunas. La genética habrá constituido un sujeto que sólo responderá a estímulos publicitarios. En ese hipotético planeta, mirar una película será como asistir a una excavación arqueológica. Los científicos buscarán documentos sobre la subjetividad de nuestra época. Cuando lleguen a la disección de Psicosis, no importarán tanto las imágenes hoy emblemáticas, como la escena de la ducha, la caída de Arbogast, el torso desnudo de John Gavin, el rostro tenso de Leigh al volante, el auto en el pantano, la mansión gótica, el cadáver reseco en el sótano…

Lo que perdurará será otra cosa. Los historiadores necesitarán comprender por qué la ciencia terminaría transformando al sujeto en un ser menos complicado, sin rastros de autocrítica ni de "locura". Encontrarán la explicación en los relatos antiguos, cuando los humanos todavía denunciaban el dolor de la existencia, cuando asumían la dureza de sus jaulas pero, al mismo tiempo, deseaban escapar y pedían auxilio a través del arte.

Lo que quedará de Psicosis como pieza de museo será la conversación que sostienen Norman Bates (Anthony Perkins) y Marion en esa sala del hotel plagada de pájaros embalsamados. Dice Norman: “Todos tenemos nuestra 'trampa' privada. Estamos atrapados en ellas y ninguno de nosotros puede liberarse. Arañamos y rascamos... pero sólo contra el aire, sólo contra nosotros mismos. Y a pesar de todo eso, no nos movemos un solo centímetro”.




Texto publicado en junio de 2010

miércoles, 13 de mayo de 2020

Lonely people


"El mundo está lleno de gente solitaria 
temerosa de dar el primer paso".

Lo dice Tony Lip (Viggo Mortensen) en Green Book, una buena película que muchos colocaron apresuradamente en el cómodo cajón de la "corrección política". La película de Peter Farrelly es más sutil y honesta de lo que muchos quieren creer.

martes, 12 de mayo de 2020

Prevención


"Yo desconfío de los que nunca dudan."

Bernardo Carman (Luis Medina Castro) 
en el film Dar de la cara
dirigido por José A. Martínez Suárez

lunes, 11 de mayo de 2020

Deber ser


"Siempre nos adaptamos a lo que dicen los demás, 
aunque estén equivocados".

Gabriele (Marcello Mastroianni), 
en el film Una giornata particolare, de Ettore Scola. 

viernes, 8 de mayo de 2020

Nuevas texturas


Por Jorge Carrión*

“Los mundos creados por las teleseries comienzan in media res, en el momento de crisis (de cambio) en que se inician todos los grandes relatos. No hay introducción. No hay previously on. No hay dramatis personae. El episodio piloto retrata a los personajes profesional y familiarmente, con su máscara (lo que quieren representar) desencajada, súbitamente violentados. Se ofrece tal como es a las pupilas del espectador, mediante cámaras que vacilan sobre el hombro del camarógrafo, en planos que vibran, a través de texturas que parecen sucias, en planos fijos que emulan los de las cámaras de seguridad. (…) Todo se retrata con la misma ilusión de verdad que encontramos en un documental y en el cine que ha incorporado su estética. Porque las teleseries persiguen la creación de un mundo. Sellan desde su inicio un pacto con el telespectador para que éste asuma que lo que está viendo es tan real y tan ficticio como la vida misma. Un mundo paralelo al que relacionarse desde la adicción.”

*Fragmento del estupendo libro “Teleshakespeare. Las series en serio”. (Editorial Interzona, Buenos Aires, 2014) 

Las imágenes pertenecen a Bloodline, una serie de Netflix muy entretenida sobre una familia con algunas cuentas pendientes y diversos problemas a resolver. 

martes, 5 de mayo de 2020

Rostros


Sometimes I feel like a motherless child
Long, long way from my home


(Aquí en la voz de Darius Rucker)

Esta canción, interpretada por Odetta, también se escucha en El evangelio según San Mateo (Il vangelo secondo Matteo), la película más bella de Pier Paolo Pasolini.