La cama (Argentina, 2018)
Dirección: Mónica Lairana
Sección: Competencia Argentina
“La
soledad... supongo”.
Hable
con ella – Pedro Almodóvar

La luz es escasa. Los objetos compartidos durante toda una vida se amontonan como escombros. La casa parece un búnker. Los personajes consumen sándwiches minúsculos, como si esos fueran los últimos suministros de pan disponibles. ¿Qué es lo que hacen Mabel y Jorge? ¿Aguantar? ¿Hay un afuera para ellos, un más allá? ¿Una película post-apocalíptica? Quizás. Pero la catástrofe no es tan fácil de registrar, porque sucede hacia adentro, se aloja en el pecho, así que sólo nos quedan los cuerpos. Entonces volvemos a mirar para confirmar que los espacios del hogar, que por momentos lucen arrasados, a la vez conservan los colores de un paisaje cotidiano y reconocible. Y el relato, muy áspero y seco al principio, va encontrando sigilosamente el respiro del cariño. Mabel y Jorge rondan los setenta años y se están separando. Pero hay una ternura irrevocable que los une, por eso nunca dejarán de estar íntimamente entrelazados, como sugiere el afiche de la película.
A la directora del film, Mónica Lairana, la hemos visto actuar en películas como en El cielito, Agua y sal y El patrón (con una interpretación notable). En La cama, su primer largometraje, continúa una exploración estética ya iniciada en sus cortos Rosa y María, obras breves pero intensas con foco en el cuerpo, la sexualidad, la falta de afecto. La cama se estrena esta semana en la sala Leopoldo Lugones y viene de participar en la Competencia Argentina en la reciente edición del Festival de Cine de Mar del Plata, en donde Lairana y la actriz Sandra Sandrini fueron premiadas por sus trabajos. Antes de su presentación en el festival, Morir en Venecia conversó con ellas y con el actor Alejo Mango.

Así nació La cama y así fue cómo la realizadora empezó a buscar a los intérpretes con la edad y el perfil adecuados para encarnar a Mabel y Jorge. Sandra Sandrini y Alejo Mango fueron convocados al principio del proceso de casting, pero la elección no fue inmediata. Lairana siguió haciendo pruebas con otros actores, hasta que la intuición la hizo volver a ellos: “Los probé juntos y la magia ocurrió.”
“Cuando hice la audición con Mónica
Mango coincide con su colega y comparte su propia experiencia: “También me sentí bárbaro con Mónica en el vínculo personal, y no nos conocíamos. Ella me contactó mediante un mensaje de Facebook, donde me decía que había visto mis laburos en otras películas. Yo tengo algunos trabajos en cine (La niña santa, El perseguidor), aunque soy más bien un actor de teatro. Paradójicamente, me encanta hacer cine. Y creo que Mónica trabajó muy bien el tema de la exposición. Poder hacerlo para mí tiene que ver con un punto en mi vida al que he llegado en mi trabajo como actor. Quizás si me hubieran ofrecido este papel hace veinte años, no lo aceptaba, por pudor, por vergüenza, porque me inhibiría. Pero en esta película, y creo que a Sandra también le pasó, nosotros nos mostramos naturalmente.”
La película comienza con un contundente plano-secuencia en donde el espectador se ve obligado a observar las maniobras cansadas de una pareja que no logra concretar una relación sexual. Los cuerpos lucen vencidos aunque todavía inquietos... o perdidos. La fijeza del encuadre se encarga de densificar los tiempos internos de cada emoción: las esperas, la frustración, las ganas de rendirse, el apremio por llorar. Esta primera escena de la película fue la primera en rodarse. “Eso fue increíble. Fue tirarse a la pileta en el primer día de filmación”, asegura Mango, y reflexiona: “Parece inevitable que el tema de la desnudez sea lo que primero surge, tanto en el rodaje como ahora que la película ya se conoce. La presencia del desnudo aparece como un ingrediente muy fuerte, y a veces temo que eso opaque otra posible discusión o investigación que se haga sobre la película. Los personajes no están desnudos en todas las escenas. Pero evidentemente, cuando Mónica decide arrancar con esa escena en la cama, le está poniendo un marco a la propuesta.”
“Siempre me imaginé la película así”, asegura la directora. “El guión ya está planteado con esos cuerpos desnudos, despojados de artificio. La decisión de filmar todo adentro de la casa se debió a que a mí no me interesaba la información adicional. Yo quería despojarlos de toda esa información y tener solo a los seres humanos: un hombre y una mujer que está atravesando esta situación y tienen este vínculo. Todo lo demás sobraba, ni siquiera era importante para mí definir por qué se separaban. Porque para mí lo importante era que uno pudiera focalizar en el vínculo y no en las justificaciones o pensar quién es culpable. Por otro lado, el hecho de filmar todo adentro de la casa tenía que ver con invitar al espectador a ser testigo de la privacidad de la pareja. Creo que la casa es el tercer personaje de la película”.
En efecto, como decíamos al inicio de esta nota, somos testigos. Aun cuando muchos planos incorporan el marco de las puertas, quizás sugiriendo cierto límite, cierta “justa distancia” con los personajes, igual estamos ahí y somos mirones. Lairana nos hace mirar y nos hace escuchar, porque sabe que ahí, en el rincón más íntimo y reservado, es donde aparecen muchas claves para pensar la subjetividad e incluso la política: “La intimidad es una temática que me interesa muchísimo, porque yo siento que en el mundo privado de las personas es donde se pueden revelar un montón de cosas respecto de lo humano, desde la cuestión más noble hasta cuestiones que revelan la miseria o la fragilidad del ser humano. Y luego está también la otra intimidad, la más cruda, que es la intimidad de uno con uno mismo. En los trabajos que hago este tema es muy troncal, como también lo es la cuestión de los cuerpos y la desnudez. Me interesa reivindicar la belleza del cuerpo adulto: el cuerpo con signos del paso del tiempo tiene para mí una belleza infinita, y me enoja mucho que en la sociedad en donde vivimos haya un desprecio hacia eso. Hay una locura tan grande que te dice que tenés que despreciar tu propio cuerpo, en vez de valorarlo y amarlo. Y eso me parece terrible. Por eso yo adhiero a estos nuevos movimientos que proponen los cuerpos disidentes. En la película no se busca el embellecimiento de los cuerpos ni con la iluminación, ni con la puesta de cámara, ni con la actuación. Buscamos que esos cuerpos se vean reales, reconocibles, naturales.”
La cama se proyectará en la sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Av. Corrientes 1530), del 22 al 29 de noviembre, a las 19 y 21.30 hs. Más información, aquí.
1 comentario:
Excelente film.actores exquisitos, muestra la crisis de un vinculo con infinita ternura. No hay ninguna exaltacion del sexo, por el contrario, se interpela hacia lo mas profundo de cada uno de ellos, hombre y mujer, en un duelo doloroso, intimo, sobrellevado con el amor que aun existe. Excelente esa casa que es protagonista y testigo retro de la vida de la pareja. El film Revela el gran espesor profesional, l
a fina estetica y sensibilidad de su directora. Lo recomendaria a mis amigos y conocidos.
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