"Clásicas son las obras que, en la proverbial trascendencia de su significado, sustentan el valor orientador, paradigmático, de ciertas preguntas sin respuesta cuyo trato, lejos de debilitarnos, nos fortalece. Si proseguimos leyendo a Sófocles no es, ante todo, para conocer, generación tras generación, el pasado sino para volver a aproximarnos al enigma que connota el hecho de vivir. Es el hecho asombroso de estar presentes el que encuentra eco en la raíz de nuestros mayores. Clásicos son, por supuesto, los hombres que, desde su eterna lozanía, nos ven envejecer. Pero, ante todo, aquellos que con su genio nos ayudan a configurar una comprensión de la vida cotidiana bien posicionada frente al acoso constante de la rutina. En muy alta medida, somos lo que hacemos con las preguntas que no tienen respuesta y sin embargo tienen sentido. Es su efecto sobre nosotros lo que las convalida. Y ese efecto, en una vida cotidiana rica, permite que el riesgo y el encanto de vivir, lejos de contraponerse, se enlacen para dar forma a una imagen del tiempo acorde con nuestra doble condición de creadores y criaturas".
Santiago Kovadloff (Sentido y riesgo de la vida cotidiana)






En su artículo "La estética del silencio", Susan Sontag afirma: “Para percibir la plenitud, hay que conservar un sentido agudo del vacío que la delimita; a la inversa, para percibir el vacío, hay que captar otras zonas del mundo como colmadas”. El realizador necesita explorar otras historias, otros seres, otras oscuridades, para certificar que lo único que realmente vale es el amor. O la posibilidad de algo parecido a eso, al menos. Por eso el film también incluye a personajes como Sam (Samantha Tan), una adolescente que conoce a Jackie (Ezann Lee) a través del chat, se enamora perdidamente de ella y un día, sin más, se descubre con el corazón destrozado. O el personaje de Fatty (Seet Keng Yew), un tímido guardia de seguridad que mitiga su soledad ingiriendo enormes cantidades de comida, mientras espía embobado a una joven ejecutiva que trabaja en el edificio que vigila. O el viejo y melancólico almacenero (Chiew Sung Ching) que cada día prepara laboriosamente una cena para su esposa convaleciente en un hospital. Estas tres ficciones, que al principio parecen no tener conexión, se irán cruzando de a poco con el camino de Theresa, para finalmente redondear un relato único.