martes, 31 de enero de 2012

Viven y crean sueños


Sueños que inundan sueños,
crecen y cortan sueños
tragan y botan sueños,
lavan y tiñen sueños,
hunden y rompen sueños,
crecen dentro de sueños,
duermen dentro de sueños,
sueños dentro sueños.

Pablo Neruda
(Fragmento del poema “Número y nombre”)


La imagen pertenece a Hugo.
Gracias, Martin, por la magia.

sábado, 28 de enero de 2012

The house of the devil, de Ti West


El rostro como paradigma de una época. La protagonista de The house of the devil, Jocelin Donahue, es la fusión perfecta entre Margot Kidder y Brooke Adams, emblemas del semblante aterrado de los ‘70. Segundos después aparece Dee Wallace, actriz de E.T. y actriz de la desesperación en Cujo y Aullidos, con un breve cameo que busca fechar la acción del film un poquito más acá, a principios de los ’80. Años más, años menos, la intención de Ti West es recuperar algo quizás perdido aunque no del todo olvidado por las papilas ópticas. Un temblor particular. Un sabor.
Esta es una película crocante. Como el inacabable chocolate que Jocelin muerde cada tanto para atemperar la ansiedad. Crocante como las primeras hojas del otoño sobre el suelo, ésas que nos gusta pisar y escuchar, ahí donde el clima debe ser seco, bien seco, para poder sentir todos los matices de la hoja al crujir. Así es esta película, una milimétrica destilación de los elementos mínimos y necesarios para producir intriga y tensión sin roscas falsas. The house of the devil no opera con ironía ni cinismo ni nostalgia celebratoria; por el contrario, es un trabajo modesto que se esmera en bordar texturas, colores y cadencias para que la evocación plástica sea tan respetuosa como efectiva. En el final todo estalla, pero quizás ése sea un poco el costo a pagar por el atípico trayecto, una escapada en el DeLorean hacia otra era del terror. Algo así como un rejuvenecimiento momentáneo. Un cambio de piel.


The house of the devil (EE. UU., 2009)

Dirección: Ti West
Intérpretes: Jocelin Donahue, Tom Noonan, Greta Gerwig, Dee Wallace

miércoles, 25 de enero de 2012

Cine Club Núcleo comienza su temporada 2012

El Cine Club Núcleo inicia su temporada 59 en el Espacio INCAA KM 0 – Cine Gaumont

El próximo martes 31 de enero, a las 18.00 y 20.45 en el Cine Gaumont (Av. Rivadavia 1635), el mítico Cine Club Núcleo, fundado por Salvador Sammaritano, arrancará la temporada 2012 con la proyección del film Los Descendientes, protagonizada por George Clooney y dirigida por Alexander Payne (el mismo de la estupenda “Entre copas”).

Como cada año, las actividades se realizan todos los martes a las 18:00 y 20:30 con la proyección de los pre-estrenos más esperados en el Cine Gaumont (Av. Rivadavia 1635), mientras que los lunes a las 19:00 se lleva a cabo el "Ciclo de Revisión" en el Cine Cosmos-UBA (Av. Corrientes 2046), en donde se exhiben joyas del cine de todos los tiempos. Además, el segundo y cuarto domingo de cada mes a las 11 de la mañana en el Gaumont se exhibirán pre-estrenos o films de reciente estreno comercial que hayan pasado inadvertidos en la cartelera.
Otros títulos programados que podrán verse muy pronto son Shame, de Steve McQueen, con Michael Fassbender , Adultos jóvenes, de Jason Reitman, con Charlize Theron  y Caballo de guerra, de Steven Spielberg, con Emily Watson, entre otros.
Para informes, inscripciones de nuevos socios (cupos limitados) y renovaciones anticipadas se estará atendiendo los días viernes 27, sábado 28 y lunes 30 de enero de 18:00 a 20:00 en el Cine Gaumont (barrio de Congreso).
Los interesados podrán consultar la programación del Cine Club Núcleo las 24 horas del día en el teléfono 4825-4102. Para más información, visite la página http://www.cineclubnucleo.com.ar/

viernes, 20 de enero de 2012

The Help, de Tate Taylor


Aclaraciones: 1) Esta película se estrenó en Argentina con el vacuo título “Historias cruzadas”, pero aquí prefiero utilizar el título original, The Help. 2) Se revelan algunos detalles de la trama.

