miércoles, 27 de mayo de 2009

Evolucionar

Hace poco más de un mes (el 22 de abril) la científica italiana Rita Levi-Montalcini cumplió 100 años. Neuróloga, Premio Nobel de Medicina en 1986 y Capa Total (si este título no existe, debería inventarse para ella). Una amiga me mandó una hermosa entrevista en donde Rita habla de su vida y sus ganas, que puede leerse aquí.

Pero googleando un poco llegué a otra entrevista en donde explica algunas cuestiones muy interesantes sobre la condición humana. Estos son algunos fragmentos de un diálogo que la científica mantuvo con Enric González (en una nota publicada hace unos años en el diario El País).


P.: ¿Nos queda margen para seguir evolucionando?

Rita Levi-Montalcini: No desde el punto de vista somático. Sí desde el punto de vista de la informática. La informática nos da acceso a otro mundo que para nuestros predecesores, hace sólo medio siglo, no existía. A falta de un nuevo desarrollo de la neocorteza, disponemos de los ordenadores.

P.: En teoría, disponemos también de la manipulación genética.

R.: Odio esa opción. La manipulación genética no debe ser utilizada. No tenemos derecho a hacer nacer bebés a la carta. No es aceptable fabricar niños con los cabellos rubios, los ojos verdes, tal característica o tal otra. Eso va más allá de los límites de la moral. Lo rechazo absolutamente.

P.: Nosotros hemos cambiado parcialmente. ¿Por qué somos más inteligentes que hace 50.000 años, pero no somos más buenos?

R.: No somos más buenos por el componente límbico cerebral que sigue dominando nuestra actividad. Vivimos como en el pasado, como hace 50.000 años, dominados por las pasiones y por impulsos de bajo nivel. No estamos controlados por el componente cognitivo, sino por el componente emotivo, el agresivo en particular. Seguimos siendo animales guiados por la región límbica palocortical, sustancialmente igual en el hombre y en otros animales. Nuestras opciones de mejora moral pasan por las circunvoluciones neocorticales que afortunadamente tenemos.

P.: Dice usted “afortunadamente”. Esa peculiaridad en la corteza del cerebro, ¿es una suerte, una casualidad?

R.: Quién sabe. No estamos dirigidos. Como todas las evoluciones, la nuestra ha sido casual, una reacción frente a la necesidad. Esa es nuestra historia. No se ha tratado de un desarrollo dirigido por un ente divino. Nos hemos desarrollado como otros animales; algunos han adquirido ciertas capacidades, nosotros hemos conseguido la neocorteza, y eso nos ha llevado a dominar el planeta y a situarnos por encima de las leyes de causalidad que nos han conducido hasta aquí.

P.: Este “aquí” significa, por ejemplo, el siglo XX, que dice poco en favor del humano. No es fácil mantener la fe en nosotros mismos.

R.: ¿Por qué lo dice?

P.: Usted, que ha vivido casi todo el siglo XX, conoce sus errores mejor que yo.

R.: Sí, hemos sufrido el horror de la shoah, el horror del nazismo, el horror del fascismo, todos los frutos del componente palocortical. He escrito bastante sobre eso. Mire, no sé hacia dónde vamos, pero estoy segura de que debemos librarnos de ese pasado nefasto. Porque si asumimos una visión catastrofista del ser humano, estamos acabados. La vida se hace inútil. Yo también me siento interiormente incapaz de ser optimista, pero hay que serlo, cueste lo que cueste. Hay que mantener la confianza en el futuro.


Fuente: El País, 15 de mayo 2005.

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