viernes, 21 de diciembre de 2018

Adiós a Penny Marshall


Penny Marshall murió hace unos pocos días, el 17 de diciembre, a los 75 años. Intuyo que vamos a recordarla sobre todo por ser la directora de Quisiera ser grande (Big, 1988), una película sin dudas maravillosa. Pero Marshall también realizó otra obra igual de hermosa que en 1992 fue un exitazo en las salas de Estados Unidos, aunque por acá nunca fue demasiado popular. ¿Será porque se trata de una película sobre béisbol, un deporte ajeno a nuestra cultura? No lo sé. Lo que tengo claro es que Un equipo muy especial, antes que nada, es una película profundamente feminista, y eso solo ya amerita volver a verla y celebrarla.


Durante la Segunda Guerra Mundial, miles de ciudadanos norteamericanos se alistaron para el frente de batalla y dejaron puestos vacantes en diferentes ámbitos, incluyendo el deporte. Así fue que en 1943 se creó la primera Liga de Béisbol Femenina (All-American Girls Professional Baseball League), a partir de una idea del dueño del Chicago Cubs, Philip Wrigley, que convocó a 64 mujeres que jugaban softball a lo largo y ancho del país. Empezaron siendo cuatro equipos, pero el fenómeno creció y llegaron a ser diez. En 12 años se disputaron 144 partidos ante más de un millón de espectadores. A league of their own es una ficción inspirada en estos hechos, y tiene como protagonistas a dos hermanas, Dottie (Geena Davis) y Kit (Lori Petty), que son reclutadas como jugadoras al inicio del relato.


La película abre con el plano del frente una casa, para pasar a un segundo plano en donde dos niños juegan al básquet en algún patio cercano. Dos chicos, una pelota y un aro, una escena habitual (trillada incluso) en el cine norteamericano. Pero lo interesante de este momento es que allí también hay dos chicas que miran cómo juegan los chicos. Todavía no entramos en la historia y ya la directora pinta un cuadro tradicional que el propio relato se encargará de dar vuelta, pues pronto el lugar de espectadores será ocupado por los varones, mientras las mujeres serán las que se luzcan en la cancha. 

Flashback a Willamette, Oregon, 1943. Ernie Capadino (Jon Lovitz) ve jugar a las hermanas Hinson en un campo de béisbol del pueblo y luego las sigue hasta la granja familiar. En una secuencia extraordinaria, vemos al hombre ingresar en un establo en donde las chicas están ordeñando vacas.


La cámara se detiene en una vaca que gira para observar al intruso mientras éste se presenta. “¿Y éste quién es?”, parecería decir el animal. “¿Qué puede saber este sujeto sobre nuestro dolor o nuestra capacidad de resistir? ¿Quién es él para determinar cuánto puede un cuerpo?”. Vacas y mujeres en una alianza de sororidad casi surrealista. El hombre, ante una primera negativa a su propuesta de trabajo, termina descalificando a las hermanas como simples “lecheras”. Las vacas no se lo perdonan y no dejan de mugir hasta el final de la secuencia.
 
 
Ira Lowenstein (David Straitharn) es el responsable de administrar la Liga Femenina. Él aspira a que los equipos sean un éxito de público, pero a la vez quiere que las chicas cultiven su atractivo para el ojo masculino. En las "clases para señoritas", ellas aprenden baile, modales en la mesa, postura, maquillaje, peinado, pero lo curioso es que en el desarrollo posterior del relato no se retomará nada de lo incorporado en esas clases, porque las jugadoras no van a necesitar aplicarlo. Podría decirse que son escenas carentes de justificación dramática si no fuera porque Marshall, precisamente, lo que busca es remarcar la inutilidad de todo ese programa de "perfeccionamiento en lo femenino", que sólo existe en esta historia porque los dueños de la Liga son varones.  


Como era de esperarse, el entrenador de las chicas tenía que ser alguien con experiencia. O sea: un varón. Por eso lo contratan a Jimmy Dugan (Tom Hanks), ex beisbolista que arruinó su carrera por culpa del alcohol. Jimmy necesita el dinero y entonces acepta dirigir a "The Peaches", aunque no le entra en la cabeza la idea de que las mujeres puedan jugar al béisbol.  


El día en que Jimmy debe conocer a las chicas para dirigir su primer partido, llega totalmente borracho al vestuario y se pone a orinar ante la presencia de ellas. Ni siquiera las saluda. Y como alguien tiene que tomar el mando del equipo, Dottie se hace cargo.


En el campo las chicas confirman que no dependen de él. El equipo se afianza y Dottie sorprende con su destreza.


Podría seguir comentando muchísimos otros momentos memorables de la película, pero voy a elegir sólo una secuencia más, que se desarrolla durante uno de los viajes en micro del grupo. Vemos por un lado cómo Shirley (Ann Cusack), que es analfabeta, intenta aprender a leer con la ayuda de Mae (Madonna, quizás en el personaje más querible de todos los que hizo en cine). Por otro lado, escuchamos la guitarra de Evelyn (Bitty Schram), que está componiendo la canción que luego se convertirá en el himno del equipo. Hasta que nos detenemos en un diálogo entre Doris (la magnífica Rosie O’Donnell) y otras dos compañeras. 

 

Lo mismo digo yo:
Miren cuántas somos.

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