sábado, 23 de junio de 2018

Lo que no se resuelve


“¿No es posible y hasta frecuente que, gracias a la ausencia de resolución, el lector reflexivo imagine un cierre inmejorable? El prejuicio de que un final abierto no debiera provenir de la mera indecisión del autor, implicaría un concepto casi didáctico del narrar. Acaso las epifanías narrativas más potentes se produzcan precisamente cuando el final es un verdadero misterio, un secreto repartido entre autor y lector, en vez de una calculada adivinanza. No creo que un autor deba, ni pueda, dominar por completo, como si le pertenecieran, los misterios que ha propiciado.”

Andrés Neuman
 

Fragmento de un artículo publicado en la Revista Ñ (29/05/10)

En la imagen: La niña santa, de Lucrecia Martel.

4 comentarios:

  1. Pienso en "Los Otros", una película que me gustó mucho. ¿Sería mejor con un final menos explícito? Muy probablemente...

    Saludos.

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  2. También concuerdo. Y creo que la elección de la ilustración del post es por demás acertada.

    Saludos

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  3. Aunque lo que propone Neuman no es nuevo, me gustó su forma de resumirlo, definiendo al final como un "secreto compartido" entre autor y lector. Me gusta que el autor confíe en mí, que no me subestime.

    Cuando escribimos sobre películas no nos detenemos mucho en los finales. Al menos yo me acostumbré a evitarlo, simplemente para conservar el suspenso. Pero me encanta pensar en los finales y ver cómo en ellos un director termina de delinear la coherencia de su pensamiento.

    Los Dardenne suelen apostar al grado de esperanza que tenga el espectador. Los finales de Martel son un signo de que la vida de los personajes seguirá conservando en ese mismo estado de cosas (es decir, la indiferencia). En "La libertad" de Alonso, por ejemplo, el final podría estar como no estar. Aquí importan otras cosas, como dice Drexler, hay que “amar la trama más que el desenlace”.

    También creo que hay finales que podrían obviarse y ayudar a la película. Siempre pensé que “El secreto de sus ojos” sería mucho mejor sin los ojitos finales emocionados de Darín y Villamil. Un final no romántico no anularía otros problemas que, en mi opinión, tiene la película, pero si el film hubiera terminado con el horror, con la imagen desoladora de Darín descubriendo el crimen de Rago, la impresión general sería mucho más poderosa y coherente con el tono político que el relato intenraba imponer. Es una sensación.

    Muchas gracias por los comentarios.

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