En una notable escena de Milk (Gus Van Sant, 2008), el protagonista les pide a todos sus seguidores que admitan públicamente su condición sexual. “Debemos abandonar el gueto”, ruega Milk a aquellos que se niegan a salir del clóset. Algunos aducen que puede ser peligroso, otros reclaman su derecho a la privacidad, pero el político sabe que asumir esa verdad es la única forma de ganar poder. “En este momento, en esta hora, la privacidad es nuestra enemiga”, dice Harvey, recordando lo que señalaba Hannah Arendt al estudiar las revoluciones modernas: si se quieren conquistar nuevos derechos civiles, será necesario sacar a la luz las angustias más íntimas. Atravesar la vergüenza. Desnaturalizar la humillación. De eso se trata esencialmente The Help, y en la exploración de ese doloroso proceso reside el punto más sólido de la película. Así comienza el film, con una empleada doméstica (Viola Davis) que decide exponer su historia de vida, con todos los riesgos que eso implica en plenos años sesenta, en el estado de Mississippi, donde conviven la segregación racial, el terror del Ku Klux Klan y también una esperanza llamada Martin Luther King.

The Help podría haber resultado mucho mejor si no estuviera a cada paso coartada por el didactismo tan propio del cine mainstream aspirante al Oscar y al mensaje modélico (que debe ser bien nítido, aunque eso excluya los matices). En el diseño de personajes abundan los brochazos y ciertas situaciones pueden lucir exageradas, pero no creo que esto sea lo más grave, pues el relato no nos deja olvidar que las actitudes más inverosímiles eran parte integral de la “legalidad” de la época. La caricatura habilita una forma de crítica, y en este sentido me parece lograda la interpretación de Bryce Dallas Howard como la villana de la alta sociedad. Hay una escena en donde su personaje pronuncia un discurso frente a la agrupación "de caridad" que ella lidera. Observen la pared a su lado, con un empapelado de flores. Allí cuelga un cuadro que también tiene flores, casi idénticas a las de la pared. Es tan solo un detalle de decorado capaz de describir al personaje en su chatura, en su real falta de distinción.

Pero la película está muy lejos de honrar el arte de los pequeños indicios. Por el contrario, el verdadero problema del film es la insistencia, la compulsión a hacer un doble o triple nudo sobre hechos que ya estaban claros para el espectador. Ejemplo: Howard fomenta un proyecto destinado a construir baños separados para el personal de servicio, y entonces le pide a su amiga periodista (Emma Stone) que difunda la noticia en el diario del pueblo. Stone no lo hace, Howard se lo pide por segunda vez, y Stone finalmente publica una nota tergiversando satíricamente el texto original. Mientras lo escribe, la periodista toma una fotografía de ella junto a su amiga reaccionaria, y la tira al tacho de basura. Para que no queden dudas de lo que se quiere decir. La narración se somete a la vieja norma del guión clásico de Hollywood que sugería aludir al menos tres veces a la intriga central. The Help va aún más allá y reitera las explicaciones continuamente: cada gesto, cada réplica, cada lección resulta potenciada al cubo al punto de perder impacto. Incluso el anticipado acto de venganza de la criada pastelera (Octavia Spencer) termina disolviendo su gracia al ser exprimido una y otra vez.

De todas maneras, si uno se permite esquivar las evidentes convenciones, The Help encuentra espacios para la emoción genuina. El film hace sentir el enorme miedo que agobia a las víctimas del racismo. El relato respeta los tiempos íntimos y sabe poner en su justa dimensión el desgarro que representa confesar el oprobio. Emma Stone comienza a esbozar el libro gracias a la venia de una editora (Mary Steenburgen) que compra la idea aunque con ciertas exigencias. “Vas a necesitar al menos una docena de domésticas para el libro”, le dice a la protagonista, una orden que cae mal porque parece apelar antes a lo comercial que a lo humano (es la jerarquía del periodismo: primero el número, la encuesta vistosa; después el compromiso social). Pero el requisito de sumar más testimonios entrega la clave del cambio. La voz se torna colectiva. Y es muy interesante acompañar el trayecto que va del anonimato al inevitable reconocimiento. Aunque las sirvientas no aparezcan con sus nombres verdaderos en la publicación, en el fondo todos en el pueblo saben quién es cada una de ellas. De allí las firmas solidarias estampadas en el libro, porque junto a estas mujeres están todos los nombres de una raza que llegó a un límite. Porque para la lucha política resulta fundamental ser individuo. Marcar la diferencia. Y salir a la calle, la propia calle, con dignidad. Como lo hace Harvey Milk en la hoy emblemática calle Castro de San Francisco. Como lo hace Viola Davis en el hermoso final de The Help.

jueves, 19 de enero de 2012

Sustituciones


El hombre expulsa sin cesar lo que es, lo que siente, lo que significa ante sus propios ojos. Sea mediante el lenguaje, que tiene función de exorcismo, o mediante todos los artefactos técnicos que ha inventado, y en cuyo horizonte está a punto de desaparecer, en un proceso irreversible de transferencia y sustitución. MacLuhan veía en las tecnologías modernas "extensiones del hombre"; convendría verlas más como "expulsiones del hombre".

