jueves, 17 de abril de 2008

La película más bella del Bafici 2008

En la ciudad de Sylvia es un poema fílmico sobre la belleza. Sobre lo tontos que somos. Sobre lo ciegos y sordos y mudos que estamos.

La belleza lastima. Lo sabemos todos, no estoy descubriendo América. Pero no me refiero a la belleza clásica y previsible, la que está cifrada en la armonía, la sorpresa o la cómoda fantasía. No. El director español José Luis Guerín se dedica a capturar una belleza imperfecta y mundana, que hiere y cala hasta los huesos precisamente porque nos recuerda que está allí, en su lúcida sencillez, al alcance de la mano, aunque no podamos verla. Es la belleza que está allí y se escurre y se ríe de nosotros. Todo el tiempo.

Sylvia enamora y obsesiona. Acampa en la memoria y barre con todas las otras imágenes de todas las otras películas vistas en esta anhelada maratón cinéfila de abril. Esas otras películas opacas con historias de aislamientos, opresiones, frustraciones y resignaciones desperdigadas por doquier en el planeta posmoderno. La soledad se naturaliza día a día en la condición humana, y el cine la persigue intentando rechazarla. Pero no puede con ella y entonces la registra, con tanto ahínco que casi casi, sin querer, termina por pontificarla. Mecánica melancolía.

Eso no ocurre con Sylvia. Porque Sylvia es la esperanza.

El héroe de la película dibuja, camina y contempla. Tiene el tiempo que a todos nos falta. Tiene paciencia. La cámara suave de Guerín nos sumerge en un azar erótico de perfiles, bocas, ojos, cabellos, hombros, cuellos, espaldas, pasos. Todos los rostros son hermosos. Absolutamente todos.


Un cine de la felicidad. Un cine deseante. Un cine que hoy está prácticamente perdido. Un cine sobre el que ya ni siquiera es necesario hablar, porque es tan real y tan sanguíneo y tan sabiamente extemporáneo que puede jactarse de escapar a las coordenadas del lenguaje.

“Más que contar, se sugiere”, dice Guerín en una entrevista publicada en el diario Crítica. “Por ejemplo, ¿quién es el protagonista? ¿Un soñador, un poeta, un pintor, un cineasta que busca a su actriz, un turista, un cínico? Todo es posible, no se dice nada de él. La única información es lo que mira. Ése es el estatuto del espectador. Y al mismo tiempo, el espectador ve una especie de espejo en la pantalla, ese ícono vacío de su experiencia”.

Solo se trata de mirar.
Esa es la historia.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

...Y bella la crítica también. Te mimetizaste cAROLINA.
tAMBIÉN EL PERSONAJE MASCULINO CUMPLE CON LA REGLA QUE COMENTAS POR RADIO, Y QUE ES COMUN A LAS PELIS DEL bAFICI: esta solo, solo.
MARTHA

razondelgusto dijo...

Me enamoré de la película al leer tu crítica. Una película que no vi y quiero ver. ¿Cómo la consigo? ¿Dónde puedo verla?
Te felicito por tu Blog, Carolina. Está vivo y pletórico, invita a la lectura y entusiasma.
Un beso.
Liliana Schwab

Cecilia Díaz dijo...

Me uno a los comentarios, muy linda tu crítica. Tenes muy claro el rumbo de tu blog, es excelente. Pero creo que estaría interesante que interacciones un poco con los lectores y quizás se genere un buen debate.

Saludos!

Cecilia D.

Anónimo dijo...

Hola : Si Caro, quizás sea la más bella. No tengo cómo saberlo porque sólo ví unas 20. Pero escuché al pasar algunos comentarios de críticos que manifestaban su decepción: esperaban más de Guerín, dados sus antecedentes. No parece ser tu caso.