martes, 25 de febrero de 2014

Flecha y herida


Por Víctor Erice*

“Todo el mundo parece estar de acuerdo en que el cine es capaz de engendrar poesía. Ahora bien, sobre cómo lo logra y en qué pueda consistir las opiniones son mucho menos unánimes. Las hay para todos los gustos, y con razón. Porque el cine no tiene una historia única e indivisible (basta pensar en lo que supone el cine mudo), sino que, además, en un breve espacio de tiempo -cien años-, ha vivido vertiginosamente experencias de todo tipo, completando una evolución que los otros lenguajes artísticos han tardado siglos en consumar.


Quizá por ello sea más oportuno hablar antes de experiencia poética que de poesía, es decir, de ese trance en el cual, tanto el lector como el espectador de una película se sienten conmovidos por un sentimiento difícil de definir, pero que identifican como algo en común.


En ese trance, y por lo que al cine -cierta clase de cine- se refiere, la poesía surge en la pantalla de una forma no buscada de antemano, imprevista, suspendiendo la representación o la progresión de la historia, para dar lugar a uno de esos momentos donde el lenguaje es, simultáneamente, flecha y herida. Flecha capaz de romper el velo -la ilusión- de la realidad; herida que nos toca el corazón porque acierta a mostrar lo que no se percibe a primera vista, pero que alguna vez, como en un sueño perdido -el de nuestra vida anterior- hemos vislumbrado.


En esos momentos epifánicos el cine se desprende de todo su exceso de competencias y servidumbres, escapa gloriosamente de la novela (la narración), del teatro (la representación) y del periodismo (la actualidad) para retornar el tiempo de los orígenes. O lo que es igual: para ser únicamente ojo que ve, vida que vive, revelación.”


*Citado por Rafael Cerrato en su libro Víctor Erice, el poeta pictórico (Ediciones JC, Madrid, 2006).

La imagen pertenece al film español La vida sublime, de Daniel V. Villamediana.

lunes, 24 de febrero de 2014

Adiós, Harold...


Y gracias por dejarnos una de las películas más maravillosas 
de la historia: Groundhog Day (Hechizo del tiempo).

Harold Ramis (1944-2014)

sábado, 22 de febrero de 2014

22 de febrero

Cada vez que nos dan clases de amnesia
como si nunca hubieran existido
los combustibles ojos del alma
o los labios de la pena huérfana
cada vez que nos dan clases de amnesia
y nos conminan a borrar
la ebriedad del sufrimiento
me convenzo de que mi región
no es la farándula de otros
en mi región hay calvarios de ausencia.

Mario Benedetti
(Fragmento del poema “Ese gran simulacro”)  

domingo, 16 de febrero de 2014

Instinto primario


"Resulta humanamente imposible perdonar unas palabras hirientes; se pueden olvidar... involuntariamente, claro está. Es lo que ocurre la mayoría de las veces. El instinto de conservación es la causa de los fallos de la memoria". 

E. M. Cioran

En la imagen: La hora del lobo (Vargtimmen), de Ingmar Bergman

sábado, 15 de febrero de 2014

I know this much is true


So true funny how it seems
Always in time, but never in line for dreams.
Head over heels when toe to toe.
This is the sound of my soul,
This is the sound

Spandau Ballet (“True”)


En la imagen: el hermoso film de Ben Stiller, La increíble vida de Walter Mitty (The secret life of Walter Mitty).

jueves, 13 de febrero de 2014

Meta


"Quería convertirme en el rey de
los mundanos. Y lo conseguí".

Jep Gambardella (Toni Servillo),
en la magistral La Grande Bellezza, de Paolo Sorrentino

lunes, 3 de febrero de 2014

Philip Seymour Hoffman (1967-2014)


Mírenlo. Mírenlo bien. Jack quizás sea el personaje más hermoso de toda la carrera de Philip Seymour Hoffman, la clase de papel para el que los productores -clásicos o no- probablemente nunca lo convocarían. Por eso el actor decidió dirigirse a sí mismo y perpetrar en la pantalla el personaje que ya había encarnado en la versión teatral de Jack goes boating. Porque él realmente hizo de todo en el cine pero nunca había interpretado a un ser tan adorable como Jack, un osito al que dan ganas de abrazar en esta película tan amena y modesta como fecunda en pequeñas e inolvidables epifanías. Recuerdo lo que pensé mientras veía Jack goes boating hace unos meses: es una película sobre la paciencia. Y hoy no hay muchas películas así, mucho menos si hablamos de una comedia romántica, en donde se supone que la seducción no puede esperar. En esta historia Jack compensa su timidez con empeño y constancia, amasando sus atípicas estrategias de conquista con la ayudita imprescindible de un amigo de oro (la importancia de ese amigo: el otro gran tema del film). Y no cuento más porque lo mejor es que la vean y comprueben ustedes mismos la dulce sensibilidad que tenía este hombre de ojos tristones que nos acaba de dejar. 


Sí... yo también lo voy a extrañar.  



Películas con Philip Seymour Hoffman reseñadas en el blog:
Secretos de Estado (The Ides of March)
La duda (Doubt)
Antes que el diablo sepa que estás muerto (Before de Devil knows you're dead)
Cuéntame tu historia (State & Main)

domingo, 2 de febrero de 2014

Edades


Llega un triste momento de la edad
en que somos tan viejos como los padres.
Y entonces se descubre en un cajón olvidado
la foto de la abuela a los catorce años.


¿En dónde queda el tiempo, en dónde estamos?
Esa niña
que habita en el recuerdo como una anciana,
muerta hace medio siglo,
es en la foto nieta de su nieto,
la vida no vivida, el futuro total,
la juventud que siempre se renueva en los otros.
La historia no ha pasado por ese instante.
Aún no existen las guerras ni las catástrofes
 y la palabra muerte es impensable.


Nada se vive antes ni después.
No hay conjugación en la existencia
más que el tiempo presente.
En él yo soy el viejo 
y mi abuela es la niña.  

José Emilio Pacheco
(1939-2014)

En las imágenes: Marcello y su padre en La Dolce Vita, de Federico Fellini.