Jean Baudrillard
Fragmento de su libro El crimen perfecto. (Ed. Anagrama. Barcelona).

La imagen pertenece a la película WALL-E, dirigida por Andrew Stanton.

lunes, 16 de enero de 2012

La máscara


"Usar una máscara es la esencia de la civilidad. Las máscaras permiten una sociabilidad pura, ajena a las circunstancias del poder, el malestar y los sentimientos privados de todos los que la llevan. El propósito de la civilidad es proteger a los demás de la carga de uno mismo."

Richard Sennett
(En The fall of the public man, citado por Bauman en Modernidad líquida). 

La imagen pertenece al film Aurora, dirigido por Cristi Puiu.

domingo, 15 de enero de 2012

Cualidad humana

 
"Como estudioso, me interesa la filosofía del lenguaje, la semiótica, como quieran llamarla, y uno de los rasgos principales del lenguaje humano es la posibilidad de mentir. Un perro no miente. Cuando ladra, significa que hay alguien".

Umberto Eco
En una entrevista publicada en la Revista Ñ (14/01/12)

La imagen pertenece al film Pánico en la escena (Stage fright), de Alfred Hitchcock.

domingo, 8 de enero de 2012

Conquistas


Por Joseph Conrad*

“Lo que a nosotros nos salva es la eficiencia... el culto por la eficiencia. Pero aquellos jóvenes en realidad no tenían demasiado en qué apoyarse. No eran colonizadores; su administración equivalía a una pura opresión y nada más, imagino. Eran conquistadores, y eso lo único que requiere es fuerza bruta, nada de lo que pueda uno vanagloriarse cuando se posee, ya que la fuerza no es sino una casualidad nacida de la debilidad de los otros. Se apoderaban de todo lo que podían. Aquello era verdadero robo con violencia, asesinato con agravantes en gran escala, y los hombres hacían aquello ciegamente, como es natural entre quienes se debaten en la oscuridad. La conquista de la tierra, que por lo general consiste en arrebatársela a quienes tienen una tez de color distinto o narices ligeramente más chatas que las nuestras, no es nada agradable cuando se observa con atención. Lo único que la redime es la idea. Una idea que la respalda: no un pretexto sentimental sino una idea; y una creencia generosa en esa idea, en algo que se puede enarbolar, ante lo que uno puede postrarse y ofrecerse en sacrificio.” 

*Fragmento de El corazón de las tinieblas.

La imagen pertenece al film Heart of darkness, dirigido por Nicolas Roeg, que podrá no estar a la altura del apocalipsis coppoliano ni de la ira de Dios herzogiana, pero es una digna transposición de la novela de Conrad, con dos protagonistas de aquellos: Tim Roth (en la piel de Marlow) y John Malkovich (como Kurtz).

viernes, 6 de enero de 2012

De públicos y complacencias

Orson Welles y Peter Bogdanovich se preguntan qué es esa cosa llamada "público".

PB: ¿Crees que la longitud de las tomas o su ángulo tiene un efecto subconciente sobre el público?

OW: Cuando se trata del cine nunca pienso en el público. Ésa es la ventaja del cine sobre el teatro... Cuando se hace una obra teatral se hace para el público; cuando se hace una película se hace para uno mismo.

PB: ¿Para complacerse a uno mismo?

OW: Bien... Resulta imposible presumir cómo estará compuesto un público: un puñado de sikhs, una banda de beduinos, una tribu de gitanos, cuatrocientas señoras de Ohio que realizan una gira turística en autobús... ¿Qué es un público? ¿Qué puede hacer uno para complacerlo? Uno no puedo dirigirse a él directamente, lo que sería inconcebible. Así que se hace una película para uno mismo.

PB: Si eso es cierto, toda la idea de un estreno previo es ridícula.

OW: Seguro.

PB: Porque para un auténtico estreno previo, habría que presentar la película previamente en cada una de las ciudades del mundo.

OW: ¿Y qué hay de los pueblos? Estoy de acuerdo en que las exhibiciones previas les dan algo de qué hablar a los productores, así que tienen cierto propósito. Pero ¿sabes?, realmente es como escribir un libro. No creo que la mayor parte de las personas que escriben libros seriamente piensen en la gente que va a comprarlos.

Fragmento del libro Ciudadano Welles (Ed. Grijalbo, Barcelona)

jueves, 5 de enero de 2012

Pavor


“Yo sé qué es lo que te pasa. Tienes un miedo muy arraigado a ser convencional”.
  
Davis Newman (Cliff Gorman), en All That Jazz, de Bob Fosse