martes, 24 de julio de 2018

La memoria o la nada

Por Rithy Pahn*

"Mis compatriotas a menudo me reprochan: "¿por qué sólo hace películas tristes, pesimistas? ¿Por qué siempre la misma historia?". Como si hubiera algo patológico, un deseo de autoinmolarse en la evocación del dolor del pasado. No soy un cineasta de la desgracia y, como escribía Jean Améry, "ser víctima no es un honor en sí". No insistiré más sobre eso. No basta con filmar estéticamente los paisajes y los animales, las fiestas populares y la famosa sonrisa jemer para dar cuenta de la realidad de mi país. Allí, en la esquina de una calle, al final de un camino, la famosa sonrisa se cansa, está al borde del agotamiento.

No hago una memoria ilustrada. Para mí no es una cuestión de fabricar espejismos. El cine documental es la escritura que yo he elegido para dar testimonio. No concibo mis documentales como obras artísticas sobre esta cosa horrible que es el genocidio. Me siento como un agrimensor de memorias y no como un fabricante de imágenes. La tarea del cineasta es saber encontrar la medida justa, la buena distancia: ni explotación política, ni complacencia masoquista, ni sacralización. La memoria debe ser un punto de referencia. Debe seguir siendo humana. Lo que busco es la comprensión de la naturaleza de este crimen y no el culto de la memoria. Para conjurar la repetición rechazando la ceguera y la ignorancia."


* Fragmento de un artículo escrito por Pahn titulado “Soy un agrimensor de memorias”, publicado en la revista Cahiers du Cinema/España (Marzo de 2009), a propósito de su desoladora película S-21:La máquina de matar de los jemeres rojos (2003), sobre el genocidio perpetrado en Camboya durante la dictadura de Pol Pot.

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